Una comisión de expertos para el Banco de España
La institución necesita, más que comisiones de investigación, un análisis exhaustivo de un grupo que analice el pasado y saque lecciones para el futuro.
En el Banco de España no se ha recibido con gusto que los partidos políticos hayan pedido en el Congreso de los Diputados, por distintos motivos y desde diferentes enfoques, la formación de una comisión de investigación de la crisis financiera y del papel de la entidad. Lo ideal para el banco sería la creación de una comisión de expertos que se encargara de analizar el papel de la institución y, sobre todo, el que debe jugar en los próximos años.
Al margen de la conveniencia de la comisión de investigación parlamentaria, parece que la constitución de esa comisión de expertos, elegidos incluso por los propios partidos políticos, sería lo más razonable. Sobre todo, teniendo en cuenta la aportación que podrían hacer en la revisión del modelo de supervisión que prepara el organismo y que, a todas luces, parece necesaria. Otra cosa dejaría el asunto en un salto al vacío de difíciles derivaciones, alentado además por la guerra interna que tiene el cuerpo de inspectores desde hace tiempo.
Precisamente, la Comisión Ejecutiva del Banco de España tiene previsto aprobar el próximo martes la elaboración de un documento que examine la gestión de la crisis por el organismo. La intención es que el documento, en forma de libro blanco, esté listo el 1 de mayo. El periodo que abarcará va desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, en 2008, hasta los test de estrés de las entidades financieras que se presentaron en 2014. Es decir, seis años que estremecieron al sector financiero español.
El alboroto levantado con la decisión de la Audiencia Nacional de imputar a varios exresponsables y responsables del Banco de España (entre ellos, el exgobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez y el exsubgobernador Javier Arístegui y la cúpula de la Direccción General de Supervisión) y de la CNMV y la decisión de los grupos parlamentarios de investigar su actuación durante la crisis, sobre todo en la salida a Bolsa de Bankia y la reestructuración de las cajas de ahorros, da mayor interés a ese documento.
El banco central elabora un libro blanco sobre las lecciones de la crisis financiera entre 2008 y 2014
De su elaboración se encargará un equipo mixto del banco central que estará dirigido por Fernando Eguidazu, recientemente nombrado consejero y miembro de la Comisión Ejecutiva de la institución después de haber ocupado la secretaría de Estado de Exteriores, y del que formarán parte funcionarios del banco pertenecientes a la Dirección General de Supervisión, a la de los Servicios Jurídicos y a la del Servicio de Estudios. Es decir, un esfuerzo conjunto en el que la entidad que gobierna Luis María Linde quiere poner toda la carne en el asador.
El papel del cuerpo de supervisores es el que más en entredicho ha quedado en este proceso y el que ha llevado a tomar estas decisiones, tanto internas (libro blanco) como externas (comisión de investigación). La comisión de expertos, precisamente, podría alimentarse de las conclusiones que depare el libro blanco, que trata de compilar la amplia documentación que tiene el banco (y que, según sus portavoces, no es ningún secreto porque se ha ido publicando a través de su página de Internet en su mayor parte) y de ofrecer “una visión de conjunto de cuál fue la actuación del banco durante el periodo 2008-2012”, tal como decía el gobernador, Luis María Linde, al final del artículo (El Banco de España en la crisis) que publicó en EL PAÍS el viernes 10 de febrero, en el que ya dejó entrever la necesidad de ese estudio.
Los responsables del banco tienen muy claro que el análisis es ahora más vital que nunca. Y no solo para hablar de la reestructuración de las cajas y la burbuja inmobiliaria que afectó a las entidades financieras y que estos mismos días ha estado de actualidad por la decisión del Tribunal Supremo sobre el carácter retroactivo de las cláusulas suelo; sino también para centrar el enfoque del futuro. Para Linde puede ser la mejor herencia de su paso por la institución. Es decir, un ejercicio de necesaria transparencia que precisamente se reclama desde todos los focos, empezando por el propio gobernador.
Linde ya desvelaba en el artículo algunas explicaciones: “La estrategia adoptada para hacer frente a la crisis buscaba evitar la quiebra en cadena de un buen número de instituciones financieras. Esa estrategia perseguía, utilizando recursos privados y públicos y cambios legales e institucionales, evitar la contaminación de todo el sector bancario español, haciendo posible su posterior reestructuración, eliminando el riesgo de que se produjera una crisis de confianza, tanto en los mercados como entre los depositantes”. Para él, la liquidación de las entidades habría tenido efectos demoledores en el sistema financiero y la asunción de gran parte de las pérdidas por los depositantes.
Linde, que asumió el cargo en mayo de 2012 y por tanto no estuvo en los años cruciales de la crisis, afirma que no tiene ninguna razón para pensar que no actuase por el interés general y recuerda que entre 2008 y 2013 las entidades realizaron saneamientos por un total de 270.000 millones, asumidos en su mayor parte por los accionistas.
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