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TORMENTAS PERFECTAS | OPINIÓN
Columna
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Vendaval doble

Lluís Bassets

Irlanda, Portugal, Grecia, Italia y hoy España. Túnez, Egipto, Libia y quizá muy pronto Siria. Como las fichas de un dominó van cayendo los Gobiernos elegidos democráticamente en el norte del Mediterráneo y las dictaduras despóticas en el sur. Nada tienen que ver, en principio, ambas oleadas de cambio, sobre todo por los enormes desniveles de renta, bienestar y libertades que hay entre ambas orillas; pero se producen justo en este mismo 2011 de todos los terremotos políticos y es seguro que convertirán en irreconocible el paisaje político de la amplia región que rodea el viejo mar latino.

En el norte son los mercados los que expulsan a los partidos gobernantes y les mandan al cuarto oscuro de la oposición. En el sur son los ciudadanos los que echan a los dictadores y los condenan a un destino mucho más duro, como es la cárcel, el exilio o la tumba. La crisis financiera tiene algo que ver con una y otra oleada sísmica, traducida en el norte como crisis de deudas soberanas y de inflamación del precio de los alimentos en el sur. Víctimas de distintas vueltas de una misma crisis, comparten sus efectos en el desempleo, sobre todo juvenil, que es de los más altos del mundo en el sur; aunque en los países del norte, España sin ir más lejos, está llegando también a niveles insoportables.

Los europeos necesitan gobernar la economía del euro y los del sur necesitan Gobiernos representativos, algo que no han tenido nunca ni unos ni otros. La salida inmediata sitúa en el timón a los conservadores de ambas orillas, las derechas europeas clásicas y el islamismo político que se quiere reinventar como democrático; y en los ínterin incluso a Gobiernos de excepción: tecnócratas unos y militares otros. Ni en una ni en otra orilla están ausentes las tentaciones populistas, lamentable reacción casi reglamentaria cuando la crisis se convierte en desempleo masivo.

También se han podido detectar puntos comunes en las percepciones, muy parecidas en la imprevisión, el negacionismo y la lentitud de reflejos para reconocer y encarar todos estos cambios, por parte de quienes los sufren y por parte de quienes deben lidiar con ellos, que somos todos. La actitud de las poblaciones es algo distinta, aunque la indignación de unos y otros haya suscitado comparaciones entre Tahrir y la Puerta del Sol. Los del sur quieren convertirse en ciudadanos con plenos derechos y contar con Gobiernos representativos. Los del norte, que ya lo son y lo valoran poco porque lo dan por descontado, no quieren perder sobre todo su nivel de vida. Mientras los de abajo quieren hacer política, los de arriba se desinteresan de ella. En ambos casos hay algo en común: no es posible mantener el statu quo, hay que dar una sacudida a los sistemas políticos, el viejo orden se cae a pedazos. -

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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