Por encima de todo, la pasta
La UCI exigió a Valverde que pagara las costas del TAS y reclama 325.000 euros a Mosquera.- El español, que no lograba un triunfo desde el 2 de mayo de 2010, en Romandía, gana la etapa reina del Tour Down Under
Tras año y medio de sanción, esta semana, en Australia, Alejandro Valverde volvió a ser ciclista profesional compitiendo con dorsal en el Tour Down Under. Pero no solo ha vuelto a dar pedaladas el murciano. Ha regresado a lo grande. La pasada madrugada, en el asfalto australiano, el corredor español ganó la etapa reina de la prueba y volvió a saborear la victoria, después de 20 meses de sequía. Su último triunfo se remontaba al 2 de mayo de 2010, en el Tour de Romandía. "Es la victoria más especial de mi carrera", reconocía Valverde después de cruzar la línea de meta; "han sido muchos meses de entrenamiento duro en casa, de cuidarme al máximo sin competir. Esperaba ansioso mucho mi vuelta a la competición y también mi primera victoria. La he conseguido en la primera oportunidad real que tenía, por eso me sabe tan bien".
Bien podría decirse que Valverde, a quien aún le exigen para el perdón de sus pecados no solo el haber cumplido su condena por su parte en la Operación Puerto, sino también una confesión pública y compungida, está de vuelta a pesar de todo. Sobre todo, a pesar de la Unión Ciclista Internacional (UCI), que el 15 de diciembre, un par de semanas antes del final de su sanción, le advirtió de que no le devolvería la licencia a menos que abonara a la propia UCI, y también a la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y al Comité Olímpico Italiano, los 150.000 francos suizos (unos 100.000 euros) como contribución a los gastos legales en que incurrieron para lograr que el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) sancionara al ciclista murciano.
Aconsejado por su equipo, el Movistar, y para evitar que el contencioso se alargara eternamente, pagó Valverde, quien voluntariamente había retrasado el momento esperando una reclamación de las partes por vía judicial para volver a encontrar una tribuna en que proclamar la injusticia que siente haber sufrido con su caso.
Aparte de cualquier otra consideración, el asunto refleja también la tendencia del máximo organismo mundial de ciclismo a convertirse en una agencia recaudadora por cuenta propia y a cuenta de otros organismos, bajo la disculpa de la lucha contra el dopaje, como el caso de Ezequiel Mosquera también atestigua.
La federación española sancionó el positivo del ciclista gallego con dos años de suspensión y, en aplicación del reglamento UCI, una multa de 276.765 euros (su salario anual tal como figura en su contrato descontados los impuestos). Pese a ser la más alta multa jamás impuesta a un ciclista, a la UCI no le ha parecido suficiente y ha recurrido la sanción ante el TAS solicitando que la multa se eleve a 325.000 euros, pues al contrato federativo suma el contrato de imagen del ciclista que terminó segundo la Vuelta de 2010. Se lo comunicó a Mosquera por carta el 30 de diciembre, recordándole, sin aparente ironía, que su situación económica debe de ser buena por la cuantía de sus contratos de los últimos cinco años. Pese a que ha anunciado su retirada y la UCI no puede quitarle una licencia que no desea en caso de impago, a Mosquera, de 37 años, le pueden reclamar la multa por medio de un proceso civil. Sin embargo, la vista ante el TAS deberá retrasarse, ya que el corredor gallego recurrió ante el Comité Español de Disciplina Deportiva por considerar que no se respetaron sus derechos en la tramitación de su expediente.
Lo curioso del caso, lo que le da un giro ciertamente kafkiano, es que la UCI reclama por un contrato de imagen que en su momento, en marzo pasado, consideró que no tenía derecho a percibir Mosquera.
Dado que el equipo del corredor, el desaparecido Xacobeo Galicia, dejó a deber a los ciclistas parte de sus salarios, Mosquera, como sus compañeros, reclamó ante la UCI la ejecución de la garantía que obligatoriamente había depositado la Fundación Ciclismo Galego. Reclamó la parte de su contrato federativo y también la de su contrato de imagen. Esta se la negaron aduciendo que no hay ningún contrato de imagen en el que figure Mosquera, sino que está a nombre de la empresa Roa Boa, de la que es titular la esposa del corredor.
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