Descorchando un Pixar reserva
John Lasseter, creador de la productora de animación, se lanza al mundo del vino
John Lasseter es el hombre de las coloridas camisas hawaianas, cada una más pintoresca que la anterior y estampadas con cada nuevo estreno de ese estudio que fundó llamado Pixar. Este californiano de 54 años, llamado el nuevo Walt Disney y al frente del estudio de Mickey Mouse, también es el niño eterno, con una colección de juguetes (especialmente de cochecitos de Cars, una de sus películas) que no se avergüenza en mostrar en la sala de juntas.
Lasseter une ahora a su extraña colección de títulos el de bodeguero. Con su esposa Nancy, ha fundado unos viñedos que llevan su nombre (Familia Lasseter), situados en el valle de Sonoma (California). El animador y director estadounidense, creador de películas como Toy Story, no es el primero que riega con vino una carrera centrada en el cine. Francis Ford Coppola lleva años en el negocio, con una producción que supera el millón de cajas de botellas de vino al año, además de 45.000 visitas anuales a sus bodegas.
Lo mismo ocurre con George Lucas, aunque el director limita su cosecha a 600 cajas al año, lo que sitúa su Skywalker Pinot entre los más buscados en Hollywood. Durante más de 11 años ese fue el caso de los vinos de Lasseter, una rara avis tan singular como las camisas de su dueño. Las botellas se destinaban únicamente a sus más allegados, con una etiqueta diferente por cada cosecha conmemorando el último estreno de Pixar. Botellas tan únicas que acababan siendo más cotizadas por su continente que por su contenido, como esa que está expuesta en el museo Ghibli de Japón con originales del maestro de la animación Hayao Miyazaki. Como admitió recientemente su esposa: "John asegura que los vinos son como sus películas y solo habla de ellos cuando están listos".
Ese momento ha llegado, y como en los grandes estrenos de Hollywood, el embargo ha sido levantado. Lasseter ha dado por abiertos sus viñedos a todo el mundo. Bueno, quizá no a todos teniendo una producción limitada a 6.500 cajas al año. Pero sí habrá para los entendidos: ya se ha servido en el Hollywood Bowl de Los Ángeles o en la cena de corresponsales de la Casa Blanca. O para los frikis enamorados de la animación y deseosos de poseer una de esas botellas con la abejita de Wally B, del primer cortometraje animado de Lasseter como sello de la bodega; y una etiqueta que muestra la locomotora de Ollie Johnston, uno de los llamados Nine old men, esos grandes animadores que crearon los primeros trabajos originales de Disney. Se trata de la misma locomotora, la Marie-E, a la que los afortunados podrán montar en los viñedos de la familia Lasseter por sus 11 hectáreas de terreno donde sólo hay una cosa prohibida: no se aceptan guiones ni portafolios.
De hecho la visita queda reservada a enólogos y con cita previa. El resto tiene que conformarse con una de las botellas de su Chemin de Fer, un tinto compuesto en un 48% de uva grenache (garnacha), 34% syrah y 18% de mourvedre elaborado de manera orgánica y bajo la supervisión del viticultor Phil Coturri y que aunque con dificultad se puede conseguir por Internet a unos 31 euros.
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