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Miley Cyrus tiene mucho que enseñar

2013 ha sido su año. La cantante ha desterrado su imagen de niña Disney para convertirse en un icono de la provocación y el ‘twerking’ Mientras escandaliza a unos, la Red la adora

Tom C. Avendaño
Miley Cyrus, durante una actuación este pasado diciembre.
Miley Cyrus, durante una actuación este pasado diciembre. AMANDA SCHWAB (CORDON)

Miley Cyrus pretendía cerrar 2013 con una última exhibición de carne y poderío. La excusa era un videoclip que publicó el último jueves del año en YouTube; uno en el que se ve a la cantante de 21 años, y persona más buscada en Google del año pasado, retorciéndose en ropa interior entre las sábanas de una cama de la que es la única ocupante mientras canta Adore you a la cámara. Con ingredientes parecidos, Cyrus había convertido la actuación de una entrega veraniega de premios de MTV en un momento trascendental para la música de 2013. Uno que la convirtió en la figura más reconocible del pop del momento y en la descubridora del twerking, el baile más incontestable del año. Un mismo formato que hizo que su anterior videoclip, Wrecking ball, batiera, en octubre, el récord de reproducciones en YouTube: más de cien millones en seis días. Hoy lleva más de 450 millones.

Este nuevo vídeo ha tardado el mismo tiempo en porfiarse unos 33 millones de reproducciones. Nunca la proporción entre la cantidad de piel exhibida por Cyrus y los visionados resultantes ha sido tan baja. Ella lo adujo en un tuit a que el vídeo se había filtrado en la Red antes del lanzamiento y, sin el factor sorpresa, el impacto no fue el mismo (sus palabras fueron: “Todos sabemos que mis fans habrían roto otro récord de no ser por el gilipollas que filtró mi vídeo”). Quien no se crea esa versión podrá interpretar, si así lo desea, este descenso como una señal de que Miley Ray Cyrus fue un huracán tan mastodóntico en 2013 que solo puede llegar decrépito a 2014. Aunque inaugura el año como imagen de la última campaña de Marc Jacobs.

En menos de seis meses, la cantante se ha convertido en emblema de la cultura del momento, ha colado un concepto en el diccionario Oxford, ha vertebrado gran parte del discurso de la Red, ha derrotado a Edward Snowden y al papa Francisco en el interés de los internautas y se ha convertido, por fortuna o por desgracia, en uno de los personajes más representativos de 2013. Y “Miley Cyrus es el ahora”, explica el escritor y exdirector de la revista Popstar Matthew Rettenmund. “El secreto de muchas de las estrellas de la música es llevarnos a su mundo. Miley Cyrus ha logrado lo opuesto: ella nos saca de nuestro mundo y le pone cara a la esfera pública. Estoy seguro de que dentro de poco los historiadores de la cultura pop podrán decir sin dudar que ella ha sido 2013”.

Sobre estas líneas, Miley Cyrus en 2006 cuando protagonizaba 'Hannah Montana'.
Sobre estas líneas, Miley Cyrus en 2006 cuando protagonizaba 'Hannah Montana'.CORDON

Esos historiadores hipotéticos lo tendrán fácil: el auge que ha convertido a Cyrus en un icono cultural se cimienta en momentos fáciles de fechar. El primero fue el 25 de agosto, durante los Premios VMA de MTV. El dueto de Cyrus con el cantante Robin Thicke se esperaba que fuera algo subido de tono, aunque fuera porque amboshabían sacado videoclips con más carne que acordes en los meses anteriores. Lo que no se esperaba es que Cyrus se convirtiera en la estampa del año. En lugar de bailar, empezó a mover el trasero como una turbina frente a la entrepierna de Thicke, mientras fingía practicarle un cunnilingus a un modelo, a la vez que se masajeaba la entrepierna con un dedo gigante de espuma de esos que se ven en cualquier estadio estadounidense.

El movimiento del trasero, se apresuraron a explicar medios del mundo entero a su boquiabierto público, se denominaba twerking y era algo típicamente afroamericano. “Sexualidad indisimulada con raza. Son los dos escándalos favoritos de América”, explica Riley Tyler, productor musical afincado en Los Ángeles. “Y ahí estaba Miley mezclándolos. Es probable que ahí esté la semilla de su éxito este año”.

Durante semanas se debatió si había sido demasiado controvertidamente sexual o racista o si no había habido tal controversia. Las parodias tomaron la Red. Se había convertido en una estampa universal.

El 9 de septiembre se publicó en Internet el vídeo de Wrecking ball, donde aparecía vestida solo con unas botas mientras se abrazaba a una bola de demolición y lamía un martillo con éxtasis epicúreo. “A lo mejor no es el vídeo más visto de la historia de YouTube”, explica Farai Chideya, analista de la cultura popular, “pero sí fue el que más interés suscitó. Tardó seis días en tener cien millones de visionados; un récord para un videoclip”.

Los récords

El videoclip: Wreicking ball rompió en octubre el récord de reproducciones en YouTube: más de cien millones en seis días. Hoy lleva más de 450 millones.

Internet: Miley Cyrus fue la persona más buscada del mundo en Google durante 2013 .

Las ventas: Bangerz fue el albúm de 2013 que más copias vendió en su semana de lanzamiento: 270.000.

Si el interés por Cyrus parecía inversamente proporcional a la ropa que llevaba, quizá fuera porque desempeñó el papel de chica Disney entre 2006 y 2011. En esos años protagonizó la serie Hannah Montana y alcanzó entre los adolescentes un estrellato tan grande como el de su padre, también cantante, entre los seguidores del country.

“No estamos viendo el descenso a los infiernos de una princesa Disney, como era el caso de Britney Spears en 2007 [cuando la cantante se rapó la cabeza y destrozó un coche con un bate de béisbol]”, advierte Rettenmund. “El atractivo de Miley es algo mucho más recóndito, pero más relativo a nuestros tiempos”.

Según Amit Ray, profesor de sociología en el Rochester Institute of Technology, está el hecho de que la música sea cada vez más visual que sonora. “Mira a Rihanna: este año no ha sacado nada de música, pero sí un videoclip, y ha vuelto a ser relevante. Beyoncé ha sacado un nuevo álbum en diciembre: 14 canciones y 17 vídeos”. También ayuda que este sea el año en el que la casa Billboard haya aceptado los visionados de YouTube como forma de medir los éxitos. Wrecking ball es la canción más vista del año, pero se ha emitido por la radio menos veces que Roar, de Katy Perry, y se ha descargado bastante menos que Royals, de Lorde.

Más determinante resulta el hecho de que no haya orden ni concierto en el discurso de Cyrus. Desde agosto ha justificado su actuación en la gala de MTV alegando que solo quería provocar para que hablaran de su música; que solo quería pasarlo bien; que buscaba romper tabúes sexuales y, finalmente, en diciembre le dijo a The New York Times que lo hacía para que las mujeres sintieran que podían hacer lo que les diese la gana. “Hay algo liberador en el hecho de que no haya discurso”, prosigue Ray. “Lady Gaga hizo una actuación técnicamente impresionante en la gala MTV, pero tenía lógica, historia y una tesis artística detrás de todos esos cambios de vestuario. Miley llamó la atención con lo sexual, pero lo que permaneció fue algo más profundo: solo eran posturas, que resultan más superficiales, pero son fáciles de digerir y de compartir por Internet. El mundo de Internet luego rebota al real y así se crean emblemas como ella. Solo son imágenes, pero una imagen es suficiente. Repetida las suficientes veces, es un fenómeno”.

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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.

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