El Bundesbank rechaza que se relaje el ajuste del déficit en favor del crecimiento
Weidmann advierte en Madrid contra usar los bajos intereses para aumentar el gasto
Los mercados, y los líderes europeos, escrutan cada palabra de Jens Weidmann para anticipar hasta donde respaldará el Bundesbank al Banco Central Europeo (BCE) en sus medidas contra el riesgo de deflación, la nueva amenaza. No hubo pistas esta vez, pero el discurso que el presidente del banco central alemán ofreció este viernes en la sede de la Bolsa de Madrid sí destila un mensaje contundente contra la opción de relajar el ajuste del déficit, ahora que las primas de riesgo no aprietan. “Hay un peligro de que los bajos tipos de interés no se usen para consolidar los presupuestos, sino para financiar más gasto”, avisó.
Weidmann abrió su jornada con un encuentro en el Banco de España con el gobernador, Luis María Linde y los economistas jefes de las principales entidades financieras españolas. Y tenía prevista cerrarla con una cena con el ministro de Economía, Luis de Guindos. Entremedias, asistió a una conferencia organizada por el Instituto de Estudios Económicos, que aprovechó para reafirmar la posición del Bundesbank en “el reciente debate sobre una interpretación flexible del Pacto de Estabilidad y Crecimiento”.
Para el presidente del banco central alemán, la última reforma de ese pacto ya ofrecía un “amplio margen” de discrecionalidad en su aplicación. “Y hay un riesgo de que las últimas decisiones del Consejo Europeo proporcionen un nuevo pretexto para una interpretación aún más laxa”, lo que “reducirá la credibilidad” de las reglas aprobadas para garantizar el ajuste del déficit, y de la deuda pública, cuando son excesivos. Weidmann recordó que la falta de credibilidad de las cuentas públicas de varios países, con Grecia a la cabeza, estuvo en el origen de la crisis de deuda, de la que apenas sale la zona euro.
El Bundesbank siempre ha considerado que la estabilidad presupuestaria, junto a las reformas para hacer más competitivas a las economías del euro, es una condición imprescindible para garantizar la estabilidad de precios y cumplir así el mandato del BCE. Comparte aquí argumento con el Gobierno de Angela Merkel, que impuso esa línea de actuación en lo peor de la crisis de la deuda, cuando la UE dio prioridad a los planes de austeridad. Pero ahora, la irrupción del primer ministro italiano, Matteo Renzi, con su exigencia de “aprovechar al máximo la flexibilidad del Pacto de Estabilidad” en favor del crecimiento, asumida por el último Consejo Europeo, ha matizado el discurso. Más aún, cuando el nuevo presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, al que Renzi vendió caro su apoyo, se ha mostrado receptivo a la idea.
Buena parte del discurso de Weidmann en Madrid tenía la vista puesta en Bruselas, y sobre todo, en Roma, que ahora ostenta la presidencia rotatoria de la UE. No es la primera vez: apenas unos días después del último Consejo Europeo, el presidente del Bundesbank ya afeó a Italia su falta de impulso reformista y sostuvo que la propuesta que abandera Renzi ponía en riesgo los avances hechos durante la crisis. “El Bundesbank no tiene entre sus tareas participar en el debate político italiano”, saltó Renzi, “Europa pertenece a los europeos, no a los banqueros, italianos o alemanes”.
Weidmann recogió este viernes el guante. “¿Es tarea de un banquero central alemán reclamar reformas estructurales y consolidación presupuestaria en otros paises del euro?”, planteó. Y no cejó: “Recordar los compromisos adquiridos no es entrometerse en asuntos nacionales, dada la importancia de unas cuentas públicas saneadas y de la productividad de los países del euro para una política monetaria orientada a la estabilidad de precios”.
El temor de Weidmann es que Bruselas acabe concediendo nuevas prórrogas para ajustar el déficit, o que las sanciones previstas en las reglas europeas si no se reduce el desequilibrio presupuestario, o la deuda pública, al ritmo previsto, no se hagan efectivas.
El presidente del Bundesbank puso a España de ejemplo del resultado de “las reformas en marcha”. Glosó su mejora en competitividad, gracias a la reducción de los costes laborales, o la fortaleza del sector exterior. Y cuando quiso hacer alguna recomendación, como la necesidad de dar más margen a las empresas españolas para ajustar las condiciones laborales a la situación económica, se parapetó en el FMI. Pero su mensaje sobre la necesidad de perseverar en el ajuste fiscal también tiene al Gobierno español como destinatario. La Comisión Europea ya ha avisado de que en 2015, año electoral, la reducción del déficit del 5,5% al 4,2% del PIB no está garantizada. Y la rebaja de impuestos anunciada por Rajoy en la reforma fiscal (6.700 millones menos de recaudación) dificulta aún más ese objetivo.
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