Bruselas advierte de que la banca española sigue siendo “vulnerable”
La Comisión reconoce que el sector se ha beneficiado de la calma en los mercados
España y su sector financiero progresan adecuadamente, pero la resaca de la crisis deja aún enormes bolsas de vulnerabilidad. La Comisión Europea ha presentado hoy la segunda evaluación tras el final del rescate financiero español que obligó al Gobierno a pedir a los socios europeos 40.000 millones de euros tras la crisis de Bankia. El sector financiero se ha estabilizado, superó sin problemas los exámenes del BCE y sigue reforzándose, según Bruselas. Y aún así el informe está plagado de peros. El fundamental es que la economía y la banca española se han beneficiado del oasis en los mercados con subidas en las Bolsas y tranquilidad en la deuda pública: si regresan las turbulencias (y aquí y allá hay señales de que eso puede suceder), volverán a ponerse de manifiesto las flaquezas. “España no pudo escapar del último lío en los mercados, y eso demuestra que sigue siendo vulnerable a cambios repentinos en el sentimiento de los inversores globales”, dice el informe. España ya ha logrado reducir su elevada deuda privada, pero los niveles de endeudamiento total siguen cerca del 300% del PIB y suponen "un desafío para el sistema bancario".
La Bolsa española se dio un batacazo a mediados de octubre ante las perspectivas de un largo estancamiento de la economía europea. Y los mercados vuelven a dar las señales mixtas habituales previas a la tormenta: el desplome del precio del petróleo es el shock externo que necesitaba la economía europea para apuntalar la reactivación, pero a la vez incrementa los riesgos de deflación. Y, sobre todo, ha provocado sacudidas en los emergentes: Rusia ha anunciado este jueves una subida de los tipos de interés del rublo hasta el 10,5% y varios países están sufriendo graves depreciaciones de sus monedas en los últimos días. En Europa, el riesgo fundamental, amén del estancamiento para largo en la economía, es político y se concentra en Grecia, pendiente de unas inciertas elecciones presidenciales que podrían dar lugar a unas legislativas en las que la izquierda de Syriza parte como clara favorita en las encuestas. Si eso ocurre, no es descartable una reestructuración de la deuda soberana griega, lo que podría reactivar el temido efecto contagio sobre otras economías periféricas.
Bruselas mantiene el tono general optimista sobre la economía española de los últimos informes, pero alerta de los riesgos sobre la banca, el déficit, las exportaciones y, en fin, la propia recuperación. La Comisión Europea reconoce el avance en la agenda española de reformas, la consolidación fiscal y el saneamiento del sector financiero. Pero siempre acompaña ese análisis en general positivo de numerosas dudas. Avisa de que “algunas reformas importantes” en el plano laboral —el que más preocupa a Bruselas— aún no se han acometido; recuerda los escasos progresos en la reforma de los colegios profesionales; alerta de los riesgos de la debilidad económica generalizada en la eurozona sobre el sector exterior —que junto, con el consumo privado, ha tirado del carro de la economía nacional en los últimos trimestres— y, sobre todo, sigue dudando de su capacidad para cumplir el déficit. En este último punto, una suerte de mantra en Bruselas desde el estallido de la crisis de deuda periférica, llegan los toques de atención más severos: la reforma fiscal y los desequilibrios en las comunidades autónomas pueden desviar a España de la senda de cumplimiento con la UE.
El último análisis comunitario ve el horizonte español inequívocamente más despejado que hace dos años, cuando los problemas del sector financiero y la incapacidad para atajar el déficit (público y, sobre todo, privado) situaban a España como el peor alumno de la clase, solo superado por el cuarteto de países que pidieron el rescate de sus finanzas públicas: Grecia, Portugal, Chipre e Irlanda. El dramatismo, pese a las alarmantes cifras de empleo y la ausencia de crecimiento, ha desaparecido en los cuarteles generales comunitarios, que hoy venden España como el modelo a seguir en la periferia, tras haber cumplido las recomendaciones al pie de la letra. A pesar de que la operación de marketing lleva ya varios meses en marcha y el foco de preocupación ha virado hoy hacia Francia e Italia, el sistema financiero —con una mora superior al 23% y una muy leve mejora de la calidad de sus activos— sigue sin abrir el grifo del crédito crédito. Y Bruselas sigue viendo varios talones de Aquiles en la débil recuperación española:
Reforma fiscal desafiante. La Comisión confirma los mensajes de aviso enviados al Gobierno español en los últimos meses: los cambios propuestos no son “neutrales respecto a los ingresos” (el Ejecutivo de Rajoy calcula un impacto negativo del 0,9%) y pueden poner en riesgo la consolidación fiscal. En otras palabras: Bruselas cree que la reforma, enfocada al año electoral de 2015, mermará la capacidad de recaudación fiscal española y teme que aboque España a incumplir con lo pactado. El déficit público español, a pesar del lustro de austeridad, cerrará el año en el entorno del 5,5% del PIB. Lejos del objetivo para 2015, fijado en el 4,2%.
Retos para el sector exterior. El Ejecutivo comunitario destaca los riesgos derivados de la debilidad del sector exterior ante la débil recuperación de la eurozona —donde se encuentran el grueso de sus socios comerciales—. “El deterioro de la demanda externa”, además, “limita las perspectivas de reducción rápida del endeudamiento exterior”, según Bruselas. La deuda total española sigue en el entorno del 300% del PIB. La privada ha caído 36 puntos de PIB desde máximos, pero sigue en el 182%; la pública prosigue su avance inexorable hacia el 100% del PIB. "El desapalancamiento avanza pero los altos niveles de deuda privada, pública y exterior [del 93% del PIB, una de las mayores de Europa] suponen riesgos para el crecimiento y un desafío para el sector financiero", apunta el resumen ejecutivo del informe comunitario.
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