La ilimitada vanidad de Lagardère

La prensa belga y francesa se pregunta qué intenta conseguir el multimillonario francés Arnaud Lagardère aireando de nuevo su vida privada en televisión. El director general del conglomerado que lleva su apellido, llamado por muchos "la joya de la corona" de la industria gala, es destacado accionista del grupo editorial Hachette y tiene una importante participación en el fabricante aeronáutico europeo EADS (que produce desde misiles hasta aviones Airbus) de la que el pasado martes expresó su voluntad de desprenderse "probablemente" en 2013. Desde que asumió sus riendas en 2003, tanto las apariciones públicas como muchas de las decisiones empresariales del delfín han generado desconcierto entre las filas del Grupo Lagardère. Entre ellas, su estrategia de venta de algunas de las compañías más emblemáticas del conglomerado —como las ediciones internacionales de su popular cabecera Elle— para centrar sus esfuerzos en el deporte. En los círculos industriales se comenta que la actitud del patrón está en las antípodas de la veneración que suscitaba su añorado padre, el célebre empresario Jean-Luc Lagardère, que levantó un negocio que hoy genera unos 8.000 millones de beneficios anuales y emplea a 27.000 personas.

Arnaud —como muchos le conocen, a secas— captó una vez más la atención de los medios la semana pasada gracias a un documental que emitió en horario estelar la cadena de televisión belga RTBF. Durante 52 minutos, La Belle, le Milliardaire et la Discrète (La bella, el millonario y la discreta) repasa la lujosa vida íntima del magnate y su pareja, la modelo belga de 22 años Jade Foret, dando buena cuenta de la colección de 50 coches Porsche que posee el empresario o del mimo con el que este supervisa la carrera en el mundo de la moda de su novia, con la que tuvo una hija en septiembre. En una escena se ve a Lagardère trabajando en la cocina mientras Foret habla de su “culo bonito y pequeño”. En otra, se le muestra cantando La Marsellesa en el Stade de Francia, animado por la madre de su pareja, la "discreta" a la que irónicamente hace referencia el título. Periódicos franceses y alemanes han tildado la pieza de "vergonzosa" y "perturbadora". La audiencia, que parece cada vez más hastiada de las muestras de vanidad de una de las mayores fortunas europeas, le dio la espalda. Solo unas 200.000 personas siguieron las últimas peripecias televisadas del empresario que en 2007 alojó a Nicolas Sarkozy durante sus reveses conyugales. Lagardère definió entonces al expresidente francés como "más que un amigo, mi hermano",

No es la primera vez que el millonario y su pareja se ponen ante las cámaras mostrando sus intimidades. El año pasado, una videoentrevista que hicieron con motivo de una sesión fotográfica para el diario belga Le Soir mostraba al empresario entre peluches, sonriendo sumiso a su pareja, en una escena que el rotativo francés Le Monde calificó de "vulgar". El clip acumuló más de dos millones de visitas en YouTube e incendió las redes sociales, donde se criticó la llamativa ostentación del delfín en un contexto de crecientes desigualdades sociales. Tras el escarnio que se cernió sobre ellos, Arnaud reconoció que las fotos y el vídeo eran “ridículos” y aseguró que no volvería a hacer público ningún detalle de su vida privada.

Un año después, este Peter Pan de la industria francesa ha cambiado de idea. En su línea, ha vuelto a sorprender a periodistas, público e inversores de sus empresas. Estos últimos han vuelto a censurar la “inmadurez” y el desinterés de Arnaud por el negocio que su padre le legó y por su poca discreción. “Tenemos un jefe en estado volátil y gaseoso”, denunciaban, cuando todavía ignoraban su intención de deshacerse de su participación en EADS. Hay quien señala que el renovado exhibicionismo del multimillonario podría obedecer a una estrategia para desviar precisamente la atención sobre sus negocios.