España apura los plazos para migrar a la zona común europea de pagos
Los bancos rechazarán las operaciones que no utilicen el nuevo lenguaje armonizado
El apagón se acerca: faltan apenas tres semanas de plazo para que los distintos países de la UE hayan migrado todos los sistemas de pagos que no se realizan en efectivo a un marco común europeo y España lleva un retraso considerable. El cobro de la nómina, el recibo de la luz o cualquier transferencia bancaria están afectadas por el cambio de formato. Al acabar diciembre, el 70,4% de las transferencias se habían adaptado a los nuevos instrumentos pero, salvo un 4,4%, la práctica totalidad de los recibos domiciliados seguían con un modelo que está a punto de apagarse.
Hay un día D: el 1 de febrero de 2014. A partir de esa fecha, los bancos deben rechazar las operaciones que no se expresen en el nuevo lenguaje armonizado para cuentas y recibos y, si los particulares y las miles de pequeñas y medianas empresas no se adaptan, es caos garantizado. “Cada día se mueven en España unos 14,5 millones de recibos por valor de 10.000 millones de euros y se realizan unos 5,7 millones de transferencias por unos 38.000 millones”, alerta, Javier Alonso, director de Operaciones, Mercados y Sistemas de Pagos del Banco de España.
La Comisión Europea anunció esta semana su intención de prorrogar en seis meses el periodo de adaptación a Bruselas, algo que, de momento, ha sido recibido con frialdad por el Banco Central Europeo (BCE). El organismo se limitó a responder el jueves que “toma nota” y que el proceso se había acelerado por parte de la mayoría de los interesados, de modo que consideraba que se completaría la migración a tiempo.
La zona única de pagos en euros (la SEPA, en sus siglas en inglés) supone armonizar las reglas, formatos y condiciones en las que las empresas, Administraciones y ciudadanos realizan pagos o reciben cobros mediante transferencias, adeudos domiciliados y tarjetas de pago. Mientras estas últimas han migrado completamente, el resto juega a apurar el plazo, pese a que el proceso comenzó en 2008, debía acabar en 2012, y se amplió hasta ahora. Afecta a los 28 miembros de la UE junto con Islandia, Noruega, Liechtenstein, Mónaco y Suiza.
Las cuentas bancarias se expresarán ahora mediante código internacional IBAN, lo que supone que a los 20 dígitos habituales del código cuenta cliente (CCC) se añaden otros cuatro caracteres con el código del país y un dígito de control. Las entidades financieras ya utilizan el código y las empresas no necesitan preguntárselo a sus trabajadores para pagarles la nómina, ya que pueden extraer el nuevo IBAN a partir del código antiguo a través de la página web del Banco de España.
“Los bancos llevan tiempo con preparativos, así como las grandes empresas que domicilian recibos de servicios, etcétera, pero preocupan más esas miles de pymes y entidades que cobran mediante domiciliaciones bancarias, que también tendrán que cambiar el formato de sus recibos si quieren cobrar”, señala Alonso.
Desde los centros deportivos a las asociación de padres de alumnos, colegios profesionales, pasando por cualquier empresa o Administración, los nuevos adeudos domiciliados deben, además de incluir el IBAN del cliente, reducir el texto con el que explican el concepto de la transacción al tamaño de un tuit, 140 caracteres, cuando ahora suelen superar los 600.
Alonso recalca las ventajas que el SEPA supone para las empresas, ya que “pueden gestionar su tesorería desde un único sitio y no requiere tener una cuenta en cada país para gestionar el cobro de los clientes de esa zona de mercado”. También la Seguridad Social se beneficia para el pago de pensiones de ciudadanos que ya no viven en España. En 2007, la UE calculó que este proceso generaría un impacto positivo de 126.000 millones de euros para el conjunto de la unión.
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