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Alec Baldwin vuelve a empezar

El actor estrena una obra en Broadway, espera un hijo con su nueva mujer y se reconcilia con su primogénita

Alec e Hilaria Baldwin, el 18 de abril en el estreno de 'Orphans'
Alec e Hilaria Baldwin, el 18 de abril en el estreno de 'Orphans'Mike Pont (AFP)

Un hombre renovado. Así se ve Alec Baldwin en esta etapa de su vida. Nueva esposa, nuevo bebé, nueva carrera. ¿Ha cambiado tanto? Puede ser. Al lado de Hilaria Thomas, la española 26 años más joven que él con la que se caso el verano pasado, ofrece una imagen idílica con paseos románticos por Nueva York, donde se conocieron. A su lado incluso ha perdido 15 kilos, debido a la vida tan sana que llevan. Nada que ver con el explosivo divorcio que le separó hace ya cerca de tres lustros de su anterior mujer, la despampanante Kim Basinger.

Alec e Hilaria Baldwin esperan a su primer hijo, una paternidad que el actor vivirá de manera especial, como una segunda oportunidad. Lejos quedan los exabruptos que le soltó a Ireland, nacida de su matrimonio con Basinger, a quien llamó “cerda sin miramientos” en un vergonzoso mensaje telefónico filtrado en una sociedad deseosa de conocer los trapos sucios de sus famosos. Ese fue el punto más bajo de su carrera. E incluso de su vida: llegó a pensar en el suicidio como la salida más airosa del pozo según relata en su autobiografía A Promise to Ourselves: A Journey Through Fatherhood and Divorce.

Su nombre sigue presente en los tribunales, donde espera sentencia en los juicios que mantiene abiertos

Ahora todo eso suena a antiguo. El Baldwin de ahora celebra el éxito cocechado el pasado 18 de abril, cuando se levantó el telón del teatro Gerald Schoenfeld de Broadway con la puesta en escena de Orphans. Fue un buen momento para demostrar su cambio. De su trabajo teatral hablan ahora los críticos, aunque su valía como actor nunca estuvo en tela de juicio. Ha mostrado su talento en todos los campos: como galán, como estrella de cine y como artista de televisión, donde consiguió reírse de si mismo con el retrato bufo de un directivo mediático en Rockefeller Center.

Pero por muy prometedora que sea su segunda oportunidad, el que tuvo, retuvo y guardó para la vejez. El nombre de Baldwin sigue siendo presencia constante en los tribunales, ya sea por su culpa o la de otros. Ahí está la denuncia contra esa fan, Genevieve Sabourin, que no deja de acosar al matrimonio Baldwin. Y las denuncias presentadas por un fotógrafo del New York Post, donde se asegura que el actor utilizó epítetos raciales contra el paparazzo.

Más preocupante para su reforma es el percance, aireado en las redes sociales, que protagonizó junto a quien iba a ser su compañero de reparto en el teatro, Shia LaBeouf. A pocas semanas del estreno de la obra, el joven protagonista de Transformers y alevín de Steven Spielberg fue despedido. ¿La razón? Una incógnita, pero en su cuenta de Twiter LaBeouf puso en evidencia el volátil temperamento de Baldwin, su falta de preparación a la hora de saberse el libreto y, sobre todo, la falta de compañerismo de alguien al que acusó de ser el culpable de su despido. De ahí los temores de que el caso acabe en un “posible litigio”, como Baldwin reconoció en una reciente entrevista.

“Nací para escupir a Murdoch”, dijo al ver las fotos de su hija en biquini en ‘The New York Post’, con el que tiene abierta una disputa legal

Es difícil empezar una nueva andadura sin equipaje. O que se lo digan al mayor de los Baldwin y lo que pudo sentir cuando vio las fotos de su hija Ireland posando este mes en biquini en las páginas de su odiado New York Post, en su debut como modelo. Por eso no es de extrañar que su padre soltara que nació “para escupir a Murdoch”, el famoso editor, entre otros, de ese periódico.

Además está el Baldwin benéfico o benefactor, vendiéndose a sí mismo al mejor postor por una noche para obtener fondos para la fundación del Sindicato de Actores o donando 190.000 euros para la reconstrucción de su querida Nueva York o más de cinco millones para otras causas benéficas. Nobleza no le falta a este liberal, al que le habría gustado ser político. Ahora solo falta saber si será capaz de controlar a su otro yo, ese que la justicia describió como alguien “intermitentemente explosivo” durante el largo, costoso y vergonzante juicio por la custodia de su hija Ireland.

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