La obra completa de Concha

A punto de cumplir 72 años, Concha Velasco ha vuelto a abordar un nuevo reto. La popular actriz y cantante abrió ayer la nueva temporada del Teatro Arriaga con el musical Concha. Yo lo que quiero es bailar, que permanecerá en cartel hasta el próximo 2 de octubre. El montaje se estrenó el pasado 1 de septiembre en su ciudad natal, Valladolid.

Con sonrisa y amabilidad perennes, la artista califica de "atrevimiento" su nuevo proyecto por la dificultad de las canciones de obras de Broadway que interpreta y los números de baile. Tras dejar atrás "amagos de jubilación" que nunca llegan, ha descubierto, gracias al director del musical, Jose María Pou, un La bemol que ignoraba que pudiera entonar.

"La obra es una terapia porque he tenido que recordar. Soy rencorosa", dice

A punto de cumplir 72 años, atribuye su excelente salud a la "genética"

El montaje repasa sus 50 años sobre los escenarios, éxitos y fracasos incluidos. ¿No ha sentido algo de pudor? "Hemos sido todos cautos. Aquí no se habla mal de nadie, no se recuerda a nadie con maldad", responde a EL PAÍS. "Cuando me quiero meter con alguien lo hago habilidosamente a través de los personajes que he interpretado. Está hecho para público inteligente", añade.

Ya no queda "nada" de aquella joven que dijo a su madre aquello de "Mamá, quiero ser artista". "Esta obra es una terapia porque he tenido que recordar. Soy una persona rencorosa, me cuesta perdonar", dice. "He tenido que hacer un ejercicio espiritual para no sacar la maldad y el rencor. Si me voy a morir, ¿por qué voy a dejar un mal recuerdo? Mejor morir tranquilamente", zanja la intérprete de Teresa de Jesús.

La edad no deja huella en la actriz, quien asegura que su secreto no es otro que la "genética" y, en concreto, la de su padre, quien murió "de un ataque de fabada". "Tenía 86 años y era militar. Se empeñaba en vestirse correctamente con 40 grados a la sombra, como aquel 31 de julio del 96. Ese día bajó a la calle y se fue al restaurante de enfrente. Se tomó una fabada y una botella de tinto y se murió", rememora.

No quiere concretar ni su mayor éxito ni sus más sonados fracasos porque los refleja en la obra. "Quien quiera saberlo que la vea", invita.

Ahora le queda "hacer más examen de conciencia para ser menos soberbia". Y es que admite: "De vez en cuando tengo esos ataques de ira que me perjudican tanto en mi vida privada". Se puede encerrar en sí misma y pasar dos días sin coger el teléfono. "Tengo que autoeducarme un poco más", reconoce.

Velasco prevé que la era digital "cambiará la forma de hacer teatro y el cine, igual que cuando llegó la televisión. "Mujer de su tiempo", la actriz navega en Internet y cuando acude a Bilbao repasa sus conocimientos de euskera.

Cuando piensa en su carrera considera que ha sido "muy feliz". "Esta profesión ha sido mi gran amor. No me ha defraudado nunca", dice. "Sin embargo, no he sido feliz como mujer, salvo que tengo dos hijos y un nieto maravillosos. En el amor no he sido muy afortunada", asume. "A lo mejor es que he querido demasiado o nada, pues siempre he ido con prisa y a los hombres hay que dedicarles tiempo porque son vanidosos", concluye.