El riesgo mortal de defender a delincuentes de nivel
La policía detiene a los presuntos ejecutores del asesinato del abogado Alfonso Díaz Moñux, habitual defensor de capos y narcos.- Un cliente, principal sospechoso del encargo del crimen
Cuando un abogado tiene por clientes a delincuentes de alto nivel, sabe de antemano que tendrá que llevar el secreto profesional a la tumba. Y sabe que corre el riesgo de que sus clientes se revuelvan contra él y anticipen la llegada de su muerte. El abogado Alfonso Díaz Moñux, de 45 años, conocido defensor de narcotraficantes y otros capos, fue víctima de una emboscada "minuciosamente planeada" en la puerta de su casa el 18 de diciembre de 2008 en el madrileño barrio de Chamartín. Los cuatro sicarios que lo emboscaron y le pegaron dos tiros mortales acaban de ser detenidos por agentes del Grupo X de Homicidios de la Brigada de Policía Judicial de Madrid. El encargo, supuestamente, vino de una de las personas "vinculadas al crimen organizado de alto nivel" con las que mantenía "relaciones laborales", con quienes había tenido "desavenencias profesionales", según la policía.
Díaz Moñux era muy conocido en la Audiencia Nacional y otros juzgados. Fue, por ejemplo, uno de los abogados de la operación Pipol, en la que estuvo implicado por un asunto grave de narcotráfico el ex minero José Emilio Suárez Trashorras, quien posteriormente suministró los explosivos que un comando islamista utilizó para perpetrar la matanza del 11-M. También defendió a personajes como José Ramón Prado Bugallo, Sito Miñanco, a algún zar de la mafia rusa... Cuando fue tiroteado iba junto a la abogada cambadesa Tania Varela, detenida el año pasado en el curso de la operación Roble y acusada de blanquear dinero para David Pérez Lago, hijo de la mujer de Laureano Oubiña, con quien supuestamente mantuvo una relación sentimental.
Quien encargó su muerte, tenía o tiene el dinero suficiente para haber tenido a cuatro personas realizando "seguimientos y vigilancias al fallecido durante los meses previos al tiroteo". No eran aficionados, ya que, según la policía, "perpetraron un homicidio perfectamente planificado". Desde el principio la investigación se centró en "el círculo profesional del fallecido", clientes en muchos casos poco recomendables. El día del crimen, perpetrado cuando el abogado iba a entrar con su coche en su garaje, dos balas atravesaron el cristal de la ventanilla del conductor e impactaron en la mandíbula y en la zona temporal izquierda del cráneo del abogado
Durante 17 meses la policía fue estrechando el círculo sobre los supuestos autores materiales del asesinato, hasta que a primeros de este eran detenidos en Utrera (Sevilla), Vega del Condado (León), Galapagar y Villanueva del Pardillo (Madrid) a "los cuatro implicados en la muerte del abogado". En los registros efectuados se han intervenido más de 23.000 euros en efectivo, siete réplicas de armas reales de aire comprimido, miras telescópicas, cámaras de fotos, cámaras de video y soportes informáticos.
Solo queda por aclarar quién hizo el encargo. Y no debe quedar mucho para que su nombre. Así lo sugiere la policía con su frase habitual: "La investigación continúa abierta y no se descartan nuevas detenciones próximamente".
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