El impacto del ladrillo, clave en el informe confidencial sobre el Popular
En un escenario optimista Deloitte consideró más benigno el efecto inmobiliario y las provisiones del banco al que dio un valor positivo de 1.300 millones
Bruselas encargó un informe a Deloitte para conocer el valor del Popular antes de venderlo al Santander. Según explicó después el FROB, Deloitte concluyó que el valor del banco era de 2.000 millones negativos en el escenario central, y 8.200 millones negativos “en el escenario más estresado”. Las autoridades europeas no quieren que el documento salga a la luz. Según ha comprobado este diario, ese informe confidencial desgranó el banco en ocho capítulos e incluyó una tercera valoración “optimista”: el Popular valía 1.300 millones ya que redujo el impacto del ladrillo, de las provisiones y de los pleitos legales, según fuentes europeas.
La clave de una venta siempre es el precio. Y cuando hay prisa, los precios bajan. A principios del mes pasado el Popular atravesaba una situación de colapso de liquidez (que llevó al consejo de administración a pedir su intervención a las autoridades europeas el 7 de junio), pero tenía un valor: era la sexta entidad con 11.000 millones de fondos propios y 140.000 millones de activos.
Antes de que se iniciara la polémica actual sobre el precio de venta, la Comisión Rectora del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) explicó en un documento el procedimiento de venta seguido, que, en teoría, pretende evitar ventas a precios injustificados.
Por indicación de la Junta Única de Resolución (JUR), organismo con sede en Bruselas, el FROB tomó “todas las medidas necesarias” para venderlo. Antes amortizó las acciones (valoradas en 1.300 millones) y la deuda subordinada (otros 2.000 millones), lo que supuso un refuerzo de 3.300 millones para el Popular, que se convirtió en filial del Santander.
La normativa europea exige que, antes de la venta, se contrate a un experto independiente para valorar la entidad. El 23 de mayo, la Junta cerró el contrato con Deloitte, de casi 70 páginas, para que se pusiera a esa tarea.
70 analistas para el Popular
Deloitte Bélgica, que contó con casi 70 profesionales que trabajaron en Madrid y a distancia, recibió el encargo de calcular el valor de “resolución” del Popular. Técnicamente eso significa que se debe averiguar el precio de la entidad mientras sigue operando, pero cuando su único objetivo es ser vendido por secciones. Este procedimiento es un convencionalismo contable, que se diferencia de la liquidación porque ahí el banco se vende una vez cerrado.
El misterioso autor del informe del FROB
El 7 de junio, la Junta Única de Resolución (JUR), con sede en Bruselas, anunció la venta del Popular al Santander por un euro. Su brazo ejecutor fue el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), dependiente del Ministerio de Economía. El FROB publicó la resolución de su comisión rectora, donde dijo que había dos valoraciones de Deloitte sobre el Popular, aunque en realidad fueron tres.
¿Quién decidió excluir la opción positiva, que valoraba en 1.300 millones al Popular? Nadie lo sabe. Fuentes del FROB y del Ministerio de Economía dicen que no se manifiestan sobre este tema. En la JUR recuerdan que ellos no son responsables del un informe del FROB.
Mientras tanto, el informe de Deloitte se mantiene en secreto de orden de su dueño, el Mecanismo Único de Resolución, pese a que el ministro de Economía, Luis de Guindos, (que no tendría dificultades para obtener el documento) ha pedido que se publique.
La consultora Deloitte realizó tres tasaciones, aunque el informe del FROB solo habló de dos: el escenario central (que en el informe se denominó “el más probable”), con un valor de 2.000 millones negativos para el Popular y otro estresado de 8.200 millones negativos. El tercero, que figura en todo el informe de Deloitte, según fuentes comunitarias que han tenido acceso a él, valoraba el banco en 1.300 millones positivos bajo una visión “optimista”, dato adelantado por Vozpópuli.
Deloitte segmentó el Popular en ocho capítulos: provisiones por créditos morosos, la valoración de las propiedades inmobiliarias, el efecto de los créditos fiscales, el coste de las posibles reclamaciones legales, los activos intangibles, la ruptura de las alianzas del banco con sus socios, el importe de la reestructuración y la valoración de filiales o empresas participadas.
En cada capítulo, según estas fuentes, Deloitte dio valoraciones para los tres escenarios hasta construir un valor bruto, al que restó los recursos propios del banco, y llegó a las tres valoraciones netas ya mencionadas.
Las autoridades se guiaron por el escenario central, “el más probable”, que fijó los 2.000 millones negativos, por lo que la oferta de un euro que hizo el Santander les pareció adecuada. Pero también existió un escenario optimista. Las diferencias entre estos dos son muy significativas en algunos capítulos como la necesidad de provisiones sobre los créditos. En el escenario optimista se sitúa en una aportación de 2.700 millones y en el más probable de 3.500 millones; en el peor horizonte se dispara a 7.000 millones.
Lo mismo ocurre en las propiedades inmobiliarias, cuya depreciación pasa de 2.600 millones en el mejor de los casos a 3.100 millones en el central. Los efectos de las contingencias legales pasarían de tener un coste de 1.300 millones a 2.400 millones ó 3.500 en el más pesimista. Deshacer las alianzas podía ser positiva en 100 millones o costar 300 millones en el más probable. Los créditos fiscales y los activos fiscales diferidos siempre tuvieron una valoración negativa de 2.700 millones, algo muy discutido.
Los expertos consultados coinciden en que es cierto que el banco valía lo que alguien estaba dispuesto a pagar por él. No obstante, destacan la dificultad de calcular el valor de “resolución” del Popular. “Todo depende de cómo se acople el vendido al comprador. España está en un buen momento, por lo que para el Santander, el valor real del Popular puede estar cerca del cálculo optimista de Deloitte”, apunta un experto que pide el anonimato.
El último mensaje del presidente por evitar el desastre
Algunos consejeros relatan los últimos días del Popular como una pesadilla: atenazados por un final tan inexplicable como inevitable, esperaron una noticia que no llegó: la venta del banco a un competidor.
Según estas fuentes, en los últimos tres días hábiles los clientes del Popular, muchos de ellos empresas de la Administración, retiraron 6.600 millones. El abismo, y el viaje sin retorno, empezó el viernes 2 de junio. A las 12 horas, como cada día, el Popular informó al BCE de la situación de liquidez (también lo hacía a las 18 horas). Los datos fueron alarmantes. El presidente, Emilio Saracho, que nunca concedió una entrevista ni para aclarar rumores y noticias que castigaron la cotización y ahuyentaron el dinero, envió un frío mensaje a la plantilla. En él (ver imagen) reiteró lo que dijo en la junta de accionistas: el banco “es solvente” pero “se encuentra en una situación difícil”. Pidió a los empleados que ignoren las informaciones aparecidas en algunos medios y que transmitieran a los clientes “un mensaje de tranquilidad y confianza en que hacemos los máximos esfuerzos para superar la situación”. El mensaje no cumplió su objetivo: ese día salieron 1.500 millones y el banco cayó poco después.
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