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Bernie Ecclestone derrapa ante la Justicia alemana

El todopoderoso dueño de la fórmula, acusado de sorborno a un funcionario e incitación a la malversación

Bernie Ecclestone.
Bernie Ecclestone.Mark Thompson (Getty Images)

Son “tonterías”, según el magnate de la fórmula 1 Bernie Ecclestone, las acusaciones que podrían mandarlo a la cárcel por soborno de un funcionario público e incitación a la malversación. La Fiscalía de Múnich formalizará pronto estos cargos contra el multimillonario, según publicó la semana pasada el rotativo bávaro Süddeutsche Zeitung. Pero la juez Margarete Nötzel de la Audiencia Territorial pide paciencia a los curiosos y al propio Ecclestone, que recibirá una notificación de la Audiencia en las próximas semanas. Dice Nötzel que no habrá “ni confirmación ni desmentido” hasta que el sospechoso sea informado. La parsimonia burocrática en la próspera Baviera se agrava, en este caso, por los numerosos puentes que aligeran el mayo alemán. A mediados de junio se resolverá si entre los indudables talentos de Ecclestone para los negocios cuenta, según los fiscales, el arte de repartir sobornos millonarios.

La friolera de 35 millones de euros. Se los embolsó el banquero Gerhard Gribkowsky, hoy en la cárcel, de los alrededor de 2.600 millones de euros en los que se calcula la fortuna personal de Ecclestone. A cambio actuó, según su propia confesión, en contra de los intereses del ruinoso banco público bávaro BayernLB para garantizar que Ecclestone conservara el control sobre la serie de carreras de coches que cada año forman el Mundial. El negocio de estas carreras genera casi 400 millones de euros anuales.

Se cree que el magnate londinense pagó 35 millones en sobornos

El banco bávaro BayernLB se quedó hace algo más de 10 años con las participaciones en la fórmula 1 del multimillonario Leo Kirch, cuyo imperio mediático acababa de hundirse con gran estrépito. Como alto ejecutivo, Gribkowsky debía asegurar la influencia del banco en el estupendo negocio o, al menos, organizar una salida lucrativa para contener las pérdidas por la bancarrota de Kirch. Su participación se valoraba en más de 1.500 millones de euros.

Pero a Ecclestone le importunaba la presencia de banqueros públicos en los consejos de administración de su imperio. Según la versión del delincuente confeso Gribkowsky, lo llamó entonces a Londres para persuadirlo con una charla en la que el alemán dice haber temido por su vida. Cuenta el dominical británico Sunday Times que el magnate es un gran aficionado a las películas de El Padrino, en las que se hacen ofertas que no se pueden rechazar. Aquel día, el londinense habló a Gribkowsky de “las verdades de la vida”. Entre ellas, la de que él era el César incuestionable del circo de los bólidos.

Ecclestone sigue siéndolo a sus 82 años. Gracias, entre otras cosas, al efecto de su encuentro con Gribkowsky. Relató éste a los jueces muniqueses que, para su sorpresa, el británico le propuso trabajar de consejero. “Yo dije que sí. Me pidió un precio y le dije: 50 millones de dólares [39,4 millones de euros]”. Percibió Gribkowsky casi 35 millones de euros, se puso del lado de Ecclestone e impulsó la venta a terceros de las participaciones del banco en la fórmula 1, que culminó en 2005. Poco después y según varios diarios alemanes, estas participaciones estaban ya en la cartera de Ecclestone.

El BayernLB ha necesitado inyecciones de miles de millones de euros de dinero público para no quebrar en la crisis de 2008 y 2009. Tras conseguir que el BayernLB se desprendiera de su parte de la fórmula 1, Gribkowsky presionó al banco para que su socio cobrara una comisión. Más de 65 millones.

La fortuna del patrón del Mundial de coches se estima en 2.600 millones

Ecclestone dice, en cambio, que la verdadera víctima es él mismo. El banquero lo chantajeó para obtener el lucrativo puesto de consejero y un generoso préstamo al que accedió para evitarse engorros. Gribkowsky se llevó el dinero a paraísos fiscales variados y a Austria, donde metió una parte en una fundación de ayuda a niños enfermos de cáncer y así evitar impuestos. La llamó Fundación Rayo de Sol. Dice Gribkowsky que los millones se emplearon para ayudar a niños enfermos y que su propio hijo padeció la enfermedad. Sea esto cierto o no, los jueces de Múnich lo condenaron en verano a ocho años y medio de cárcel por evasión fiscal masiva y corrupción.

A favor de Ecclestone juega que el precio de venta obtenido por el BayernLB no era ninguna ganga. La confesión contra el británico firmada por Gribkowsky en verano le reportó mejoras en su régimen penitenciario y atenuó su condena. El corrupto banquero, que vivía a todo tren en un suburbio distinguido de Múnich, se ha puesto ahora a disposición de la Audiencia para perjudicar a su antiguo socio.

Los juzgados alemanes no procesan a acusados en rebeldía, así que Ecclestone podría negarse a viajar a Múnich y arriesgarse a una orden de detención internacional que sería nefasta para su trajín como jefe de la fórmula 1. Los reporteros especializados ya barajan posibles sucesores. Él asegura que seguirá “en el autobús hasta que caiga sea enterrado en él”. Es el vehículo que usa para desplazarse y trabajar, conocido también como el Kremlin.

La Audiencia de Múnich sopesa estos días la palabra de Gribkowsky contra la de Ecclestone. ¿Es más creíble el corrupto o el millonario? Implacable en su hermetismo, la juez Nötzel replicaba el viernes: “Ya veremos”.

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