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Los chicos no saben bloguear

La blogosfera está llena de mujeres capaces de compartir modelitos un día sí y otro también. En el caso de los hombres, el sector se divide en sosos, mamarrachos y satélites de famosos. ¿Por qué ningún hombre ha triunfado tanto en el mundo del 'egoblogging'?

A pesar de que pueda parecer increíble, existen miles personas que cuentan, dentro de su rutina diaria, con el hábito de fotografiarse a diario, subir esas fotos a un blog e informar de qué marca es cada una de las prendas que llevan. No es un macroproyecto artístico sobre el consumismo o un estudio sobre la ropa en los distintos países. Son personas conscientes de que en internet pueden conseguir esos 15 minutos de fama que Warhol prometió y que, poseídas por el espíritu de Carrie Bradshaw, consideran que su particular sentido de la moda no debe quedar restringido a su círculo cercano. Algunos, unos pocos, parece que tenían razón y además de conseguir celebridad lo han convertido en su principal fuente de ingresos o directamente en su trabajo.

Hay 'egobloggers' que optan por el mamarrachismo y los estilos imposibles y los que documentan una camiseta y un vaquero desde todos los ángulos posibles

Mejor dicho: algunas. Como en casi todo lo referido a la moda la presencia de los hombres es minoritaria y algo prácticamente anecdótico en blogs de moda sino es en el papel de fotógrafo (de street style o de las blogueras).

Aunque es cierto que el porcentaje de hombres interesados por la moda es muy inferior al de las mujeres existe otro factor fundamental en esta casi ausencia en el fenómeno de los egoblogs: algo tan transversal como el machismo, esa idea de entender que la moda y preocuparse por la ropa es algo femenino y encontrar en esa exposición, en vez de la individualidad y la personalidad de cada uno una forma de mercadear con la imagen, algo que socialmente está mucho más aceptado cuando se trata de la de una mujer.

Esto no quiere decir que no existan. Es más, los hay de casi todo tipo: los que optan por el mamarrachismo y crear estilismos casi imposibles, los que documentan una camiseta blanca y un pantalón vaquero con una veintena de fotos desde todos los ángulos y con todas las poses posibles, los que deciden seguir las tendencias tan de cerca que deberían tener una orden de alejamiento de ellas, o los que optan por crear su propia revista de estilo de vida (lujoso claro está), ese que les gustaría llevar. Este último tipo suele triunfar en los blogs de famosos, a los que de siempre les resulta mucho más fácil conseguir que les regalen cosas. Arquetipos, en todo caso, que provocan que la palabra egoblogger sea vista como define esta canción inglesa que ya es un clásico de Internet:

Y casi todos, además, con un denominador común: una total ausencia de sentido del humor. Para encontrarlo tenemos que recurrir a perros o a una fotografa australiana que trabaja como camarera en Berlín reconvertida en una especie de Sartorialist por su pasión por las elecciones de un hombre que pasa frente a su trabajo a diario. Hoy por hoy una versión masculina de Leandra Medine es imposible porque muy pocos hombres usan la moda desde ese punto de vista hedonista y divertido. Y de los que lo hacen a casi ninguno no se les ocurre plasmarlo en un blog.

La moda masculina necesita un mesías bloguero que abra ese camino tan difícil. Uno que explique en primera persona fenómenos tan propiamente masculinos como el coleccionismo de zapatillas deportivas de precios de casi cuatro dígitos, que vestir de negro de pies a cabeza no siempre significa elegante o por qué dejar que tu pareja te compre la ropa no es buena idea. ¿Algún voluntario?

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