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Don Limpio se pringa

Petr Necas llegó a primer ministro de la República Checa con la bandera de la anticorrupción Pero el lunes cayó salpicado por un escándalo Oro, sobornos y una red de espionaje, dirigida por su jefa de gabinete, que vigiló a la propia primera dama

Silvia Blanco
El ex primer ministro checo, Petr Necas, junto a su jefa de Gabinete, Jana Nagyova.
El ex primer ministro checo, Petr Necas, junto a su jefa de Gabinete, Jana Nagyova.

En la madrugada del 13 de junio, 400 policías de la brigada contra el crimen organizado entraron en la sede del Gobierno checo, en las oficinas de empresas públicas y en decenas de casas particulares situadas en distintas ciudades. Los checos, acostumbrados a los escándalos de corrupción, se despertaron a la mañana siguiente con la redada aún en marcha y con la sensación de que la magnitud de la operación —gestada desde hacía un año y medio— no tenía precedentes. En pocas horas se supo que los agentes se habían incautado de unos cinco millones de euros en metálico, decenas de kilos de oro en lingotes y que había siete detenidos, entre ellos el exdirector de la policía de inteligencia militar y Jana Nagyova, la jefa de gabinete del primer ministro, el conservador Petr Necas.

Necas hizo bandera de la lucha contra la extendida corrupción

Necas, de 48 años, estaba al frente de una coalición que abandera la lucha contra la corrupción de las élites, el asunto que encabeza en las encuestas las preocupaciones de los checos. Apodado Don Limpio en su partido, y físico de formación, Necas parecía el contrapunto moderado, casi gris, de su predecesor en el cargo por el mismo partido, el inflamable Mirek Topolanek, conocido por sus exabruptos y famoso, además, por figurar en las fotografías tomadas en Villa Certosa, la lujosa mansión de Silvio Berlusconi en Cerdeña, en las que se le ve desnudo junto a una joven en el jardín. Para entonces ya había tenido que renunciar al cargo para dar paso a un gobierno provisional. En 2010, Necas llegó a primer ministro y lo fue hasta el lunes, cuando cedió a la enorme presión para que dimitiera.

En el centro del escándalo que ha salpicado a Don Limpio está la detención de su mano derecha, Jana Nagyova. Dos días antes de que empezara la redada, Necas hizo saber en un comunicado que se divorciaba de su esposa, con la que llevaba 25 años casado y con la que tiene cuatro hijos. Tres días más tarde, el fiscal general anunció los cargos contra Nagyova. La acusa de sobornar a tres diputados rebeldes para que dejaran el cargo a cambio de altos puestos en empresas semipúblicas y de abuso de poder, por ordenar a la policía de inteligencia militar que vigilara a tres ciudadanos. El abogado de uno de los detenidos asegura que una de las espiadas es la todavía esposa de Necas y la prensa checa da por hecho que Nagyova y Necas tenían una relación amorosa.

El abogado de uno de los detenidos asegura que una de las espiadas es la todavía esposa de Necas

Ingeligente y eficaz, Nagyova, había escalado posiciones rápidamente en el partido de Necas, quien, como informa la BBC, justificó así en 2012 el pago de bonus a su jefa de gabinete: “Trabaja como una mula”. Pero quizá esta vez puso demasiado ahínco. ¿Para qué quería espiar a varias personas, entre ellas a la mujer del primer ministro? El fiscal apuntó la semana pasada a que sus motivos eran “de naturaleza puramente privada”, algo que sorprendió a los propios investigadores. Es más, su abogado asegura que lo que en realidad quería Nagyova era proteger a Radka Necasova, la esposa del primer ministro, de amenazas contra su seguridad. Según esta versión, recogida por The Wall Street Journal, la asesora estaba preocupada por supuestos intentos de los Testigos de Jehová de captar a la mujer, y para evitarlo o evaluar la situación no se le habría ocurrido nada mejor que usar los servicios de espionaje del Estado. Periódicos checos como iDnes han publicado que Nagyova empleaba un lenguaje cifrado para referirse a la vigilancia, según se desprende de filtraciones de las escuchas a las que, desde septiembre, la había sometido la policía. Así se ha sabido que la jefa de gabinete llamaba “comida para perros” a los espiados; “topos” a los que físicamente llevaban a cabo los seguimientos y “el señor del perro artificial” al jefe de la inteligencia militar al que dio las órdenes.

Mientras se busca a quien sustituya a Necas para que el Gobierno pueda acabar la legislatura, el embrollo es una irónica prueba de los avances del ya ex primer ministro en la lucha contra la corrupción. “Hace dos años nada de esto podría haber sucedido, el caso se habría cerrado. La corrupción es sistémica desde los años noventa, durante el proceso de privatización tras la caída del comunismo. Entonces surgieron varios grupos de poder parásitos del Estado, una especie de mafia económica privilegiada y conectada con los políticos”, explica el analista Jiri Pehe. “Ahora la policía y los fiscales están presionando más. El ambiente ha cambiado, y esa es la paradoja de este caso”, comenta. Don Limpio ha contribuido a ello. Incluso con su resplandeciente caída.

Sobre la firma

Silvia Blanco
Es la jefa de sección de Sociedad. Antes ha sido reportera en El País Semanal y en Internacional, donde ha escrito sobre migraciones, Europa del Este y América Latina.

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