Padres de bebés robados buscan apoyos para investigar su paradero
Cuarenta afectados celebran su primera reunión en Santiago- Incendios e inundaciones destruyeron documentación en varios registros
Padres y hermanos de bebés robados en hospitales gallegos, la mayoría asistidos por congregaciones religiosas, entre los años sesenta y principios de los ochenta se encontraron ayer por primera vez en Santiago, en respuesta a una convocatoria de la Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares. Los familiares de los niños desaparecidos, oficialmente dados por muertos en documentos cargados de contradicciones, se informaron de los pasos que han de seguir para investigar, por medio de abogados de la asociación, el paradero de sus hijos.
A R., madre de cuatro hijos, le quitaron la primera, probablemente bautizada en el Provincial de Vigo como María, el 28 de julio de 1971. Había nacido sana el 23. Entonces, R. tenía 22 años y era madre soltera. Su novio no acudió aquellos días porque estaba muriéndose su madre. La monja que gobernaba la planta debió de pensar que a la chica le hacía un favor quitándole la carga de encima. "Ese ya no vuelve", mascuyó después de preguntarle por qué no venía a verla su pareja. Ahora aquel chico es su marido y ayer los dos enseñaban los papeles de la criatura a un abogado de Anadir. La monja había dicho que María tenía un problema de corazón y que ya se hacían cargo del entierro en el hospital: "Tenemos un sitio aquí fuera para estos casos".En casa de Rosa María López Álvarez todos recordaron que ayer era su cumpleaños. Hubieran sido 49 velas sobre la tarta, porque nació el 29 de octubre de 1962. Claro que, oficialmente, murió una semana después, dejando detrás, para que contemplasen su cara, un hermano mellizo que se le parecía mucho. Fue un parto múltiple aunque a tiempo y sin complicaciones. Los bebés de Avelina, criada en Monforte pero casada con un pontevedrés, Agustín, guardia civil destinado en Figueres, vinieron sanos. Pero a los pocos días, en el Hospital Provincial de Pontevedra, a la madre le aseguraron que la niña había muerto y no se la enseñaron.
En el cementerio de Pontevedra todos los días se anotaban sepelios de neonatos
"¡Que le hagan la prueba de ADN a toda España!", rogó un padre en el acto
"Tranquila, que se fue bautizada", le dijeron para confortarla inmediatamente antes de darle el alta. "Se la llevó en una cajita tu suegro", añadieron. Al día siguiente, la mujer marchó a Figueres con el niño vivo, y al abuelo nunca le mentó el asunto. En teoría la bendijeron "debajo de un grifo el doctor Cumbraos y sor Cándida", pero en la capilla del hospital, donde figuran todos los bautismos, el de Rosa María no consta.
Hasta hace un par de años, en casa todos creyeron que estaba muerta, pero a Pilar, una entre los seis hermanos que vinieron al mundo después, le entró la duda al leer informaciones sobre la trama de los bebés robados que intenta desentrañar Anadir (Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares). "Ahora estoy completamente segura de que mi hermana no murió", afirma después de rastrear todos los archivos posibles, comprobar la cantidad de lagunas y errores presentes en los documentos y perseguir el supuesto cadáver hasta el cementerio de San Mauro, en Pontevedra. Allí, un funcionario le aseguró que, aparte del libro de inhumaciones, existía uno en el que se iban anotando todas las entradas de niños muertos y que le sorprendía la cantidad de defunciones hospitalarias de bebé que se daban aquellos años. "Todos los días" se anotaba el sepelio de alguno, o de varios, en aquella parte del camposanto que denominaban Párvulos.
Parte de la documentación que precisaba encontrar la familia, además, se la engulleron el incendio del archivo del hospital y la inundación del Registro Civil. "Yo no creo que el papel arda de forma espontánea, alguien tiene que prenderle fuego", comentaba ayer Pilar, que voló desde Mallorca a Santiago para asistir a la primera reunión informativa convocada en Galicia por Anadir.
El colectivo que intenta contra viento y marea desentrañar lo que considera todo un entramado de robo de bebés destinados a un negocio de adopciones en el que estaban implicados médicos, órdenes religiosas e incluso políticos tiene ya 1.900 casos registrados y un banco de ADN de un millar de personas, pero el laboratorio Genómica solo ha logrado unir a seis familias con sus niños perdidos. "Estamos hablando de que hubo 300.000 criaturas robadas", dice el presidente y fundador de Anadir, Antonio Barroso, bebé vendido en Zaragoza hace 42 años. "¡Pues que le hagan la prueba de ADN a toda España!", pidió un padre en el acto al que acudieron 40 personas cargadas de recuerdos y papeles que señalan directamente a hospitales tan destacados de la comunidad como el Juan Canalejo (hoy CHUAC) o el Provincial de Vigo, ahora Nicolás Peña, entre los años sesenta y ochenta. "Pero es que muchos los vendieron en el extranjero, incluso vino gente de EE UU a adoptar", le respondió Barroso al asistente para mostrar la dificultad del rastreo.
En el encuentro, el octavo que convoca en España Anadir desde hace dos meses, hubo progenitores y hermanos de toda Galicia, todos con la sospecha o la certeza de que los médicos y las monjas les mintieron cuando les aseguraron que sus bebés habían muerto al nacer. En muchos de los casos, la documentación nunca existió, está falsificada o desapareció en un accidente. En la reunión, celebrada en un local vecinal de Santiago, se citaron varios incendios de archivos.
Un abogado asesoraba a las familias al fondo de la sala mientras varios miembros de Anadir, todos bebés robados (y con legajo de aborto a su nombre en el Registro Civil), detallaban los pasos que había que seguir para presentar denuncias (que casi siempre son archivadas), hacerse la prueba de ADN y emprender una investigación sin esperar a que los fiscales den un paso. El Gobierno no colabora. Hay un claro intento de "silenciar" y "no remover" por parte de las instituciones. "Un tío de Ana Botella era director de uno de los hospitales", denunciaron los convocantes del acto, "y tenemos algún documento que compromete a Arias Navarro".
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