Al coche eléctrico le falta chispa
El número de vehículos matriculados en España no llega ni al 5% de lo previsto por el Gobierno - El sector empieza a rebajar las expectativas de la tecnología
En 1899, Henry Ford se acercó a Thomas Edison e interrumpió una charla sobre Las baterías de almacenamiento para hacer funcionar vehículos eléctricos. Ford le mostró al famoso Edison el prototipo de coche con motor de combustión interna que estaba preparando. Edison le escuchó y al terminar le dijo: "Joven, está usted bien encaminado. Este coche tiene una ventaja sobre el eléctrico, pues se suministra su propia energía". Más de un siglo después del encuentro (contado en el libro Los Ford, Tusquets), la industria del automóvil intenta recorrer el sentido inverso para volver al coche eléctrico. Sobre el papel tiene todo el sentido -menos dependencia del petróleo, menos CO2, menos contaminación en las ciudades y menos ruido-, pero la revolución no está resultando tan sencilla como podía parecer hace solo un par de años.
Entre enero y agosto se han matriculado solo 213 enchufables
Las marcas siguen con la apuesta por estos modelos para el medio plazo
España fue de los países que más claro vio la necesidad del coche eléctrico. El 6 de abril de 2010, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, presentó un ambicioso plan de 600 millones de euros para impulsar el coche eléctrico. "Según este plan, en el año 2011 se matricularán 20.000 vehículos eléctricos puros e híbridos enchufables y en 2012 se matricularán 50.000", según explica la web de La Moncloa.
El ministro de Industria, Miguel Sebastián, ha hecho una gran apuesta por este vehículo: ha dado ayudas a Renault para que fabrique el Twizy en Valladolid, ha cambiado la ley para que cualquiera pueda instalar un punto de recarga en el garaje sin permiso de los vecinos y ha creado la figura de las electrolineras. En España, un país sin petróleo ni gas, el coche eléctrico tendría la ventaja adicional de que un gran parque conectado a la red por la noche permitiría evitar la pérdida de energía eólica que se produce cuando, de madrugada, hay mucho viento y poca demanda.
Sin embargo, en España entre enero y agosto se han matriculado 213 coches eléctricos (el 0,037% del total) y 344 motos, dos dígitos por debajo de los 20.000 vehículos que Industria predijo para este año. La Asociación Nacional de Importadores de Automóviles (Aniacam) calcula que en todo el año se puede llegar a los 1.000 vehículos, que supondría el 5% de lo anunciado por Sebastián. El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, del Ministerio de Industria, se ha negado en la última semana a comentar la baja cifra de ventas. Ha alegado falta de datos.
Todas las fuentes consultadas insisten en que es pronto para dar por muerto al coche eléctrico, pero sí empieza a ser evidente que las previsiones de Industria -y también de organismos como la Agencia Internacional de la Energía- resultaron demasiado optimistas.
"La falta de infraestructuras que ayuden a la recarga de los vehículos eléctricos -recordemos su autonomía de menos de 150 kilómetros- y el alto precio de las baterías por la falta de la demanda hacen prever una lenta introducción de los vehículos eléctricos, pese a las ayudas", señala el presidente de Aniacam, Germán López Madrid.
Antonio Romero, presidente de la patronal de concesionarios (Faconauto), es mucho más duro: "Solo hay una cosa más difícil que vender un coche eléctrico: comprarlo. Se han vendido 200, pero sobre todo a empresas y eléctricas que lo usan de escaparate. No hay nada de particulares, que es lo que importa". Según Romero, "fomentar el coche eléctrico cuando no se vende ni un coche es como querer caviar cuando no tienes pan". Es de los pocos que habla tan claro en un sector muy dependiente de las ayudas del Gobierno y en el que mucha gente teme aparecer públicamente contra el plan estrella de Sebastián.
La oferta de modelos es aún limitada, y el precio sigue muy lejos de los convencionales. El Peugeot iOn, el más vendido, con 63 ejemplares entre enero y agosto, cuesta unos 29.000 euros (descontada la ayuda a la compra del Plan Movele), casi el doble que un coche de su tamaño. La crisis arredra a los compradores -las ventas de coches caerán este año un 22%-, y también a las Administraciones a invertir en puntos de recarga.
Francisco Aparicio, director del Instituto Universitario de Investigación del Automóvil (Insia), apunta que las previsiones fueron demasiado optimistas y que aún quedan "barreras de infraestructura, de precio y psicológicas. No existe oferta suficiente y la gente teme que un coche eléctrico le deje tirado. Eso hay que superarlo".
Aparicio cree que, a corto plazo, la solución son los híbridos enchufables. Coches con un motor de gasolina y otro eléctrico que se puede cargar en la red. Es el caso del Opel Ampera, que llegará a España en enero. Un motor eléctrico permite circular 80 kilómetros (de casa al trabajo y viceversa) pero en caso de un viaje largo, un motor convencional te permite hacerlo. Opel lo presentó el lunes pasado en Madrid como "una nueva era de la movilidad", pero los 42.000 euros de precio hace que, de momento, solo esté al alcance de empresas.
Los expertos consultados no niegan que el coche eléctrico tenga futuro -ponen como ejemplo que todas las grandes marcas están en la carrera y estos modelos triunfan ahora mismo en el Salón de Francfort- pero sí que vaya a cambiar la automoción en solo unos años. El millón de vehículos eléctricos por las calles españolas que Industria preveía para 2014 es un sueño.
"Es factible que, en 2020, los eléctricos e híbridos enchufables supongan el 10% del mercado", señala Aparicio. El presidente de Faconauto rebaja la cifra al 1%. José Luis García Ortega, de Greenpeace, pide al Gobierno que "ponga las pilas a los fabricantes de coches con normas más estrictas para fomentar el cambio hacia la movilidad eléctrica".
Estas previsiones están muy lejos de lo que, según la Agencia Internacional de la Energía, sería necesario para limitar el cambio climático. La Agencia calculó que para ello, la mitad de los vehículos vendidos en 2020 debían ser híbridos, eléctricos e híbridos enchufables. Hace unos años, para defender que la revolución del coche eléctrico era posible, se ponía como ejemplo el salto inimaginable de las telecomunicaciones en una década. Pero la automoción espera aún su Steve Jobs.
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