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Tom Ford: “No hay nadie menos atractivo que los franceses”

El diseñador estadounidense se ensaña con la capital mundial de la moda y defiende su adorada Londres, donde acaba de inaugurar una tienda

Tom Ford, el 16 de septiembre de 2013,en la semana de la moda de Londres.
Tom Ford, el 16 de septiembre de 2013,en la semana de la moda de Londres.CORDON PRESS

En un mundo tomado por las declaraciones inanes y los comunicados de gabinete de prensa, siempre se puede contar con Tom Ford para caldear el ambiente. En una entrevista para el diario británico The Telegraph, el diseñador ha opinado sin tapujos sobre redes sociales y las mujeres retocadas y se ha atrevido a poner en tela de juicio el estilo de los franceses.

El texano considera que sus compatriotas estadounidenses no saben vestirse y que los franceses no se merecen su fama de pueblo elegante: “No hay otro lugar con gente menos atractiva por la calle”, dijo a la periodista Lisa Armstrong. Ford recalca que no quiere sonar “antifrancés”, pero sus palabras podrían ser una venganza dirigida a París, una ciudad a donde nunca se sintió bien recibido. En 1999, Ford sustituyó a su admirado Yves Saint Laurent en las colecciones de Prêt-à-Porter de la firma, que entonces fue comprada por el grupo Gucci hoy el conglomerado Kering. “El pobre hace lo que puede”, decía de él Saint Laurent, que criticaba públicamente sus colecciones.

El diseñador prefiere Londres, donde vive desde hace más de una década. Su hogar adoptivo es según él una de las pocas ciudades en las que “existe moda” y todavía se viste “apropiadamente”. Allí disfruta cenando en restaurantes en los que se deniega la entrada sin corbata y observando a las mujeres que han pensado detenidamente sobre su atuendo. Aunque sea algo, como apunta la autora del artículo, que solamente se vea por Mayfair, el acaudalado barrio donde reside el modisto junto a su pareja, el periodista Richard Buckley, y el hijo de ambos, Alexander.

Ford, de 52 años, no se corta criticando otras obsesiones contemporáneas, como el narcisismo rampante en Instagram, el conocimiento limitado de los blogueros o la fiebre de Twitter: “Tuitear es una de las cosas más tontas que existen”, sentencia.

Desde su etapa como director creativo de Gucci durante la década de los 90, Ford ha hecho caja con una fantasía de una mujer mundana y agresivamente sexy. No dudó en afeitar el vello púbico de una modelo según el logo de la marca y nunca ha tenido miedo al artificio. Sin embargo, no acaba de comulgar con la omnipresencia de la cirugía estética: “Hoy hay muchas chicas con aspecto de prostitutas […] Me gusta el cuerpo natural, la forma de pecho que era habitual en los años setenta. No soy heterosexual, pero no entiendo cómo a alguien le puede excitar algo relleno con una solución salina”.

El diseñador abandonó las pasarelas durante seis años y se dedicó a montar propia firma y probar en el cine, pero no ha podido resistirse a la vorágine de la industria. Tras unos años renegando de las presentaciones tradicionales ha vuelto a organizarlas en su adorada Londres, donde acaba de abrir tienda. Sus glamurosos desfiles, donde no faltan el champán y la gente guapa, son una de las citas más buscadas de la semana de la moda de la ciudad inglesa. “Si no tienes un abultado presupuesto para publicidad, la mejor manera de publicitar una marca pequeña es la pasarela”, comenta sobre su empresa que incluye moda, cosmética y gafas y que está a punto de lograr una facturación anual de mil millones de euros.

Su reciente paternidad ha sacado su faceta más hogareña. Deja la oficina a las seis de la tarde para bañar a Alexander –al que él llama Jack- y vuelve al trabajo después de la cena cuando el pequeño ya está dormido. Durante el día vigila la webcam que ha colocado sobre la cuna de Jack y encuentra fascinantes las conversaciones sobre colegios y ropa para bebés. Quién lo hubiera dicho de este incansable provocador.

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