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La caja ocultó a su consejo la cuantía de las prejubilaciones

Novacaixagalicia realizó una provisión de fondos multimillonaria sin detallar su importe a los miembros del órgano ejecutivo

Novacaixagalicia, cuando era una caja, aprobó de tapadillo una reserva de 23,6 millones de euros para hacer frente a las rescisiones de contratos de cuatro exdirectivos. Fue en el consejo celebrado el 25 de agosto, un mes normalmente inhábil en las empresas.

El punto del orden del día constaba de cinco apartados. El primero informaba de la existencia de contratos de alta dirección "en vigor". Los restantes, de que cabía la posibilidad de que, con la conversión de la caja en un banco, esos directivos pidiesen la rescisión de sus contratos. "Tras la segregación [de activos hacia el banco] se mantienen esos derechos", enumeraba el punto cuatro.

El último apartado informaba de que se dotaría "una provisión para el eventual ejercicio de esos derechos". En esa frase viajaban los más de 20 millones de euros de las prejubilaciones, el equivalente a casi la mitad del beneficio neto de la caja en el primer semestre.

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Los miembros del órgano ejecutivo supieron ese día que el consejo de Caixanova del 18 de octubre de 2010 había aprobado la "posible concesión a los directivos de una compensación o premio especial por su dedicación y aportación". El vocal de Comisiones Obreras preguntó qué directivos habían cobrado esos premios especiales. No obtuvo respuesta. Tanto él como el representante del Ayuntamiento de Pontevedra, del BNG, y otro consejero designado por la plantilla votaron en contra. Consideraron inadmisible la falta de información, en especial porque desconocían "los términos de los contratos de alta dirección".

Ocurría un mes antes de la despedida de José Luis Pego, hasta entonces director, Javier García de Paredes, adjunto, que abandonó la caja semanas después, y los directores de área Gregorio Gorriarán y Óscar Rodríguez Estrada. Fue antes de que se supiese la valoración de la caja de ahorros, un 12% de su precio en libros. Con esa decisión del Banco de España, la obra social se ha visto muy comprometida.

"Ahora que todas las cajas han tenido que 'bancarizarse', ¿Quien sabe cuantas obras sociales están activas?". Al director de Cáritas de Vigo, Ángel Dorrego, le gustaría tener respuesta a esta incógnita que tiene en vilo a los colectivos de asistencia social. La entidad religiosa siempre contó con "la inestimable ayuda económica", de las cajas gallegas, que aún fue renovada, tras la fusión en Novacaixagalicia, en julio y por otros seis meses. "Nadie sabe qué va ocurrir luego, estamos en conversaciones y nos aseguran que quieren mantener la colaboración, pero ni ellos saben qué pasará en 2012". Y menos cuánto podrán aportar para estas entidades que atienden los excluidos, "los últimos de la sociedad sin derecho a nada, ni a prestación pública alguna".

"Ahora también vienen en busca de ayuda los penúltimos de la sociedad, los que al quedarse en el paro y sin recursos por la crisis, han cruzado el umbral de la exclusión social. Nos hemos empobrecidos todos, tenemos menos fuentes de financiación y son muchos más los que vienen en busca de ayuda", reseña Dorrego. Cáritas Vigo tuvo que recurrir, este año a 19 subvenciones de distinta procedencia para reunir su presupuesto de 1,2 millones de euros. "¿A cuantas puertas tendremos que llamar en 2012? Nadie lo sabe. Ya hubo un cambio terrorífico de la sociedad en acción social este año, nadie sabe lo que va ocurrir ahora".

Y eso que Cáritas a nivel gallego cuenta aún con instituciones a las que recurrir, y la Xunta "está al día en sus pagos" a diferencia de lo que ocurre con otras administraciones autonómicas.

"Estamos no tanto preocupados como expectantes e intranquilos". Cáritas en Vigo ya prepara una campaña de sensibilización, tras detectar que además de la merma de la Obra Social de la caja, también se redujeron, y mucho, los donativos de grandes cantidades.

La Federación Galega de Parálise Cerebral (Aspace) se ve obligada a escatimar en personal ante "la considerable reducción de las ayudas sociales" de la caja de ahorros gallega. Este año, tras la fusión, ya disminuyó en un 88% la aportación de Novacaixagalicia a esta entidad de Sada (A Coruña) que cuenta con un centro educativo, dos residencias y un centro de día para discapacitados intelectuales. Atiende a unas 105 personas. Y ya está haciendo, según su gerente, Eulogio López, "ajustes" en sus gastos "pero sin eliminar servicios" ante "el importante bajón" de las ayudas de la caja de ahorro. "Este año ya no sacó convocatorias de ayudas y la perspectiva para 2012 no es muy halagüeña", lamenta este directivo de Aspace. Aún conserva cierta esperanza de que "la caja se reponga" y pueda seguir colaborando. Mientras Aspace ya está intentando capear el recorte de fondos reduciendo gastos corrientes, como el consumo de electricidad o calefacción, y reajustando plantillas. "El personal representa el 80% de nuestros gastos, y si ahora contamos con un cuidador por cada cinco personas, habrá que reducir ese ratio", apunta López.

Otro frente se abre en la docencia. Caixanova, y singularmente su presidente, Julio Fernández Gayoso, han estado muy vinculados a la Universidad de Vigo. La caja promovió en los años setenta la construcción del Colegio Universitario, germen del actual campus, financió el proyecto de Enric Miralles que lo transformó en la década pasada y participa con el 30% en el capital social de Cidade Universitaria, SA, el instrumento empresarial que operó esa transformación. Por el camino, Gayoso fue nombrado doctor honoris causa de la institución. Los compromisos actuales de NCG con la universidad se concretan en un convenio que permiten financiar las actividades de cinco de las denominadas "cátedras de empresa" -estudios feministas, Filgueira Valverde, Alexandre Bóveda, Eurorregión y empresa familiar- por un importe total de 154.000 euros anuales. Nadie ha advertido, por el momento, de que esa contribución vaya a suspenderse. Junto a las colaboraciones la caja tiene una importante red de centros propios entre escuelas infantiles, centros para mayores y oficinas de atención a inmigrantes.

Al otro lado del teléfono, Margarita habla orgullosa de la escuela infantil de Monforte, abierta hace 32 años. "Las instalaciones son una maravilla, luminosas, amplias, lo mejor es que vengan por aquí y las vean". El centro abierto en origen por Caixa Galicia atiende a 65 niños de cero a cinco años gracias en parte a un concierto con la Xunta. Además de facilitar unas instalaciones impecables, la Obra Social paga las nóminas de tres educadores, el cocinero, la ayudante de cocina y la limpieza. Por menor, son 1.850 euros de subvención. "No, no nos han dicho nada todavía", responden desde la escuela. Tampoco nada saben en la de Campelo de Poio, donde acuden 68 niños con edades comprendidas entre tres y seis años.

Los padres pagan 20 euros al mes a una bolsa de compensación y 50 euros más si quieren servicio de comedor. "Valoran muy bien que tengamos cocina propia y menús caseros", destaca la responsable de las escuelas infantiles de la caja. Globalmente, la Obra Social subvenciona el 50% de los gastos. El resto lo aportan los padres y la consellería de Educación. En todo caso la fijación de cuotas "es progresiva en función de la renta familiar".

Lo mismo ocurre con los centros de mayores. El de Viveiro tiene 4.000 socios y unos 200 usuarios habituales. No pagan por usar las instalaciones, solo cuando hacen un curso, quieren servicio de peluquería o necesitan una revisión del podólogo. En esos casos la cuantía puede ser de ocho euros al mes por clases que van desde el tai-chi a la gimnasia de mantenimiento o la informática. La programación está diseñada según el tipo de usuarios.

En poblaciones pequeñas los centros de la caja son casi indispensables para ancianos y niños porque no hay una alternativa pública accesible.

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