Las nuevas cajas comienzan a galopar
El sector, marcado por la burbuja inmobiliaria, da paso a la bancarización
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se lamentó en el debate sobre el estado de la nación de que "lo único" de que se arrepentía era de no haber pinchado la burbuja inmobiliaria a tiempo. ¿Y qué habría pasado si la hubiera pinchado? Lo primero que hay que tener en cuenta es que lo tenía complicado porque las burbujas no suelen pincharse, explotan. En segundo lugar, habría que preguntarse si, en caso de haber podido, se hubiera atrevido, ya que el maremoto que habría originado habría sido de dimensiones y consecuencias impredecibles.
De haber sido así, y estaba implícito en el discurso de Zapatero, habría evitado los graves problemas que esa burbuja provocó en el sector financiero, en especial de las cajas de ahorros, que se metieron en la vorágine del ladrillo sin que el Banco de España supiera o pudiera pararlo por mucho que el gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, estuviera obsesionado con el sector.
Sobre el asunto, decía recientemente Mario Fernández, presidente de la BBK, en una intervención en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, que "no es cierto que las cajas sean un problema; algunas cajas tienen un problema". El matiz es importante porque "no todas han cometido los mismos excesos inmobiliarios y, en un buen número, ha habido una gestión profesional acreditada y transparente". Es decir, tratar a todas por igual "constituye un error; más aún, una injusticia", completaba.
Ponía el dedo en la llaga. El caso es que las cajas estaban abocadas a la reestructuración desde el siglo pasado y nadie se atrevía a dar el paso. Y, posiblemente, la burbuja inmobiliaria fue una de las causas que retrasó la reconversión o, si se quiere, se convirtió en excusa de los políticos para retrasarla y no perder poder cuando ya no había otras. No debe ser casual que las cajas en las que la injerencia política era mayor y manifiesta -véase la presión del Gobierno de Esperanza Aguirre sobre Miguel Blesa en la anterior etapa de
Caja Madrid o la estrecha relación de la Generalitat valenciana de Francesc Camps sobre Bancaja y CAM- hayan resultado las que peor cuadro clínico han arrojado en la crisis.
Al final, Caja Madrid y Bancaja se vieron obligadas a entenderse, con las bendiciones de Aguirre, Camps y del líder del PP, Mariano Rajoy, para dar lugar a Bankia
junto con otras cinco cajas pequeñas y bajo el control de gente de su cuerda (Rodrigo Rato y José Luis Olivas, entre otros). La entidad, tras despejarse los problemas soberanos de Grecia y con el aliento a favor del Gobierno y del Banco de España, que también se la jugaban, ha presentado el folleto para salir a Bolsa con una capitalización de unos 8.000 millones de euros, más de la mitad del que
CaixaBank estrenó el viernes (18.000 millones).
Es la bancarización de las cajas. Ahora están puestas las miradas en Bankia, que, si no ocurre algo inesperado, cotizará el 20 de julio, el mismo día que
Banca Cívica. Y hablando de bancarización, llama mucho la atención el sueldo bancarizado que se han fijado los directivos, cifrado en unos cuantos millones de euros, que no están nada mal para estos tiempos. En cuanto a las salidas, no se descarta que se animen otras entidades -como Unicaja o
Ibercaja-.
Tampoco se descarta que algunas operaciones en marcha se vean afectadas por inclemencias políticas.
Kutxa Bank (fusión de las tres cajas vascas) ha incorporado una cláusula por si en las asambleas de septiembre se descuelga alguna ante la posible influencia de Bildu. Mientras, la marcha de la tripartita Astur, Cantabria y Extremadura se ha visto interferida por el impetuoso Francisco Álvarez Cascos.
La evolución del modelo tradicional de cajas no ha hecho más que comenzar. Es una nueva etapa, empujada por la globalización. Parafraseando de nuevo a Mario Fernández, "en las cajas, el proceso de bancarización, irreversible por exigencias del mercado, supone una deconstrucción. Pero no significa que sus ingredientes fundamentales (banca universal, inclusión financiera, raíces locales y fines sociales) no puedan y deban ser mantenidos y aumentados". Algunas cajas podrán afrontarlo con margen de maniobra suficiente para adaptarse a las exigencias, como conversión en sociedades anónimas (bancos), sin renunciar a sus tradicionales señas de identidad.
CaixaBank estrena 'el cambio de rumbo'
Isidro Fainé, presidente de La Caixa, y Juan María Nín, director general, presentaron el viernes en las Bolsas de Madrid y Barcelona el lanzamiento de CaixaBank, la primera entidad resultante de la transformación de las cajas que sale a cotizar. "El campanazo que acabamos de oír, junto a los que vendrán, me gustaría que tuvieran un sentido de cambio de rumbo; no solo para las compañías que cotizan en Bolsa, sino para toda la economía española", dijo Fainé al estrenarse, después de añadir que CaixaBank es un "corredor de fondo", destacó la importancia de la actividad de obra social, que diferencia al sector de cajas de los bancos. Fainé llenó el viejo parqué madrileño con responsables de empresas participadas, de otras con las que comparte accionariado y que no comparte, bancos de inversión, despachos de abogados...
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