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Reportaje:ESCAPADAS

Qué arte el del 'homo sapiens'

El nuevo museo de la cueva de Tito Bustillo en Ribadesella recorre 20.000 años de arte subterráneo. Una joya paleolítica de cuando Asturias era rupestre

Sergio C. Fanjul

En 1968 un grupo de espeleólogos que rondaban los 20 años y hacían meritos para federarse se descolgaron por una sima conocida como el Pozu'l Ramu, en el macizo de Ardines, Ribadesella. Una vez llegaron al suelo descubrieron una impoluta superficie de arena, sin ningún tipo de huellas. No había sido pisada en mucho, mucho tiempo. Se adentraron por las galerías de la cueva en una travesía en la oscuridad que duró siete horas, avanzando por terreno desconocido con un equipo precario. Así encontraron el Camarín de las Vulvas y el Panel Principal, dos de los conjuntos artísticos rupestres más importantes de la cueva (hay hasta 12). Un par de semanas después, Tito Bustillo, uno de los jóvenes descubridores, falleció en un accidente de montaña en otra expedición en la zona de Quirós. En homenaje, la cueva fue bautizada con su nombre. El descubrimiento de esta joya del arte del Paleolítico tuvo gran repercusión mediática. Cuarenta años después, en 2008, fue declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco. Y el pasado mes de marzo se inauguró el Centro de Arte Rupestre Tito Bustillo.

Lo ideal es una visita completa, que incluya la cueva y el centro. Cada año un grupo de expertos decide la cuota máxima permitida de visitas; este año es de 150 personas al día, en grupos de 15. Por eso es importante reservar plaza con antelación. La visita guiada dura algo más de una hora, y en ella se recorren unos 900 metros de entrada y otros 900 para salir por el mismo sitio, una abertura artificial que se perforó en la roca y permite un acceso fácil por un túnel asfaltado. En la cueva hace 15 grados; se recomienda llevar algo de abrigo.

Una vez dentro el espectáculo es doble: por un lado el natural, con las estalactitas, las estalagmitas, los derrumbes, el sonido del río subterráneo. Y por otro las pinturas rupestres. Se realizan varias paradas explicativas hasta llegar al Panel Principal, una pared donde hay más de un centenar de pinturas en dos fases, la antigua o premagdaleniense, con signos en rojo, y la más moderna o magdaleniense, con pinturas zoomorfas (bóvidos, cérvidos, caballos). Ante las pinturas, conservadas desde hace 20.000 años, envuelto en la penumbra, impresiona pensar que durante más de 10.000 años la cueva fue utilizada por seres humanos. Los grupos que vivieron aquí hacían su vida cotidiana cerca de la salida, sellada por un derrumbe, razón por la cual las pinturas permanecieron ocultas hasta 1968. Para llegar a los lugares donde se realizaron las pinturas, algunas en las zonas más profundas, aquellos hombres y mujeres tenían que hacer largas travesías (recordemos que los jóvenes espeleólogos tardaron siete horas).

Hay muchas teorías acerca de la utilidad de las pinturas, posiblemente fueran utilizadas para algún tipo de rito, aunque seguramente nunca lo sabremos a ciencia cierta. Además, en el Panel hay una pintura de un reno, lo que indica que en aquella época, con la glaciación, Asturias tuvo una climatología parecida a la actual en Noruega. El mar estaba por entonces cuatro kilómetros más lejos.

En el Centro de Arte Rupestre, de 6.500 metros cuadrados, se explica, además del Panel Principal, otros conjuntos no visitables por su difícil acceso como el Camarín de la Vulvas, una pequeña cámara en cuyas paredes hay pintados sexos femeninos, la Galería de los Caballos, o la recientemente descubierta y muy recóndita Galería de los Antropomorfos, donde se encuentran esquemáticas figuras humanas. El centro ofrece cuidadas reproducciones de estos espacios así como de los utensilios hallados en la cueva. En seis salas que reproducen el ambiente cavernario, y utilizando la última tecnología de forma muy didáctica, se explican también las vicisitudes del descubrimiento (hay un documental con testimonios actuales de algunos de los descubridores y algunas piezas del equipo que utilizaron, como cascos y carburos), la geología de la zona o las características de sus pobladores, homo sapiens como nosotros, con el mismo aspecto y la misma inteligencia.

El Centro de Arte Rupestre de la cueva de Tito Bustillo en Ribadesella.
El Centro de Arte Rupestre de la cueva de Tito Bustillo en Ribadesella.ÁLVARO GARCÍA-RAMO

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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