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La resurrección de Abengoa

El grupo tiene hasta el 27 de marzo para acordar el plan de salvación con sus acreedores

Miguel Ángel Noceda
José Domínguez Abascal, presidente de Abengoa
José Domínguez Abascal, presidente de AbengoaLUIS SEVILLANO

La casualidad ha querido que el plazo que tiene Abengoa para negociar el plan viabilidad y evitar el concurso de acreedores termine el 27 de marzo, Domingo de Resurrección. Quedan por delante dos meses de particular calvario y, para entonces, el presidente, José Domínguez Abascal, espera haber alcanzado un acuerdo con la banca acreedora y los bonistas que permita su particular resurrección. La salvación pasa por una ardua negociación del plan aprobado por el consejo de administración la noche del lunes y que comenzó el pasado jueves.

Fue la primera toma de contacto de los acreedores con el plan de salvación, que reduce la empresa a las dos terceras partes, manteniendo la energía termosolar y la construcción de líneas de transmisión eléctrica, que, junto a las desaladoras, formarán los negocios nucleares del grupo, sin abandonar la I+D para generar la tecnología propia. Prevé vender los biocombustibles de primera generación, que suponen el 33% de los ingresos totales de Abengoa, es decir lo que va a recortar. Por áreas, se concentrará en América, donde tendrá el 50% de su actividad, Mediterráneo y Norte de África, Suráfrica y Europa Occidental, con el lógico peso de España. La empresa no contempla ajustes salariales ni de plantilla, más allá de los recortes ya contemplados, sobre todo en Brasil.

La venta de activos, que prevé ingresos de al menos 1.500 millones, no incluye las acciones de Atlantica Yield (antes Abengoa Yield), en la que posee el 40%, entre otras cosas porque están pignoradas en el préstamo de la banca acreedora para inyectar liquidez. Los bonistas han exigido esostítulos como garantía del préstamo de 160 millones que la empresa espera cerrar esta semana. Los bonistas también exigieron un interés mínimo del 15%, con posibilidad de subirlo al 25%, lo que generó tirantez con los bancos. Por eso, la empresa no descarta que la banca exija alguna prenda más.

La empresa plantea recortar la deuda a 3.000 millones frente a los 8.904 millones actuales (55% banca y 45% bonistas). Para ello, propone capitalizar parte y una quita, que se situará entre el 60% y el 70%, dependiendo de dicha capitalización. Además, debe 5.000 millones a proveedores. No obstante, la deuda vencida se sitúa en 500 millones, a los que habría que añadir unos 250 antes del 27 de marzo.

La duda radica en si la empresa necesita un socio industrial. De momento, considera que no, sobre todo teniendo en cuenta que la cartera de pedidos se mantiene en más de 8.000 millones. Precisamente, se precipitó al preconcurso cuando el grupo Gescamp declinó entrar en su capital. La crisis de Abengoa venía de atrás y se reflejó con una caída continua del valor en Bolsa desde abril. El viernes cerró con una capitalización de 203 millones, cuando llegó a valer 3.000 millones.

La serenidad de Domínguez al frente de Abengoa ha sido clave en este periodo. Con él, también llegó, como director general, Joaquín Fernández de Piérola, desde la filial de México. El nuevo equipo se ha ganado la permanencia. No obstante, lo tendrán que decidir los nuevos accionistas tras la reconversión. Los actuales verán reducida su presencia y el núcleo de fundadores perderá la hegemonía y su participación quedará reducida al entorno del 8%.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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