Las dos caras
Conviven en el mismo espacio, como sucede con las dimensiones paralelas, una realidad A y una realidad B
No es ya que el PP dispusiera de un dinero A y de un dinero B, es que la doble contabilidad parece el modelo dominante. Así, Ana Mato es la cara A de Jesús Sepúlveda al modo en que Amy Martin era la cara B de Irene Zoe Alameda. Tenemos también una justicia A y una justicia B, una sanidad A y una sanidad B, una educación A y una educación B, todo ello en función de las disponibilidades económicas del contribuyente. Por abreviar, resulta que conviven en el mismo espacio, como sucede con las dimensiones paralelas, una realidad A y una realidad B. La realidad A de Rajoy, por ejemplo, es la de un señor que ha perdido dinero por dedicarse a la política. Ha perdido mucho dinero, mucho, mucho, el otro día no quiso decirnos cuánto por modestia y para evitarnos la vergüenza que sentiríamos al conocer la cifra siendo, como somos, tan desagradecidos. Claro que todo lo que ha perdido Rajoy lo han ganado Bárcenas y sus alrededores. Bárcenas es, en cierto modo, la versión B de Rajoy. Por eso Rajoy le pagaba el abogado y le mantenía el coche y el chófer y la secretaria y el despacho… La cara A de Rajoy es la de un héroe dispuesto a sacrificarlo todo por usted y por mí y por la patria, porque si es necesario nombrar la patria, nombramos la patria y tiramos de la bandera. Lo importante es que el ruido retórico de la cara A oculte la orgía de la cara B. Y hay que hacer mucho ruido para tapar el jadeo sexual de 22 millones de euros, por dar una cifra que ya se va quedando corta, pues de la cara B, de momento, solo hemos visto la nariz de Pinocho. Quedan por aparecer los ojos, y la frente y la boca, o la bocaza de las grandes palabras. De modo que en apariencia estamos gobernados por una cara A con caracteres de imprenta, pero quien manda es la B, escrita a mano. Lo que tienen en común las dos caras, o jetas, es lo duras que son.
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