Una víctima más de las Preferentes
El caso de mi madre es uno más de los que afectan a los mayores estafados por las preferentes con los ahorros de toda una vida de trabajo. En su sucursal, sin ir más lejos, después de casi un año de reclamaciones reiteradas siguen sin entregar la documentación completa necesaria para plantear una demanda en condiciones, en contra de los derechos que amparan al ciudadano.
Nadie es responsable de nada, ni los directivos ni los que tenían que supervisarlos. Los empleados se amilanan, todos “han cumplido órdenes” (¿no les suena esta frase?), y me pregunto por qué toleramos que personas carentes de la más mínima ética e incluso humanidad gobiernen nuestras vidas y cómo es posible que, a pesar de la toma de conciencia de parte de la ciudadanía, la mayoría silenciosa siga siendo precisamente eso.— Pilar Mantilla Martínez.
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