Me cago en…
Cobraban porque sí, por señoritos, y para complementar la escasa nómina que ya les pagábamos usted y yo por apretar un botón en el Congreso
¿Saben aquel que diu de un operario que era llevado a juicio por blasfemo? Se había cagado en Dios cuando su compañero de trabajo, en un descuido, dejó caer sobre su espalda desnuda un chorro de plomo al rojo vivo. El acusado, que negaba los hechos, aseguró que al notar correr por su piel el ardiente líquido, se había limitado a decir: “Por favor, Pepe, lleva un poco de cuidado con el plomo”. El juez no le creyó. Tampoco nos creería a nosotros si negáramos habernos cagado en todo al enterarnos de los sobresueldos que 40 dirigentes del PP, en compañía de Alí Babá, cobraron entre 1990 y 2011: unos 22 millones de euros se repartieron los mismos que predicaban la austeridad y proclamaban que vivíamos por encima de nuestras posibilidades, los mismos que aseguraban que era preciso moderar los salarios, los mismos que han acabado con los derechos de los trabajadores.
Y no es que cobraran esa pasta en concepto de sueldo o como complemento de productividad, qué va, esta gente no ha producido nada que justificara tales emolumentos, signifique lo que signifique emolumentos. Cobraban porque sí, por señoritos, y para complementar la escasa nómina que ya les pagábamos usted y yo por apretar un botón en el Congreso. Todavía una cosa: el sobresueldo oscuro provenía asimismo, en gran medida, de los fondos públicos alimentados por los impuestos de usted y los míos. Esa panda de ladrones (presuntos), ahora en el Gobierno o en sus cercanías, son los mismos que nos han bajado el sueldo para resultar competitivos, los mismos que nos han subido los impuestos para sacarnos los hígados y los mismos que están a punto de estrangular a base de pensionazos a los viejos. Una mafia, en fin, completamente instalada bajo apariencias democráticas. Pero yo, señor juez, se lo juro, me he limitado a decir que lo que han hecho está muy feo.
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