El paso del asteroide
Esta vez nos vamos a librar, pero la caída de un pedrusco de esas dimensiones podría causar daños muy graves
Parece que esta vez nos vamos a librar. Los astrofísicos aseguran que el asteroide 2012 DA14 que hoy pasará “rozando” la Tierra, a 27.700 kilómetros de distancia, no impactará con ella, lo cual es un alivio, pues la caída de un pedrusco como este, de 50 metros de diámetro, provocaría un cráter de 1,5 kilómetros de diámetro y su efecto expansivo podría causar daños muy graves, especialmente si cayera sobre una zona urbana.
Tranquiliza saber que esta vez el asteroide descubierto hace un año se comporta como se esperaba, pero no tanto descubrir algo que, por desconocido, está fuera de nuestros cálculos cotidianos de riesgo: que ahí afuera, merodeando a nuestro alrededor, hay más de 500.000 objetos celestes de entre 50 metros y 1 kilómetro de diámetro. La estadística indica que cada 40 años pasa un asteroide como el DA14 cerca de la Tierra, e impacta en ella cada 1.200. Cuanto mayor es, peores son los daños, claro. En Arizona hay un cráter enorme de un asteroide de 75 metros que impactó hace 50.000 años. Y, llegados a este punto, resulta inevitable pensar en los dinosaurios, esas entrañables criaturas —que, de seguir viviendo entre nosotros, no nos lo parecerían tanto— que probablemente se extinguieron, junto a otras muchas especies, por el impacto de un asteroide de 10 kilómetros de diámetro. Pero eso ocurrió hace 65 millones de años.
En realidad, impactan objetos celestes con cierta frecuencia, pero, por debajo de los 15 metros, la atmósfera los neutraliza. El choque los desintegra y como mucho pueden llegar a la tierra fragmentos como los que cayeron sobre el desierto de Sudán el 6 de octubre de 2008.
Sin embargo, Don Yeomans, el mismo científico de la NASA que nos tranquilizó respecto del asteroide que hoy se nos acerca, aseguró también que la probabilidad de morir por el impacto de uno de estos objetos celestes es de una entre 40.000. Ciertamente parece muy improbable, pero no tanto si lo comparamos con la probabilidad de ganar esta semana el bote —52 millones de euros— del Euromillón, que es de una entre 116.531.800. Y, sin embargo, jugamos. Disquisiciones probabilísticas aparte, la ventaja de especular sobre asteroides es que nos ilustra, y además nos distrae de esas otras grandes sacudidas como la de la corrupción, cuyas ondas expansivas no paran de crecer.
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