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El atrevimiento de Sandra

De la realidad de los platós de televisión a la ficción de una primera novela. un libro, profuso en tintes autobiográficos, que Barneda vivió como una huida

Juan Cruz
Sandra Barneda, presentadora y ahora escritora.
Sandra Barneda, presentadora y ahora escritora.CLAUDIO ÁLVAREZ

Si eres famosa como Sandra Barneda (37 años, presentadora de dos programas en Telecinco, De buena ley y El gran debate), publicar una primera novela constituye un atrevimiento porque los lectores tratarán de hallar rasgos personales de la autora. La novela se titula Reír al viento (Suma de Letras); trata de una mujer ligeramente mayor que la autora que ha roto con su pareja y se va a Bali a vivir la aventura. Liga con un tipo espectacular, que luego desaparece misteriosamente; ella se cura de la incertidumbre gracias a varias compañías femeninas que le dan sosiego y belleza.

Ella no tiene miedo a que esos rasgos de la novela se interpreten como autobiográficos y florezcan en deducciones precipitadas; de hecho, ella ha ido a Bali, pero no en un proceso de huida. Además, vive sola y cultiva esa soledad como un talismán. Entonces, ¿hasta dónde llega y no llega en su libro? Su cara pasa, mientras responde, por varias fases: de concentración, de susto, de desconcierto. “No llego en muchas cosas que suceden. Llego”, dice, “en el desconcierto de poder reconocer por dónde tiro. Donde no llego es en la aventura de amistad que se vive”. Esos personajes “están en las venas” en cierto modo, “con lo cual llega un momento en que también tú los has vivido”.

Pero ella solo lo ha escrito. “Vas escribiendo y la tinta corre por tus venas hasta que llegas a confundir las vidas de esos personajes con la tuya propia. Es muy difícil marcarte el límite”. ¿Le resulta raro que la identifiquen? “Me resulta común. Creo que en la primera novela quieren identificar al autor, qué parte de él subyace, y esperaba que eso ocurriera siendo yo una persona pública. Además, el libro está escrito en primera persona y es de una mujer; por tanto, puede tener cierta lógica si buscan semejanzas conmigo. No me molesta, pero creo que se pierden los matices, la belleza de lo que escribes”.

“Vas escribiendo y la tinta corre por tus venas hasta que llegas a confundir las vidas de esos personajes con la tuya propia"

Es inevitable, le dice el periodista. “Sí, es inevitable… Cuando leo a Stephen King escribiendo de asesinos en serie digo: ¡qué mente debe de haber detrás! Todos tenemos esa parte que aparece luego en nuestra escritura, pero esa necesariamente no soy yo”.

Lo primero que ocurre en la novela es que la chica que huye “se folla”, así se dice, a un holandés que parece esculpido por Miguel Ángel (eso también se dice), pero luego el hombre desaparece. Después la relación es idílica con mujeres, y sobre todo con una mujer. ¿Le preocupó que se trasladara esa trama a la de su propia vida, que se interpretara la novela como autobiográfica? Ella dice: “No, no”, y precisa: “Ella viene de una relación de toda la vida con la que no se aclara, con un hombre, y tienen un hijo en común. Lo que ella descubre en esa relación que luego viene es que eso es parte de su libertad, de su despertar, de dejarse llevar sin más. Mi vida es completamente distinta, no tiene nada que ver, pero sí me apetecía mostrarlo. En mi primera novela tiene que aparecer una historia homosexual, me apetecía, y creía que debía aparecer porque forma parte de mi mundo y del mundo”.

Pausa y advierte: “No me hubiera gustado que se centrara en eso, me parecía muy básico para quien lo leyera; no es lo más importante de la novela, pero sí, está ahí”.

La escribió, ahí está. ¿Cómo se quedó? “Bastante vacía, transformada, porque también yo he vivido un viaje con ella, e incluso me he sentido triste por tener que despedirme de mis personajes”. ¿Y cómo está ahora, en qué momento? “En uno de atreverme, de estar conmigo. Era un miedo muy grande escribir, tenía ganas de escribir una historia sobre cómo quieres plantearte la vida”.

Soledad, incomprensión, desconcierto, soledad, culpa. Una mujer famosa, “una tía buena” como la que se describe en la novela, qué raro que se rodee de esos vocablos. “Las personas no somos la primera capa, tenemos muchas más. Ese personaje de la televisión va más allá de ese éxito. Y por las vivencias que he tenido, mi demonio es la culpa”. ¿De qué? “De fallar, de hacer daño. En mi vida personal y en mi vida profesional”.

La fama acaricia y hiere. “Es una ficción, y si te la crees, enfermas. Ahora integro la fama, pero no sirve para vivir de ella. Mi vida es otra cosa, tengo otras pasiones”. El libro es un atrevimiento. ¿El próximo? “El próximo atrevimiento será producir televisión”. ¿Y a nivel personal? “Buscarme por dentro. Ese es mi atrevimiento”.

El libro, dice, “me sirvió para canalizar emociones que tenía enconadas. Sana si eres honesta, claro, y yo lo he sido. Ojalá me embarque en otra”. Cae una tormenta sobre Madrid y ella se va a su casa. El templo, dice, de su silencio. La tormenta está en la ciudad. Con el libro dice que halló sosiego.

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