El olvido
Es fácil pasar por alto un hecho cuando la clase política enmascara la verdad y el periodismo no la cuenta, pero eso no disculpa la desatención
Crece la indignación desde que el programa Salvados recuperara del olvido el vergonzosamente archivado accidente del metro de Valencia en 2006: 43 víctimas mortales, un número similar de heridos y una clase política que sin escrúpulos forzó que la investigación se cerrara en falso para que esa comunidad que presumía de ser un ejemplo de bonanza para Europa estuviera libre de toda sombra. Crece la indignación y me sumo. Cómo no sumarse: yo también sentí, como cualquiera que vio el programa, ese calor interior que produce la rabia. Pero no escribo aquí para expresar un sentimiento tan común hoy que ya se ha convertido en clamor, y que ha de forzar la reapertura del caso; lo que desearía confesar es algo que ha de hacerse individualmente, sin que de nada sirva refugiarse en las reivindicaciones colectivas: yo también olvidé a esa pobre gente que pedía justicia ante el mayor accidente de metro jamás habido en España. La hermana de una víctima lo expresaba de manera mucho más precisa: si este accidente hubiera tenido lugar en estos dos últimos años los ciudadanos hubieran exigido más responsabilidades que en aquel 2006. Cierto. Los ciudadanos, usted, o yo, que tengo esta columna en la que puedo hacer algo más que dar cuenta de mi furia cada semana.
Lamento el olvido. De acuerdo que es fácil pasar por alto un hecho cuando la clase política enmascara la verdad y el periodismo no la cuenta, pero eso no disculpa la desatención. No es cuestión de darse golpes de pecho, sí de reconocer que no se está siempre a la altura. Como tampoco lo están aquellos que votan reiteradamente a los que gobiernan como caciques. Pero cunde ahora una especie de rechazo a nombrar la responsabilidad ciudadana. Por eso no tengo la intención de aliviar mi error compartiéndolo con nadie, solo quiero expresar mi personal e inaceptable olvido.
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