Japón protesta por una biografía no autorizada de la “princesa triste” Masako
Ben Hills es el autor del libro 'La princesa Masako, prisionera del Trono del Crisantemo', acusado de ser “difamatorio”
Una “princesa triste”, una pareja heredera "en vías de extinción" obligada a comportarse como "en un lujoso safari park", un "monasterio medieval" en el que los dos permanecen encerrados. Estos podrían ser los elementos utilizados para dar vida a un cuento de hadas. Sin embargo, son algunas de las descripciones que el periodista australiano Ben Hills ha utilizado para escribir una biografía, no autorizada, de la princesa nipona Masako. Y que han provocado la reacción airada del Gobierno nipón, que ha presentado una queja formal.
Al autor del libro La princesa Masako, prisionera del Trono del Crisantemo el Gobierno de Japón reprocha haber difundido afirmaciones "difamatorias" y “sin fundamento” sobre Masako, aquejada desde hace años de una depresión.
En el libro, que ya se ha publicado en Estados Unidos y en Australia y que saldrá a la venta en marzo en Japón, se describe a Masako como "la princesa triste" que vive "prisionera del Trono del Crisantemo" y encerrada en un "monasterio medieval" que es el Palacio Imperial de Tokio.
Según el ministerio de Exteriores japonés, la biografía de la mediática princesa, de 43 años y esposa del heredero de la dinastía reinante más antigua del mundo, contiene comentarios "sin fundamento" sobre su sufrimiento además de un relato "inexacto de los hechos", por lo que debería ser corregida.
En el libro objeto de la polémica, que no ha tenido críticas especialmente favorables, Ben Hills hace también una "descripción falsa" de la familia imperial japonesa e incluye comentarios "irrespetuosos", según ha abundado el ministerio de Exteriores.
Una saga dinástica
Miles y miles de noticias se han publicado en el mundo entero sobre la historia de la diplomática políglota, culta y plebeya que en 1993, tras años de dudas, cambió su vida de mujer moderna para casarse con Naruhito, heredero del trono de Japón.
Según ha admitido su propio marido, Masako se vio muy presionada desde el primer día para tener un hijo varón -sólo tienen una hija, Aiko- y siempre ha sufrido para acoplarse al protocolo del Palacio Imperial, gobernado por una temida burocracia de 1.100 empleados que vigila todos sus movimientos.
Al menos desde 2003, aunque oficialmente un año después, la princesa sufre una depresión que la ha tenido casi siempre alejada de la atención pública, si bien en contadas ocasiones acompaña a su esposo, como en el reciente saludo desde el Palacio Imperial junto a los emperadores y sus cuñados con motivo del año nuevo.
El periodista pinta a una pareja heredera "de una especie en vías de extinción" obligada a comportarse como "en un lujoso safari park" y que vive "encerrada en un monasterio medieval", el austero Palacio Imperial que ocupa un imponente recinto en pleno centro de Tokio.
Según Hills, que durante años fue corresponsal en Tokio de medios australianos, Masako es una mujer "brillante y frágil" que nunca tiene la oportunidad de estar sola, muy querida por su marido y que fue sometida a un tratamiento de fertilización in vitro para tener a su única hija.
Tras numerosas contrariedades y al menos un aborto natural a finales de 1999, Masako trajo al mundo a su hija Aiko ocho años después de su boda, en diciembre de 2001.
La biografía asegura que la princesa se ha sentido un tanto aliviada tras el nacimiento el pasado septiembre del príncipe Hisahito, el primer heredero varón al Trono del Crisantemo en cuarenta años, si bien no augura muchos acontecimientos positivos para el futuro porque la presión del Palacio es como "un rodillo".
Rumores
El periodista se hace eco además de uno de los rumores más constantes que suelen acompañar a Masako, la posibilidad de un divorcio que, según afirma, molestaría menos a la Casa Imperial que a su esposo, quien siempre ha estado al lado de la princesa.
Ben Hills escribió su libro tras hablar con sesenta expertos en la realeza y reporteros en Japón y otros países, pero sin poder nunca entrevistar a Masako o a los portavoces de la Casa Imperial, que se negaron a sus sucesivos requerimientos, algo habitual.
La depresión de Masako era ya un secreto a voces cuando en 2003 abandonó sus labores oficiales, lo que su esposo achacó a su dificultad para adaptarse al ambiente de la familia imperial, la excesiva atención prestada a la sucesión y la presión mediática.
El 30 de julio de 2004, finalmente, la Casa Imperial de Japón reconoció en un comunicado que Masako sufría un "trastorno de adaptación" y desde entonces apenas ha participado en actos públicos.
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