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Draghi abre la puerta a un cortafuegos público para solucionar los problemas de la banca

El BCE apunta que podría haber nuevas medidas de estímulo según qué consecuencias tenga el 'Brexit'

Claudi Pérez

El Banco Central Europeo (BCE) ha abierto este jueves la puerta a ampliar los estímulos monetarios hacia final de año, cuando tenga más detalles para calibrar los efectos del Brexit. El Eurobanco quiere darse algo de tiempo para estudiar el impacto de la salida del Reino Unido de la UE. Pero siempre hay margen para la sorpresa cuando Mario Draghi aparece en escena: el jefe del BCE se mostró partidario de facilitar una nueva ronda de apoyo público a la banca de la zona euro, que muestra señales de alarma en Italia, con varias entidades muy tocadas y un volumen de créditos dudosos de 360.000 millones de euros. La banca celebró en Bolsa ese espaldarazo.

El logotipo del Banco Central Europeo (BCE) en la sede de Fráncfort, Alemania
El logotipo del Banco Central Europeo (BCE) en la sede de Fráncfort, AlemaniaEFE

La Gran Crisis es una interminable historia de metamorfosis: ha sido económica, de deuda pública, ha provocado vaivenes en los mercados, ha roto los récords de paro en Europa y ha disparado la venta de libros de autoayuda ante los arrebatos de miedo que a veces entran al leer las páginas económicas de los periódicos. Pero empezó en la banca y terminará en la banca: primero fue en Estados Unidos, después en Europa, más tarde en España con el pinchazo de su burbuja inmobiliaria y ahora en Italia, con una crisis a cámara lenta que se acelera este año. Las acciones de los bancos italianos pierden en torno al 50% en 2016, y han sufrido de lo lindo con el Brexit. Pero el problema viene de atrás: quince años de estancamiento y un deterioro industrial que ha dejado una bolsa ingente de activos dudosos (créditos fallidos a las empresas) en los balances de las entidades italianas, tanto de los bancos pequeños como de alguna entidad venerable. Monte dei Paschi, el banco más antiguo del mundo, necesita una inyección de dinero público urgentemente. Roma negocia con Bruselas para que lo permita sin que los acreedores sufran pérdidas a la altura de los preferentistas españoles. Draghi –exgobernador del Banco de Italia— apareció en medio de esa partida con toda la artillería: “Un cortafuegos público sería muy útil”. Las acciones del sistema bancario europeo se dieron un festín de forma fulminante.

La sede del BCE en Fráncfort parece un cruce de la Estrella de la Muerte de La Guerra de las Galaxias y del castillo de Hogwarts de Harry Potter: no es extraño que en ese escenario Draghi se saque a veces algún conejo de la chistera. El italiano no dio muchos más detalles acerca de cómo se articularía ese cortafuegos. Pero la Comisión Europea –y en particular la zarina de Competencia, Magrethe Vestager— negocia con el Gobierno italiano un acuerdo para salvar al menos a Monte dei Paschi si los test de estrés de la semana próxima determinan que hay que recapitalizar entidades. El acuerdo sigue cocinándose. Pero se trata de evitar el modelo español, de manera que si Italia inyecta dinero público se limiten al máximo las pérdidas de los poseedores de deuda de mala calidad. “La banca ha sufrido con el Brexit”, dijo Draghi. El sistema financiero europeo ha encajado ese golpe “por la mejora de la supervisión y de la regulación, y los progresos en las provisiones y la recapitalización realizados durante estos últimos años”, apuntó.

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A partir de ahí empezó el baile: “El problema de los créditos dudosos es importante y tienen que arreglarse. Pero eso va a llevar tiempo. Cuanto más tardemos en arreglar el problema menos va a funcionar el sistema bancario y peor será la transmisión de la política monetaria. Hay que hacer más para arreglar ese problema, y los cortafuegos públicos serían bienvenidos para circunstancias excepcionales: para cuando el mercado sea incapaz de absorber correctamente los créditos dudosos”. “Lo que no es deseable es que haya ventas forzadas de activos”, concluyó.

Las reglas son las reglas, en fin, excepto cuando afectan a uno de los grandes países del euro. El español Joaquín Almunia aplicó a rajatabla las normas de ayudas de Estado con la banca española, la griega o la eslovena, pero Draghi presiona ahora para que Bruselas permita al Gobierno italiano circunvalar las reglas: se trata de buscar alternativas para inyectar dinero público en las entidades con problemas sin que eso parezca un rescate, siempre con el objetivo de reducir la factura para los acreedores. Algún tipo de quita parece inevitable. Pero el primer ministro italiano, Matteo Renzi, presiona a Competencia ante la posibilidad de que esa factura tenga consecuencias políticas en el referéndum constitucional italiano del próximo otoño, que puede desencadenar una crisis política. Cada vez está más claro que habrá una recapitalización por motivo precaución (es decir: por problemas en el escenario estresado de los exámenes a la banca) y se anunciará una inyección de capital con dinero público y una venta de parte de los créditos dudosos, puede que también con garantías públicas. Renzi quiere que el castigo no sea demasiado elevado, y podría activar un esquema para compensar a los particulares. “La decisión final está en manos de Competencia, en Bruselas”, dijo el italiano. Toda la presión, en fin, para Vestager.

El resto de la comparecencia de Draghi no deparó grandes novedades. Dejó intactos los tipos de interés (en la zona 0% e incluso en niveles negativos en algunas modalidades). Dejó intacto el programa de compra de activos, de 80.000 millones de euros mensuales hasta marzo de 2017. Y, sobre todo, dejó intacto el dedo en el gatillo: apuntó que podría haber nuevas medidas de estímulo (una ampliación temporal del QE europeo o un cambio en el esquema del programa, con menos adquisiciones de deuda alemana y más de los países del Sur, o incluso tipos de interés aún más negativos) en función de cómo encaje la eurozona el impacto del Brexit y otros riesgos geopolíticos. A todo esto, la inflación sigue en el 0%. La varita mágica de Draghi es alargada, pero no tanto.

Draghi: "La sanción a España está en manos de la Comisión"

"La decisión de sancionar a España o a otros países está enteramente en manos de la Comisión Europea". Draghi no quiso dar su opinión sobre el sainete de la multa a España, aunque no se la ahorró en lo relativo a las ayudas de Estado a la banca italiana, cuya decisión corresponde también a Bruselas. Su equipo hacía este jueves un llamamiento a la Comisión Europea para encontrar una "solución inteligente", que permita "salvaguardar la credibilidad del Pacto de Estabilidad y Crecimiento y a la vez aplicar las normas con flexibilidad". Bruselas puede aplicar una multa de hasta el 0,2% del PIB, y se debate entre una multa mínima o testimonial (la preferencia de los países acreedores) y una multa de cero euros, tal y como quiere España. De momento, gana enteros la multa mínima. Fráncfort no despejó dudas acerca de sus preferencias: la solución, el próximo miércoles en Bruselas.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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