Una utopía cómica
¿Y si las mujeres mandasen a la femenina manera, proscribieran la varonil competitividad y crearan una comunidad de bienes y cuerpos? Aristófanes, azote de demagogos en la democrática Atenas, no era ningún ingenuo: la egocéntrica naturaleza humana aboca las empresas mejor intencionadas al naufragio, viene a decirnos en La asamblea de mujeres, sátira política donde resuenan el mal gobierno crónico y ciertas utopías. Con un golpe de mano asambleario, Praxágora, su proteica protagonista, y sus convecinas, toman el poder, convencidas de que nadie cuidará mejor de los hombres que sus madres.
En esta coproducción del Festival de Mérida, Laila Ripoll, su directora, viste el clásico griego con ropas sufragistas y músicas fin de siglo, pero José Ramón Fernández, su adaptador, lo trufa de alusiones actuales oportunas, de manera que se produce una extraña disonancia entre el texto y ese doble contexto (el de hoy y el de la belle époque) en el que se inserta. En la primera escena, faltan vis cómica y aliento comunitario. Resuelta sin cortarse un pelo por Toni Misó, la de Blépiro haciendo sus necesidades conserva su gracia arcana. En la siguiente echamos en falta el coro imprescindible, mientras que en la del ciudadano cumplidor y el codicioso, Secun de la Rosa y José Luis Patiño clavan el mensaje. Para ser rotundo, el final necesitaría de tres viejas disputándose al infortunado joven: ahí no cabe economizar. Isabel Ordaz, la protagonista, tantas veces gran actriz, ha ido en esta ocasión a mirarse en un registro interpretativo que poco la favorece.
LA ASAMBLEA DE MUJERES
Autor: Aristófanes. Versión: J. R. Fernández. Intérpretes: Isabel Ordaz, Emma Ozores... Música: Pedro Esparza. Dirección: Laila Ripoll. Teatro Compac Gran Vía. Del 18 de agosto al 11 de septiembre.
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