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DEFENSOR DEL LECTOR
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Homofobia involuntaria?

Debate sobre si las investigaciones científicas sobre la homosexualidad y su publicación lo que hacen es tratar como patología esta orientación sexual

Tomàs Delclós

Un lector, Gerardo Vizmanos, ha remitido una extensa queja por la información La ‘última’ explicación de la homosexualidad en la que se describe una investigación epigenética sobre la homosexualidad. El remitente considera que “comenzar diciendo que ‘la causa de que existan hombres gais o mujeres lesbianas sigue intrigando a los científicos’ o seguir diciendo que ‘el hecho de que ese tipo de orientaciones se den en prácticamente todas las culturas y que haya persistido a lo largo del tiempo’ son propias de una patologización de la orientación sexual. Supongo que produciría sonrojo leer un artículo sobre cuáles son las causas de que existan hombres o mujeres heterosexuales, que, por cierto, también se dan en todas las culturas, pero en el caso presente además de sonrojo producen enojo porque además del significado de falta de rigor está presente el significante de la homofobia. Solo bajo un esquema de homofobia interiorizada es posible enfocar así la noticia. (…) La división cartesiana del sexo en hombre y mujer o de su adscripción obligatoria al género masculino o femenino o la división clínica de homosexualidad y heterosexualidad es una convención humana que resulta simple y reduccionista y que no atiende a la realidad. La aceptación del redactor del hecho de ‘los homosexuales’ como un grupo susceptible de ser analizado o como algo diferente a una supuesta normalidad,y sobre el que sea aceptable encontrar causas de existencia y razones de persistencia, supone un enfoque que acepta esta división cartesiana construida con parámetros profundamente homófobos y que hacen el artículo ofensivo”.

He considerado pertinente publicar sus elaboradas reflexiones, aunque no las comparta, porque plantean un debate vivo socialmente como demuestran los comentarios a la citada noticia en el propio diario: ¿los estudios científicos sobre la homosexualidad la convierten en una patología, en la medida que estudia lo que no es normal?

Es cierto que históricamente y de manera aberrante, la homosexualidad ha sido considerada una enfermedad mental. De hecho, hasta 1973 no decidió la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) eliminar la homosexualidad del Manual de diagnóstico de los trastornos mentales (DSM). Y no fue hasta 1990 que la OMS decidió hacer lo propio.

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También es cierto que la instalación de estereotipos nocivos en una sociedad es muy difícil de desactivar plenamente. Sin embargo, la investigación sobre hipotéticas explicaciones de la homosexualidad no debe conducir forzosamente a estigmatizar esta orientación sexual ni ha de suponer que se contemple como una anomalía que debe curarse. Puede obedecer perfectamente a una necesidad de conocimiento. Quien lo haga con otra finalidad comete un tremendo error o lo hace con intención persecutoria.

También hay estudios sobre la mayor presencia de personas rubias en los países nórdicos o sobre las personas zurdas sin que ello deba suponer que se penaliza el ser rubio o zurdo (aunque también se ha dado eso en el último caso). En un segundo mensaje tras una respuesta privada por mi parte, el lector concretaba que “a diferencia de las personas ‘rubias’ que existen, el término homosexual es una mera clasificación social que para muchos (…) no existe como algo esencial, sino que es una mera construcción nacida desde la injuria”. Y concluía: “Aceptar un discurso de la búsqueda del origen de lo homosexual es, a mi juicio, aceptar al mismo tiempo una taxonomía sobre la orientación sexual como patológica”.

El lector reprocha al diario no estar lo suficientemente atento a los sistemáticos episodios de discriminación que padece este colectivo. “En particular el racismo, el machismo y la homofobia han destacado por causar sufrimiento físico y psicológico, además de muertes. Supongo que su periódico también es consciente de que la homofobia no es un tema académico, sino una realidad patente que causa torturas y condenas de muerte o cárcel con trabajos forzados en muchos países. Pero no hablamos de un problema lejano. Hablamos de un problema que causa que miles (y digo miles) de adolescentes sufran un acoso insoportable a diario, llevando a muchos a poner el suicidio adolescente en un lugar destacado en las causas de muerte en nuestro país. Asuntos todos estos que, lamentablemente, no veo que encuentren en su periódico el mismo eco que la noticia a la que se refiere el artículo”.

Más de 70 estados tienen leyes para perseguir las relaciones homosexuales

Sin entrar a valorar si la cuantía de artículos es suficiente, el diario y el propio autor del mencionado artículo han estado atentos al tema. He hecho un repaso a noticias recientes sobre la cuestión. El autor de la citada información explicaba en octubre la presentación de la primera demanda por parte de una persona lesbiana por la represión sufrida durante el franquismo.

En el artículo se recordaba que “gais, lesbianas y transexuales sufrieron, con diferente rigor durante el franquismo, primero la ley de vagos y maleantes y, luego, la de peligrosidad social. Los artículos que se les aplicaban de esta última estuvieron en vigor hasta 1979, cuatro años después de la muerte del dictador. Incluso hubo algún caso en que se les aplicó en plena Transición. Tampoco fueron beneficiados por el indulto de 1975 ni la amnistía de 1976”.

En septiembre recogía una encuesta que denunciaba que el 43% de los alumnos que se sienten acosados por su orientación sexual piensa en el suicidio; el 35% lo planea; el 17% lo intenta. Al comparar estos datos con otros trabajos sobre el acoso en general, la proporción de jóvenes homosexuales que se plantean quitarse la vida es el triple que en el resto. La causa de esta desigualdad está en la acumulación de estigmas y la falta de apoyos. La mayoría de los menores y jóvenes homosexuales intenta ocultarlo a sus padres. De hecho, de los acosados, solo el 18% pidió ayuda a la familia; un 10% no lo hizo, pero no pudo ocultar su situación, y el resto, el 72%, no dijo nada en casa. Por último, en mayo, recogía una estadística según la cual 78 Estados mantienen leyes para perseguir las relaciones homosexuales. En siete se mantiene la pena de muerte.

En otro orden de cosas, el domingo pasado, en portada, se publicó una fotografía de Jaled Meshal, líder de Hamás en el exilio, en su primer viaje a Gaza. La fotonoticia remitía a un editorial en la página 30 y a una información en la sección de Internacional, en la página 6, que ocupaba una columna.

Sin embargo, en varias ediciones la citada página estaba ocupada por un anuncio y la noticia, que tuvo su versión digital, además de una amplia fotogalería, no podía leerse en ninguna otra página.

Se trata de un lamentable error al desplazar un anuncio y no administrar la información que la citada publicidad desalojaba de la página en otra de la misma sección. Esta es la explicación de lo sucedido, no una excusa por algo que no debió haber ocurrido.

Otro error fue el pie de foto publicado el día 10 sobre la información titulada Bildu evita citar a ETA en su primer acto por las víctimas en San Sebastián.

En contra de lo que reseña el texto informativo —Bildu evitó hacer cualquier alusión a ETA—, el pie de foto presenta a dos dirigentes de Bildu “en el homenaje a las víctimas de ETA”. Como señala un lector de Bilbao, “amén de falso políticamente, es contradictorio con el propio titular”.

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