El líder espiritual que se crece tras la sombra de Tom Cruise
La amistad entre el actor y el líder cienciólogo ha sido descrita como la más cara de Hollywood Un nuevo libro asegura que Cruise vive bajo la influencia de David Miscavige, quien presuntamente consiguió retenerlo cuando, tras una crisis de fe, trató de abandonar la iglesia en los noventa
Los neófitos en el opaco universo que conforma la Iglesia de la Cienciología probablemente coincidirán en destacar a su fundador, el escritor Ron L. Hubbard, y a Tom Cruise como sus rostros más reconocibles. Hubbard falleció en 1986, el mismo año en que el actor ingresó en la confesión, pero, más allá del simbolismo que subyace tras la coincidencia, es la volátil figura del actual líder del movimiento, David Miscavige, la responsable de haber promovido a la estrella como su principal adalid mediático.
Poco se conoce de Miscavige, mano derecha de Hubbard y encargado de sucederle en la dirección. El último libro sobre esta religión, Going clear, de Lawrence Wright, periodista de The New Yorker y premio Pulitzer, aborda, entre otros temas, la ascensión hasta la cúpula y la controvertida personalidad del actual responsable, ilustrada, en buena medida, a través de su relación con Cruise.
“Bajo su liderazgo”, han denunciado recientemente dos exfeligreses, “la Iglesia se ha desviado de sus principios para convertirse en una empresa cuyo principal objetivo es quedarse el dinero de la gente”
Miscavige es presentado casi como un Rasputín de la cienciología, despótico, obcecado por el control —una premisa que ha negado categóricamente a EL PAÍS la portavoz internacional de la confesión, Karin Pouw: “El contenido de Going clear es ridículo, propio del peor de los tabloides de venta en supermercados”, indicó vía e-mail—. Asimismo, alguien que también se empeñó en expandir la influencia de esa religión y su cuota de famosos, una obsesión que heredó de su mentor. Hubbard logró enrolar entre sus filas a Gloria Swanson. Cuando Miscavige se convirtió en el líder, reparó en un joven Cruise que, con las películas Rebeldes y Risky business, se proyectaba como futuro rey de la meca del cine.
Lo que debía ser una aproximación a Cruise movida por el interés de Miscavige en servirse de la fama del actor para divulgar el mensaje cienciológico, se convirtió en un flechazo que ha derivado, según Wright, en una especie de simbiosis perfecta. El intérprete se inspiró en Miscavige para su personaje en Algunos hombres buenos, y muchos coinciden en que el carácter de Cruise se ha contagiado de la personalidad intransigente del líder de la Iglesia.
Tras conocer a Cruise, Miscavige decidió poner fin a la austeridad de su día a día. Las comidas que ofrece a sus invitados, según Going clear, pueden alcanzar los 20.000 dólares; ha sustituido a su sastre por el mismo que viste al actor, y cuando no se desplaza en el jet privado de la estrella, alquila un Boeing a 50.000 dólares el trayecto. Un tren de vida que ha despertado los recelos de algunos de sus exfeligreses. Esta semana se ha sabido que Luis García y su mujer, Rocío, han interpuesto una demanda contra Miscavige en la que le acusan de haberse quedado con los más de 420.000 dólares que ellos destinaron a obras benéficas de la cienciología. “Bajo su liderazgo”, opinan, “la Iglesia se ha desviado de sus principios para convertirse en una empresa cuyo principal objetivo es quedarse el dinero de la gente”.
Las biografías de Miscavige y Cruise podrían encajar perfectamente en una edición contemporánea de las Vidas paralelas de Plutarco. El excienciólogo Marc Headley, quien trabajó 15 años cerca del líder, define esta fascinación mutua como “el bromance más intenso y caro de la historia” (el término bromance designa la relación no sexual entre dos hombres que están inusualmente unidos). “La imagen que se recoge en el libro de Wright sobre ambos es falsa e insultante. Nuestra Iglesia tiene muchos feligreses, algunos son famosos y además muy buenos amigos de Miscavige”, explica Pouw.
A la pareja solo la separan dos años de diferencia: el actor nació en 1962, y el líder religioso, en 1960; su ascensión profesional coincide en el tiempo; ambos adoran las motos y los deportes de riesgo; ambos se criaron en el seno de familias humildes; ambos tuvieron problemas en la infancia que determinaron su trayectoria personal… Cruise sufrió dislexia. La frágil salud de Miscavige hizo que sus padres se acercaran a la cienciología cuando este solo contaba con 10 años para tratar de encontrar una cura. No sucedió, pero el chaval rápidamente se sintió atraído por las reglas oscuras y draconianas del movimiento.
Miscavige se convirtió en una especie de niño prodigio de la religión. Con 12 años fue el más joven en asistir a las auditaciones —el método de “asesoramiento espiritual” desarrollado por Hubbard, explica en un correo Iván Arjona, presidente de la cienciología en España—; con 16 años abandonó el instituto para enrolarse en la Organización del Mar —la orden religiosa de la confesión, según Arjona—, y con 19, Hubbard lo nombró action chief, el responsable de asegurarse del cumplimiento de los principios fundacionales de la cienciología.
“El contenido de [el libro sobre la religión] Going clear es ridículo, propio del peor de los tabloides de venta en supermercados”, asegura la portavoz internacional de la Iglesia de la Cienciología, Karin Pouw
Wright asegura que Miscavige ha tratado de satisfacer todos los caprichos de Cruise. Supuestamente, ordenó la plantación de un jardín en pleno desierto de California cuando se enteró de que el sueño de Nicole Kidman era pasear junto al actor entre las flores; cuando Cruise sufre alguna recaída en su fe, como presuntamente ocurrió en 1998 y tras el divorcio de la intérprete australiana en 2001 —Pouw desmiente todo—, Miscavige es el primero en prestarle ayuda espiritual, reforzando su autoestima hasta el punto de hacerle creer que tiene la capacidad de curar las depresiones o de que podría convertirse en presidente de EE UU, siempre según Wright.
Una dedicación muy ventajosa. La cienciología se ha beneficiado del acceso a los poderosos que la fama ha facilitado a Cruise. Presuntamente, tras reunirse con Bill Clinton, el actor consiguió que el Gobierno de EE UU eximiera a la confesión de pagar impuestos. Miscavige es el mentor en la sombra, un hombre que parece sentirse bien parapetado en la oscuridad, aunque a veces le asalten brotes de megalomanía, como el que evidenció hace dos semanas en un anuncio publicado en The Atlantic en el que se alababan sus virtudes. La revista retiró el panfleto a las pocas horas con una nota de disculpa. Cruise parece más dotado para los titulares.
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