Perez Hilton busca el perdón
El rey de los blogs de cotilleos quiere redimirse: no quiere más enemigos Un cambio físico radical y su fama, comparable ya a la de las estrellas que critica, le han otorgado una nueva perspectiva ante la vida
Un martes lluvioso, Perez Hilton se arranca a cantar en el teatro Kirk de Nueva York. El rey de los chismes de Internet entona, en calidad de estrella invitada del espectáculo Newsical the musical, un solo donde presume de haber dejado atrás al cotilla malicioso con que se hizo famoso. A su espalda, en una pantalla, una foto de Julia Roberts con la axila sin depilar. Tras compararla con la pelusa de una mascota, corrige con una gran sonrisa: “Ya no puedo decir cosas así, ¡y me está volviendo loco!”. Le sucede una imagen del actor Robert Pattinson con una camisa manchada de sudor. El bloguero husmea sus sobacos y el público murmura: “Arghh”. “He decidido que voy a ser respetuoso”, sigue cantando, sin resultar muy convincente.
Al margen de la credibilidad que ofrece este propósito de enmienda, lo cierto es que Hilton, que nació Mario Armando Lavandeira Jr., se ha embarcado en una especie de gira de redención tras alcanzar la fama global con PerezHilton.com, su popular web de cotilleos. En ella ha acabado con la paciencia de muchos famosos a los que ha insultado o sobre cuyas fotos ha garabateado groserías (como aquel famoso pene que dibujó sobre Rumer, la hija de Bruce Willis). En 2009, por ejemplo, el bloguero se enzarzó en una bronca con Will.i.am, cantante de Black Eyed Peas, a la salida de una discoteca de Toronto. Hilton le había llamado homófobo.
Cuando, en 2010, hizo campaña contra el bullying a adolescentes gais, algunos en Hollywood le acusaron de hipócrita. Él mismo había acumulado críticas por un tuit que le inspiró una foto de Miley Cyrus (entonces, de 17 años) saliendo de un coche con la falda levantada. La estrella de realities Khloe Kardashian, blanco habitual del bloguero, hizo circular un vídeo denunciándolo, y Hilton fue al programa de Ellen DeGeneres a entonar el mea culpa. La recepción fue fría.
Desde entonces, el escarmentado Hilton, de 34 años, ha rebajado considerablemente el tono de su retórica. En abril compartió en público su iluminación con la presentadora Oprah Winfrey, provocada en parte, declaró, por la pérdida de peso. Explicó que había dejado de beber alcohol y empezado a acudir a un terapeuta. En septiembre, en otro programa de televisión, pidió disculpas a Sarah Jessica Parker por años de burlas. “Para mí, lo importante no es gustar, sino que la gente piense que ya no soy tóxico para el mundo”, razona, bebiendo una coca-cola light en un restaurante neoyorquino.
Ha renovado su web para incluir secciones de corte más familiar sobre hijos de famosos, mascotas y ejercicio físico, y dice que le gustaría hacer carrera en Broadway, presentar un espacio de entrevistas y organizar un festival de música, algo que podría ponerlo en una situación extraña: estar cara a cara con famosos a quienes ha insultado durante años. “Soy consciente de que habrá mucha gente resentida, además de un montón de escépticos”, confiesa, “y eso está bien; no pretendo ser perfecto”.
Hilton empezó a bloguear en 2004 y llegó a la cúspide en 2007, cuando empezó a aparecer en televisión. Sin embargo, tal vez envalentonado por el uso de un seudónimo y la cortina del ciberespacio, no siempre parecía obsesionado con la verdad. “Ser famoso no hace que merezcas que escriban mentiras sobre ti”, se queja Amanda Lundberg, relaciones públicas de, entre otros, Tom Cruise (un blanco frecuente de Hilton) y que se muestra escéptica respecto a la reconversión de la que presume el bloguero. “Puede que te muestres más amable y respetuoso, pero ¿qué es eso? ¿Y qué hay de la verdad? Es solo otro discurso para obtener más tráfico en una web”.
Efectivamente, a veces la lógica de Hilton sobre qué resulta ofensivo es desconcertante. El mismo que antes profería comentarios de índole sexual sobre Cyrus, ahora protesta cuando un fotógrafo le pide que pose de pie sobre una butaca del teatro Kirk: “Sería una falta de respeto hacia los espectadores”.
Otros publicistas, en cambio, sí aprecian un cambio de actitud. “Antes tenía que estar pendiente de lo que decía”, asevera Simon Halls, agente de Jude Law, un actor que ha tenido su cuota de brillo en los tabloides. “Ahora ya no tengo que preocuparme por ello”. Con esta súbita suavidad, Hilton también ha visto vacilar su popularidad en la Red. Según comScore, los visitantes únicos de PerezHilton.com han descendido de 4,68 millones en agosto de 2011 a 4,17 millones el mismo mes de 2012. Hilton parece vislumbrar ahora metas más altas que los datos de audiencia y atribuye este cambio personal a un interés por estar física y mentalmente saludable. A principios de año dejó de beber durante cinco meses (no es un alcohólico, añade) y comenzó a vigilar más estrictamente su dieta.
En la terapia, cuenta, ha pasado horas meditando sobre su relación con su madre y su hermana, Barbara, que supervisa la oficina y gestiona la agenda de Hilton. Además recibe clases de yoga todos los días, en parte para ejercitar el músculo bajo una piel que ha perdido elasticidad tras bajar casi 37 kilos de peso. Ahora le gusta tuitear lo que llama perezismos, reflexiones para sentirse bien e inspirar: “¡Elijo ser feliz!”. “Cuando hablas mucho de esto, empiezas a sonar cursi”, asegura, “pero es algo real”.
A su pérdida de peso, agrega, le ha sucedido una mayor confianza en el terreno sexual. “Alguien me preguntó qué fue lo que me animó a adelgazar, y yo le dije: ‘Poder echar un polvo”, confiesa. Este verano tuvo una aventura con un bailarín del Cirque du Soleil, algo que, asegura, no hubiera ni contemplado con sobrepeso.
Pero cualesquiera que sean sus autoproclamados cambios, Hilton no ha perdido su gusto por las pullitas personales. Hace poco publicó que Tom Cruise estaba deprimido por su divorcio de Katie Holmes y que suspiraba por Cameron Diaz, con quien protagonizó Noche y día. “Salir con alguien es mucho más difícil cuando Xenu [una figura en la que creen los cienciólogos] no está buscándote pareja”, posteó en alusión a un polémico reportaje de Vanity Fair que asegura que la organización religiosa se encargó de buscarle novia al actor.
La publicista Lundberg dice que esa información es falsa. Pero Hilton no se disculpa. “No es como si hubiera reinventado la rueda”, dice, refiriéndose a su nuevo yo. “Solo acabo de ponerle nuevas llantas”.
© 2012 New York Times News Service.
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