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Bayer hace una oferta de compra al gigante de los transgénicos Monsanto

La operación crearía el mayor productor de semillas y productos químicos para la industria agrícola

Entrada de la sede de Monsanto en Creve Coeur (Estados Unidos).Foto: cnbc | Vídeo: AFP / CNBC
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Monsanto, el mayor productor de semillas genéticamente modificadas del mundo, cuenta con una propuesta formal de Bayer para integrar sus negocios. La oferta de la multinacional alemana por el negocio de su rival estadounidense no se precisa, pero estará claramente por encima de los 42.200 millones de dólares que valía el miércoles al cierre de Wall Street, antes de conocerse el movimiento de ficha.

Es la última maniobra en el proceso de consolidación en el sector químico. Monsanto ya intentó adquirir Syngenta, pero esa operación se vio frustrada y la suiza acaba de ser comprada por ChemChina, tras desembolsar 43.000 millones. Fue justo después de que Dow Chemical y DuPont anunciaran hace seis meses una fusión de la que nacerá una compañía con 130.000 millones de capitalización.

Está por ver que hará BASF, que hace un par de semanas mostró también su interés por el negocio de Monsanto. Pero si la oferta actual de Bayer prospera, la nueva corporación tendrá unas ventas anuales combinadas por valor de 67.000 millones. Se integrarán así dos de los grandes productores de semillas y productos químicos para la agricultura, para crear el mayor actor en la industria.

La unión de Bayer y Monsanto les permitirá controlar el 30% del negocio de semillas y químicos agrícolas. Le seguirá muy de cerca ChemChina y Syngenta, con el 28%. La futura DowDuPont se llevará un 17%. Tres cuartas partes del negocio global, por tanto, estará concentrado en estos tres grandes conglomerados. BASF queda relegado al cuarto lugar con el 13%.

Experiencia en semillas

Bayer es muy fuerte en los mercados de Europa y Asia, pero la experiencia de Monsanto en el negocio de la agricultura es mayor y también su en Norteamérica. Esta división se combinará con la unidad farmacéutica y de productos de consumo para la salud. El movimiento es además destacado porque este tipo de conglomerados suelen medir mucho el riesgo que asumen.

Los títulos de Monsanto se apreciaron más de un 7% en la apertura de la sesión bursátil. Bayer, con Werner Baumann estrenándose como consejero delegado, se embarca así en la mayor compra realizada por una compañía alemana en el extranjero. El grupo europeo se dejaba, sin embargo, más de un 9% porque esta operación tendrá un elevado coste financiero que le llevará a apalancarse aún más.

La deuda de la multinacional alemana ascendía a 17.540 millones de euros el pasado ejercicio por una seria de adquisiciones. Es más del doble que en 2011. Pero la compra de Monsanto, según los analistas, representa la última oportunidad para participar en este proceso de consolidación y evitar quedar relegada en el negocio de las semillas. Está en línea también con la estrategia de su predecesor de centrarse más en el campo de las ciencias de la vida.

Examen de los reguladores

La adquisición estará sujeta en todo caso al examen de las autoridades reguladoras tanto en Estados Unidos como en Europa. La Administración de Barack Obama está siendo muy agresiva ante estas grandes operaciones. Acaba de torpedear la compra de Allergan por parte de Pfizer, en este caso por cuestiones fiscales. Monsanto, además, es un nombre que crea recelo entre los dirigentes políticos por su controvertido negocio de transgénicos.

Para evitar el bloqueo de los reguladores, Dow Chemical y DuPont contemplan partirse en tres compañías independientes una vez finalizada la fusión. El origen alemán de Bayer puede, al mismo tiempo, crear un obstáculo adicional en plena campaña electoral en EE UU. Pero Monsanto no se considera una compañía estratégica ni su puesta en manos extranjeras representa una amenaza a la seguridad.

Lo que también es cierto, como han argumentado los ejecutivos de la futura DowDuPont, es que se ven obligados a dar este paso por los cambios que está experimentando la industria por la volatilidad de precios y la irrupción de las nuevas tecnologías. Las empresas químicas, además, están bajo la intensa presión de los inversores activistas, que empujan a la dirección de estos grandes grupos para que emprendan cambios estructurales para ser más ágiles.

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