Enrique Forner, el bodeguero que llevó el rioja a la modernidad
Lanzó Marqués de Cáceres y revolucionó las técnicas de elaboración del vino
Enrique Forner, el creador de Marqués de Cáceres, fue un grande del vino español, y en particular del rioja. Buen conocedor de la profesión, este valenciano (Sagunto, 1925), de educación vitivinícola francesa, conocía y amaba La Rioja mejor que muchos nativos. Fue pionero en aspectos fundamentales como una crianza menos acusada en madera nueva, la elaboración de tintos con más cuerpo y color, los aromas frutosos destacados o la modernización de la imagen del vino.
Forner, fallecido el pasado 21 de julio, revolucionó el panorama vitivinícola riojano -no sin polémica-, pero supo mantener cierto clasicismo, una decisión que le hizo ganar consumidores en todo el mundo. Para hacerse una idea de la trascendencia de su labor, baste recordar que durante la década de los setenta y principios de los ochenta la gran mayoría de los vinos rioja, salvo algunas marcas de prestigio, se elaboraban con uvas de no mucha calidad, compradas al precio más bajo posible, sin control, y envejecidos durante mucho tiempo en barricas demasiado viejas. Él fue de los primeros en romper con una falsa "tipicidad" riojana que, en muchos casos, servía para enmascarar los defectos de los vinos.
Enrique Forner supo dar un cambiazo al modo de hacer y vender riojano, con un toque afrancesado que en su día causó escándalo. Hoy es uno de nuestros grandes exportadores y ha creado toda una imagen mundial del rioja moderno.
Marqués de Cáceres tuvo en su Gran Reserva del 89 un vino portentoso, capaz de romper esquemas y relativizar los fosilizados criterios de calidad. Entonces, en La Rioja, la revolución del color estaba iniciando sus pasos, y la vanguardia enológica apenas se apuntaba. Pero ya Enrique Forner, testarudo y perspicaz como pocos, sabía que la gloria es efímera si la base del vino no es sólida.
Nada ocurre por azar. El éxito viene precedido de una vida de entrega y sacrificio. Forner abandonó España en 1936, a principios de la Guerra Civil. Ya en Francia, se dedicó al comercio de vinos en el Ródano y en el Loira. Corazón de bodeguero, no tardó en hacerse con la propiedad de Châteaux Camensac y Châteaux Larose Trintaudon, en Burdeos. Con el bagaje de su exitosa experiencia francesa, volvió a España en 1970. Y una idea fija en la cabeza: adaptar sus conocimientos y criterios de calidad a la realidad vitivinícola de La Rioja. Eligió Cenicero para crear su bodega, Marqués de Cáceres, con el asesoramiento de Emile Peynaud. Escogió meticulosamente sus proveedores de uva exclusivamente de entre los de su localidad. Ofreció a los viticultores precios muy rentables, pero a cambio exigió que estuviesen maduras y sanas. Quiso las instalaciones de vinificación más modernas, con equipos de acero inoxidable. Y decidió dar a sus vinos una crianza en barrica nueva francesa más corta. El éxito fue arrollador.
Enrique Forner logró un rioja moderno, muy superior a lo habitual, con un aroma afrutado nítido y la presencia noble de las especias y tostados de la mejor madera de roble. Marcó así el camino que otros bodegueros han seguido contribuyendo de manera decisiva al actual prestigio del rioja.
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