Abe anuncia nuevos estímulos para revitalizar la economía japonesa
El primer ministro nipón redobla su apuesta contra la deflación tras la victoria de su partido en las elecciones al Senado
El programa de estímulo puesto en marcha en Japón desde la llegada de Shinzo Abe al poder parece no tener límites. El primer ministro nipón confirmó este martes el enésimo intento para que la tercera economía mundial deje atrás un estancamiento que arrastra desde hace más de dos décadas en forma de un paquete de gasto fiscal. El anuncio llega apenas dos días después de que los votantes dieran una clara mayoría a su partido en las elecciones parciales al Senado, una victoria que el dirigente entiende como un espaldarazo a su política económica.
Abe ha pedido a su gabinete que prepare una nueva ronda de gasto valorada en unos 10 billones de yenes (unos 89.000 millones de euros), según informaron varios miembros del partido del primer ministro a la agencia Kyodo. El plan se concretará a finales de mes y se presentará en forma de presupuesto suplementario en una sesión extraordinaria del legislativo nipón durante el próximo octubre.
Los fondos irían destinados a la construcción de infraestructura para favorecer la exportación de productos agrícolas y la llegada de turistas. Esta nueva oleada de gasto se financiaría a través de una emisión de deuda pública ante la falta de ingresos fiscales.
Japón sigue atascado en un crecimiento económico débil a pesar de los repetidos intentos de Abe y su gabinete para revitalizar la economía. La política económica del primer ministro, conocida como Abenomics, no ha dado los frutos esperados en los casi cuatro años desde que se puso en marcha. La tercera economía mundial ha desplegado toda su munición en cuanto al incremento del gasto fiscal y, sobre todo, el estímulo monetario.
El programa de compra de activos del Banco de Japón, que continuará hasta que el país alcance una inflación del 2%, supera cualquier plan que se haya hecho en otras partes del planeta. El valor de los activos en manos del regulador monetario supera ya el 70% del PIB japonés. En comparación, los programas de la Reserva Federal o del Banco Central Europeo no alcanzan el 25% de sus respectivas economías. Además, el organismo mantiene los tipos de interés en negativo y podría bajarlos de nuevo en una reunión a finales de mes.
Sin embargo, la tercera pata del Abenomics, las reformas estructurales, se ha quedado corta. Japón necesita una mayor flexibilidad en el mercado laboral, reformar su sector agrícola, aumentar el número de mujeres que trabajan y frenar el drástico envejecimiento de la población. La coalición liderada por el partido de Abe ostenta ahora una mayoría tanto en el Congreso como en el Senado que debería darle el poder suficiente para llevar a cabo estas reformas de calado, pero muchos dudan de que pueda sacarlas adelante por su impopularidad entre la opinión pública y hasta entre miembros de su propio partido.
Abe también se ha encontrado estos cuatro años con numerosas piedras por el camino que no esperaba. El débil crecimiento mundial, la súbita caída de los precios del petróleo, los efectos del aumento del IVA, la desaceleración china o más recientemente el Brexit -muchas grandes multinacionales japonesas tienen sus sedes en Europa en Reino Unido- y el fortalecimiento del yen han mermado las previsiones de recuperación. A todo ello se le suma la cada vez mayor preocupación por la abultada deuda pública del país -de alrededor del 220% del PIB-, un porcentaje que podría subir aún más tras la decisión de retrasar un nuevo aumento del IVA que, por otro lado, habría dañado gravemente el consumo.
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