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Elecciones generales 20-N

Continuidad o cambio

Los dos aspirantes se afanan por difuminar su pasado para disputarse las urnas con su perfil más amable

Javier Casqueiro

Vota cambio, vota UCD. Fue el lema de Adolfo Suárez en 1977. Por el cambio se promocionó el PSOE de Felipe González en 1982. Y ahora el duelo para el 20-N entre Rubalcaba y Rajoy será así de simple: continuidad o cambio. El problema es que ninguno de los dos es nuevo en política. Ambos llevan 30 años muy bien instalados en el poder, con periplos similares en su escalada por los cargos más relevantes de sus partidos y de sus Gobiernos. Labor para sus estrategas. Sus equipos ya están en el afán de que, en esta campaña que acaba de comenzar, sus candidatos renieguen sin que se note de su largo y complejo pasado y se presenten con su perfil más amable, moderado y modulado, sin las aristas más feas.

Ahora la marca que vende más es la suya: Alfredo o Alfredo P.
"No le van a votar. No volverán al PSOE", afirman los populares
El aspirante del PSOE intentará ser más didáctico y próximo a la gente
La cúpula socialista dice que están por debajo del recorte que marcó el CIS
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"No me veo haciendo otra cosa. Haré la campaña que hay que hacer en estos momentos y en este contexto. No es solo cuestión de estrategia, es que no es mi estilo salir ahora por España dando mítines, insultando y gritando consignas", comenta el candidato socialista en su entorno cuando le preguntan qué tipo de actos se plantea hacer en estos casi cuatro meses.

No es una cuestión retórica. Sus intenciones han quedado bastante claras desde el minuto uno. Su discurso profesoral de presentación fue el gran ejemplo. Las siguientes intervenciones, lo mismo. Escuchar y explicarse. Es lo que pretende. No meterse ni con el PP ni con Rajoy.

Pero, claro, Rubalcaba tiene un pasado. Y una oratoria brillante y punzante que le precede. Son muchos los contrincantes del PP que han probado su ácida medicina, aunque no Rajoy. Ese debate especial queda ahora para los cara a cara, que naturalmente el candidato socialista quiere mantener sin ninguna duda. Para amortiguar ese perfil a veces displicente y sobrado que le sale en determinadas situaciones, Rubalcaba ha dado un giro. Otro regate a sí mismo. No es que haya cambiado. Su personalidad poliédrica le permite distintos enfoques. Ahora toca el Rubalcaba más didáctico, próximo a la gente, a los indignados del 15-M y hasta a los votantes más de izquierdas desencantados con estos años finales de crudo realismo zapaterista. Esos más de dos millones de votantes socialistas desmovilizados.

En esa línea, el candidato lleva semanas desmarcándose no solo del Gobierno que vicepresidió hasta hace nada y del que fue portavoz, también de la marca PSOE. Y no porque reniegue de su partido o del socialismo. No. Porque ahora la marca electoral que vende más es la suya: Alfredo o como mucho Alfredo P. Es decir, el Rubalcaba de 2011.

Lo que se aprecia en el último barómetro político del CIS, pero también en la mayoría de los sondeos privados, es que Rubalcaba es considerado mejor candidato a la Presidencia del Gobierno y con mejores cualidades profesionales y políticas que Mariano Rajoy. Y eso lo pueden llegar a admitir en el equipo de Rajoy. Pero como dice el principal asesor del líder del PP en esta materia: "Esos luego no le van a votar. Ahora dicen que es muy bueno y muy guapo, pero luego la mayoría se irán a votar a IU, Esquerra, el PNV u otros partidos, pero no volverán al PSOE".

El PSOE no lo entiende así. La cúpula del partido maneja desde hace unos días sus propias encuestas internas. Y en sus datos se refleja que sí se ha producido un efecto Rubalcaba. Esos tres puntos de recorte que marcó el último CIS, dejando la distancia a favor del PP en siete puntos, en el PSOE mantienen que ya son más. Por eso el candidato se programó ayer otro miniacto más en Madrid y apenas se tomará unos días de relajo en Asturias mientras su rival andaba ya por los arenales de Sanxenxo (Pontevedra), su lugar de veraneo. Esa es otra. El equipo de campaña socialista lo tiene grabado a sangre en su prontuario de lemas básicos: su candidato trabaja sin descanso, el del PP, no. No es cierto, claro, pero en algunos aspectos funciona la imagen del puro, la hamaca y el As. Rajoy descansará en Galicia, pero menos que otros años y se programará más actos a su medida.

Los equipos del PSOE y el PP también trabajarán más. El de Rubalcaba exponiendo al candidato y su programa por España, sin entrar todavía en la contienda directa. El del PP, diseñando un calendario de actos internos para septiembre y octubre en los que concretar algunas de sus propuestas (las más suaves y amables) y rescatando para sus ya famosos argumentarios el catálogo de ataques, declaraciones y posiciones más complicadas del pasado reciente de Rubalcaba, por ejemplo, en el último año, desde que en octubre pasado adquirió la posición de vicepresidente, ministro y portavoz del Gobierno.

SCIAMMARELLA

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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