Libera a tu 'drama mamá' interior
A veces, el correo trae buenas noticias. En este caso, en forma de libro. Resulta que La nena, la sufrida hija que recibe esos consejos tan tremendos del blog Cómo no ser una drama mamá, se llama Amaya Ascunce, y gracias al boom en Internet, ha conseguido publicarlos en un libro del mismo título (Planeta).
Amaya, a la que solo conocía de forma electro-epistolar y anónima (por su parte), me envió un ejemplar porque, como le enseñó su madre, "de bien nacido es ser agradecido", y dice que parte del subidón en tráfico de su blog fue debido a un enlace que le hice en un post hace más de un año. Un granito de arena en el éxito de una bitácora divertida, irónica, que nos devuelve a la niñez y nos hace reflexionar sobre la relación con nuestros padres y en qué tipo de padres nos hemos convertido. Muchas veces comprobamos, entre horrorizados y divertidos, que hacemos y decimos aquello que juramos no hacer ni decir, y que todos tenemos en nuestro interior una drama mamá o drama papá latente (dícese del progenitor exagerado, que trata de asustarte o que hace un mundo de todo).
En casa, mi padre era más aficionado a los drama-consejos que mi madre. "Abrígate" (este me lo sigue diciendo con 38 años), "no te acerques a la tele que no vas a poder tener hijos" (claramente equivocado, a la vista de mi fertilidad), "si lees así, te vas a quedar ciega" (soy la única de la familia que no usa gafas), "no puedes ir a la granja escuela porque hay lobos" (nunca lo pude comprobar; tampoco he visto animales de granja de cerca hasta hace poco), "ten cuidado a ver si te echan droga en la bebida" (con lo que me subía un solo martini, ni falta que hacía), son algunos de los que recuerdo. Mi madre era más de "ten cuidado que fulanita se ha quedado embarazada". Preocupación que comprendí el día que, hace años, nuestra perra se escapó en pleno celo.
Ahora, como madre, compruebo que no soy de usar muchas expresiones de este tipo, pero sí tiendo a dramatizar o a enfadarme por nimiedades, sobre todo cuando estoy nerviosa o cansada. También me doy cuenta de lo útiles que son las drama-amenazas cuando no quieres agotarte ni discutir, pero, como mi mente me dice "no las uses", me quedo muchas veces sin argumento. Por ejemplo: "Natalia, ponte el pijama". Tralará, tralarararito. "Natalia, ponte ya el pijama". Tralará, tralarararito. "Natalia, ponte ya el pijama o...". Y aquí es donde me contengo para no continuar la frase. Así que Natalia sigue tralará, tralarararito... Y 15 minutos después, harta de esperar, le acabo poniendo yo el pijama. Creo que me ahorraría muchas luchas y enfados (por mi parte) si incorporara algunas de las frases de la madre de Amaya a mi repertorio. Al fin y al cabo, como dice ella, a pesar de todo, se ha convertido en "una persona estable, bastante normal".
Eduardo, sin embargo, usa los drama-consejos sin cortarse, aunque con un humor que no sé si captan ya los pequeños. Su versión empieza siempre: "Uy, pues yo tuve un amigo que...". Un amigo que hizo X (rellénese con la conducta de los churumbeles que tratamos de evitar) y que sufrió consecuencias que van desde la herida leve a la amputación de miembros o incluso la muerte.
Amaya no tiene niños, así que escribe desde el punto de vista no de madre, sino de hija. Cuando le pregunto si se nota vena de drama mamá, dice: "No lo soy con mis primos pequeños. En realidad, no me sé comportar mucho con los niños, les trato normal y se aburren conmigo. Solo consigo entretenerlos grabándoles vídeos con el móvil. Así que tampoco me veo en la necesidad de gritarles nada".
Esta periodista de 33 años se queda con ganas de preguntarles a las drama mamás "cómo funciona el poder de adivinación ese que tienen, que te dicen se te va a caer, y se cae". Y a todas las que temen convertirse en drama mamás (o papás, que también hay muchos) les dice: "No pasa nada. ¡Son miles! Lo único es que estaría bien que no perdieran tanto esfuerzo y preocupación en cosas que no importan. Las drama mamás se preocupan por todo y eso debe de ser muy cansado. Hay cosas que no importan: llevar el pelo retirado, los pantalones bajos, comer vainas (siempre que se coman otras verduras)... Bastante duro debe de ser ser madre como para añadir esas preocupaciones". En eso estoy. Desdramatizando.
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