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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Senegal, ahora todo puede suceder

Fotografía de AP vía DeutscheWelle

Versión original en francés, aquí.

Los últimos acontecimientos en Senegal (donde mañana se celebran elecciones), con sus macabras estadísticas y un constante aumento de la violencia, han abierto una puerta: aquella del futuro incierto; una nación entera dirigiendose a su destino en una de las pocas veces en su historia en que ya no está tan segura de sus valores democráticos y republicanos, adquiridos con tanto esfuerzo durante las últimas décadas. Una línea se ha cruzado en este país que durante mucho tiempo ha sido orgullo de sus ciudadanos por el hecho de no haber sufrido nunca un golpe de Estado, nunca haber sufrido violencia interétnica o religiosa. Estas últimas semanas han caído vidas a golpe de represión policial y por primera vez, los senegaleses tienen la impresión de encontrarse al borde del caos, de que todo está pendiendo de un hilo, de que ahora cualquier cosa puede suceder.

Cientos de mujeres se manifestaron ayer en protesta por la candidatura del presidente Abdoulaye Wade por tercera ocasión, con métodos muy polémicos. La reputación del país como uno de los más estables y democráticos de África está en entredicho. Fotografía de REUTERS/Youssef Boudlal

Un extranjero que llegue a Senegal en estos últimos días de la campaña se preguntará probablemente si las imágenes de los disturbios que corren en casi todas las grandes cadenas de televisión del mundo proceden de aquí. Porque hoy todo está en calma. Si no fuera por los carteles de los candidatos que proliferan por todas partes en las paredes del país, uno podría olvidar que aquí estamos a punto de elegir a un nuevo presidente. La gente se ocupa de sus asuntos cotidianos y salvo algunos pocos lugares estratégicos donde se ha instalado, la policía no invade las calles. Pero esto es probablemente sólo aparente, temporal, porque desde hace semanas, las manifestaciones aquí, incluso las que se producen en otras muchas partes del país al mismo tiempo, se han desencadenado de un minuto a otro. Muy a menudo comienzan desde un área de la capital, Dakar, y se van extendiendo lentamente a otros barrios hasta que varias ciudades se incendian. Y, por supuesto, en cada una de estas revueltas, la respuesta de la policía ha sido brutal y se ha saldado a menudo con muertos, 11 hasta el momento entre los manifestantes y uno en el lado de las fuerzas de seguridad.

En las últimas semanas hemos visto a los tanques de la policía avalanzarse sobre un montón de manifestantes, pasar por encima de algunos y matarlos; hemos visto a los manifestantes matar a un agente a golpe de ladrillazos en la cabeza en una encerrona; hemos visto balas de fogueo y reales sobre los transeúntes; gases lacrimógenos alcanzando a personas letalmente, y a otros detenidos y luego torturados. Todo esto sin que las autoridades administrativas y religiosas del país se inmuten. Y los manifestantes salen al día siguiente sin estar seguro de si volverán a casa sanos y salvos. Para el ojo experimentado, que sigue lo está sucediendo en Senegal en los últimos años, esta escalada de violencia no es sorprendente porque desde el año 2000 se veía venir. Desde la muerte de Balla Gueye, un estudiante caido en 2001 como consecuencia de un error de la policía al acordonar los recintos de la universidad, muchos otros senegaleses han muerto en manos de los agentes de Wade sin que se haya hecho justicia con alguno de ellos.

El gobierno de Wade haría mejor en buscar ahí (entre otras muchas otras cosas) las verdaderas razones de la ira de los manifestantes en vez de remolonerar e intentar hacer creer que la oposición lo ha orquestado todo. Algunos incluso interpretan esto como un signo de desprecio hacia la juventud senegalesa a la que se supone incapaz de indignarse por sí misma, o que el Rey y su Corte tienen la seguridad de haber satisfecho a doce millones de senegaleses construyendo carreteras y puentes aquí y allá, levantado un monumento, un aeropuerto y una autopista de peaje ... Sin embargo, dada la reacción de su Majestad, quien desde los primeros disturbios y los primeros muertos ha tratado todo esto como si fuera una "brisa ligera", no es seguro que ellos deseen escuchar con sinceridad y ofrecer respuestas adecuadas a las demandas populares en materia de empleo, educación, justicia, salud, o incluso bajar el precio de los productos básicos, cuyos costos se han triplicado o cuadruplicado, incluso, en los últimos años.

En la víspera de la votación del domingo, por lo tanto, el conjunto de Senegal sigue bajo el shock de esta violencia que siempre se había evitado (con excepción de la rebelión de Casamance, en el sur, de la que en el resto del país no se sabe mucho) y todos los escenarios están ahora abiertos. Desde los más pacíficos a los extremadamente caóticos, las especulaciones son moneda corriente. Pero sea como sea, hoy resulta evidente que, tanto si Wade se va como si se queda otra vez a la cabeza del país, el diálogo es más necesario que nunca, no sólo para el ejercicio del poder si no sobre todo para restaurar la cohesión social, para reformar y fortalecer las instituciones con el fin de dotar a la población de líderes que den ejemplo del respeto y cumplimiento de las leyes y muestren su voluntad y disposición a mejorar la vida de las personas.

Pour suivre les élections sénégalaises www.sunu2012.sn

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Vivo en Casamance desde el 1969 y aqui el ejercito ha matado a mas de 4800 personas entre el año pasado y este, sin embargo la prensa internacional no ha publicado nada sobre estas masacres
Vivo en Casamance desde el 1969 y aqui el ejercito ha matado a mas de 4800 personas entre el año pasado y este, sin embargo la prensa internacional no ha publicado nada sobre estas masacres

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