_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Regalos

Despedir el año con cierto tono pesimista es de mal gusto, pero hay que reconocer que está resultando difícil encontrar alguna pista sobre cualquier tipo de optimismo. En esta ocasión, la despedida tiene aspecto de final de época y eso siempre es motivo de intranquilidad. En cualquier caso, en estos últimos diez días tendremos muchos regalos y algunos marcarán buena parte de nuestro futuro.

El principal regalo que nos espera es el de Rajoy y es uno de esos que no admite devolución ni cambio, habrá que admitirlo quieras o no quieras. Lo viene preparando desde hace tanto tiempo, es tan elaborado y poco espontáneo que probablemente no tendrá gracia. Pero es un obsequio que marcará nuestra forma de vivir del próximo año, quizá de varios, porque tiene usos múltiples ya sea al sueldo, a la salud, a la educación o hasta a la cerveza nuestra de cada día. Vendrá cuidadosamente envuelto en papel de lujo, esperemos que de buen gusto aunque hay expectativas diversas al respecto, con la cara estampada de cada ministro que serán los encargados de explicarnos con gran lujo de detalle los diversos aspectos del regalito. Personalmente preferiría una cafetera, pero me temo que Rajoy es de los que no admite sugerencias.

En cuanto al otro regalo, el de los trajes de Camps, sigue su curso en la sala de justicia y es de esperar que esté terminado para finales de año o, como mucho, a principios del otro. Aunque estas cosas nunca terminan del todo, son como los programas de ordenador, siempre aparecerá una versión posterior convenientemente actualizada y con más colores, que siempre puedes volver a regalar. Resulta difícil describir lo que está pasando allí, pero es una extraña mezcla de El Proceso de Kafka, El mercader de Venecia de Shakespeare y Los intereses creados de Benavente, eso sí, con una literatura bastante peor. En este caso, el regalo viene envuelto con un exceso de papeles, preguntas retóricas y horas interminables de liturgia. Dicen que todo responde a la pretensión de seducir al jurado, algo que me extraña, porque si yo estuviera en su lugar tendrían asegurada mi castidad para toda la vida y hasta con carácter retroactivo.

Habrá más regalos en enero hasta el día de Reyes, aunque mejor no tocar en estos días el tema monárquico que bastante tienen ya con lo que ya tienen. Los plebeyos debemos regalar cosas más normales, aunque de farmacia nada porque cierran, ni vuelos de avión que están de huelga y pronto los colegios concertados nos devolverán a los niños sin papel de envolver. Resulta curioso que en estos nuevos tiempos se manifiestan y están de huelga los que más tienen, pero a los que no tienen, se les quita lo poco que tienen, como dice el libro.

En estos momentos y tal como están las cosas, el mejor regalo es desear suerte y eso es lo que yo les deseo a todos. Hasta el año que viene.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_