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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fusión de urgencia

Resuelta la fusión de Caixabank y Banca Cívica, el Gobierno debe buscar una solución para Bankia

La adquisición por Caixabank de Banca Cívica, el grupo de cajas formado por Caja Navarra, Caja Sol, Caja Canarias y Caja Burgos, indica con meridiana claridad dónde se encuentra la reforma financiera apadrinada por el Gobierno de Rajoy y también el camino que queda por recorrer para consolidar los balances del sistema. No hay objeciones gruesas a la operación. El grupo Banca Cívica necesitaba una fusión porque tenía dificultades para hacer frente a las nuevas exigencias del Gobierno para provisionar los activos inmobiliarios, demasiado pesados por el balance de Caja Sol. Además, la fórmula de la copresidencia no era precisamente la más adecuada. Las copresidencias no funcionan, solo generan debilidad a medio plazo y los inversores eran conscientes de ello.

Pero aunque la operación sea correcta, convendría hacer algunas precisiones sobre la política financiera del Gobierno. Es probable que sin las nuevas exigencias de provisiones, notablemente superiores a las del Ejecutivo anterior, Banca Cívica no hubiese tenido problemas. La aceleración del saneamiento de los balances ha jugado una mala pasada a la entidad. Por otra parte, el Gobierno está desarrollando una obsesión poco razonable por el tamaño de los grupos bancarios. No todos los problemas se resuelven con un elevado volumen de activos. Caixabank más Banca Cívica será el grupo bancario español con más activos (340.000 millones), pero le espera una tarea compleja de reducción de oficinas y otra no menos inquietante de absorción de los activos tóxicos inmobiliarios. Es más, las fusiones sin control producen entidades mayores, pero con más problemas; y las uniones más justificadas también generan un problema sistémico. Las entidades resultantes se convierten en demasiado grandes para permitir su quiebra y pasan a constituir un lastre en caso de convulsiones bancarias, como bien se ha demostrado en Estados Unidos y en Europa durante la presente crisis.

Resuelto el caso Banca Cívica, el Gobierno y el Banco de España tienen que enfrentarse ahora a los verdaderos problemas pendientes de la consolidación bancaria. Se llaman Bankia, en primer lugar, y luego Nova Caixa Galicia y Catalunya Caixa. Sin duda alguna, esos eran los objetivos principales de la reforma financiera planteada por el último Gobierno de Rodríguez Zapatero y por el primero de Rajoy. Ambos, pero sobre todo Bankia, requieren un plan urgente de consolidación.

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