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La Constitución marroquí no atrae a los votantes

Marruecos celebra sus elecciones más importantes desde la independencia

"No entiendo nada de política, pero mi hijo me dijo que pusiera dos veces la cruz en la rosa y es lo que he hecho". Jadiya, septuagenaria, se disculpa con una sonrisa de no poder dar más explicaciones sobre el voto que depositó, sin saberlo, hace unos minutos en la urna a favor de los socialistas marroquíes en el colegio electoral de los Udayas, en el centro de Rabat. En las papeletas electorales los símbolos de los partidos son más visibles que sus nombres para facilitar el voto a los analfabetos, que son aún el 32% de la población adulta.

Como Jadiya, 13,6 millones de marroquíes fueron convocados ayer a las urnas -ocho millones de adultos residentes en Marruecos no figuran en las listas de electores- para votar en las primeras elecciones legislativas tras la aprobación en referéndum, en julio, de una nueva Constitución. Esta recorta algo los poderes del rey Mohamed VI para transferirlos al jefe del Gobierno que el monarca designará en el partido con más escaños en el Parlamento.

Rabat ha tratado de movilizar a los electores hasta el último momento
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De ahí que las elecciones hayan sido las más importantes de cuantas se han celebrado en Marruecos desde su independencia, hace 55 años. Hasta el último momento el Ministerio del Interior ha intentado movilizar a los electores enviando SMS o con anuncios en televisión. Algunos imanes, todos ellos funcionarios del Estado, disculparon incluso a los fieles que no acudieran a la mezquita el viernes si aprovechaban ese rato para cumplir con su deber. Con estas legislativas, que se celebran 10 meses antes de que expire la legislatura, el rey Mohamed VI ha querido cerrar la peculiar primavera árabe que ha vivido Marruecos desde que el 20 de febrero jóvenes apartidistas, izquierdistas e islamistas empezaron a reivindicar la democratización del país. El rey ha impulsado una nueva Constitución, que será aplicada en cuanto sea investido el nuevo Gobierno.

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Hasta el último momento, también, aquellos que preconizan el boicoteo de las urnas han continuado manifestándose. Decenas de miles de militantes de Justicia y Espiritualidad, el gran movimiento islamista ilegal pero tolerado, se echaron el jueves por la noche a las calles de Tánger para expresar su rechazo a las urnas. En algunas localidades del Rif como Beni Buayach la población convirtió ayer su protesta social crónica en un llamamiento al boicoteo.

Para quien ha visto, hace un mes, las colas ante los colegios electorales de Túnez de los ciudadanos inscritos como votantes, las mesas electorales de Rabat, Salé o Casablanca parecían ayer poco concurridas. Bien es verdad que Marruecos dispone de 38.000 colegios, cinco veces más de los abiertos en Túnez, para un cuerpo electoral que ni siquiera duplica el tunecino. Hay exceso de colegios electorales y los partidos no cuentan con suficientes interventores. Tras el cierre de las urnas, el Ministerio del Interior informó de que la participación había alcanzado el 45% del censo electoral, ocho puntos por encima del 37% registrado en los comicios de 2007.

En la escuela Golán, en el barrio rabatí de Akkari, Salima apuntaba con aplicación los nombres que pronuncia el presidente de mesa. El hiyab (pañuelo islámico) que llevaba no dejaba escapar un mechón de su pelo y conocía a la perfección los nombres de los dirigentes del islamista Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD), para el que trabaja "sin cobrar" como interventora.

A su lado Ahmed, un chaval sonriente, explicaba que representa al Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), llamado por la prensa el "partido del rey" porque lo fundó un gran amigo suyo y contó con el apoyo discreto de la Administración para ganar las municipales de 2009. Ahmed, en cambio, no sabía nada de la formación para la que vigiló las votaciones excepto el nombre del cabeza de lista en esa circunscripción de Rabat. ¿Te pagan por pasar aquí el día? "Sí", contestó escuetamente sin querer dar más detalles. La dirección del PJD está convencida de que puede ganar las elecciones en votos -como en 2007- y también en escaños, aunque no con mayoría absoluta, por lo que tendría que intentar aliarse con otros partidos, casi todos reacios a los islamistas, para formar Gobierno. Para cerrarle el paso ocho partidos políticos, todos ellos algo artificiales, han formado una coalición cuyos ejes son el PAM y el Reagrupamiento Nacional de los Independientes, una formación aupada al poder en los años ochenta por Driss Basri, ministro del Interior de Hassan II.

Una mujer vota en un colegio electoral de Marraquech.
Una mujer vota en un colegio electoral de Marraquech.JEAN BLONDIN (REUTERS)

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