TVE, ¿la televisión de todos?

Cuando en mayo de 2006 el Congreso aprobaba la nueva Ley de la Radio y Televisión de titularidad estatal, se daba un gran paso en el intento por convertir a RTVE en un ente independiente del poder político, donde sus profesionales pudiesen ejercer su labor periodística con absoluta libertad. Sin embargo, solo cinco años después el PP (que entonces votó en contra de la ley y ahora se ve en puertas de una gran victoria electoral) ha conseguido abrir nuevamente la puerta a la censura previa (expresamente prohibida por la Constitución, en su artículo 20) y al control e instrumentalización de los informativos por parte de las mayorías del Consejo.

Lo que, sin embargo, llama poderosamente la atención es la connivencia con que ha actuado el PSOE, impulsor de la profunda reforma de 2006, presentada en su momento como un ambicioso proyecto de Rodríguez Zapatero. Con la abstención de su consejero, han contribuido a pervertir la esencia de una ley que, hasta hoy, ha dado como resultado la RTVE más plural, independiente y exitosa de toda su historia. Quizá sean precisamente esa pluralidad y esa independencia lo que, al margen de sus siglas, asuste y una a la clase política.

La decisión de permitir a los consejeros conocer con anterioridad a su emisión los contenidos elaborados por los profesionales de TVE solo se entiende si en ello hay un interés por influir en la composición de las escaletas de los programas informativos. Esto es, que los consejeros ejerzan la labor que corresponde a los periodistas y participen en el proceso de selección de contenidos, así como en el modo en que estos son trasladados a la audiencia, aportando un sesgo partidista al resultado final.

El Consejo de Informativos de TVE -órgano que nació en 2006 y que representa a los trabajadores del medio- ya ha hecho público su rechazo a esta resolución. Ni ellos se merecen el desprestigio que en otras épocas, no tan lejanas, han sufrido como consecuencia de la instrumentalización política de TVE, ni los ciudadanos debemos sufragar con impuestos las campañas de imagen de un Gobierno a través de TVE.