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Reportaje:FÚTBOL | Liga argentina

La tragedia de los 'millonarios'

El River Plate, el equipo con más títulos, desciende a Segunda por primera vez en sus 110 años - Al menos 43 heridos por los incidentes provocados por sus hinchas

Alejandro Rebossio

Es como si el Madrid hubiese bajado a la Segunda División. El River Plate, uno de los dos clubes más populares de Argentina y el que más Ligas ha ganado (33), lo ha hecho por primera vez en sus 110 años. Ayer, en el estadio Monumental del barrio porteño de Núñez, en la vuelta de la eliminatoria de promoción, empató (1-1) contra el Belgrano de Córdoba, que había sido cuarto en la Nacional B (Segunda). El 2-0 de la ida a favor de su rival provocó, pues, el descenso de categoría del histórico club bonaerense. La vuelta acabó un minuto antes del final porque algunos hinchas del River iniciaron una serie de desmanes que, al cierre de esta edición, suponían ya 43 heridos, algunos de ellos de gravedad.

Aficionados histéricos destrozaron asientos y cristales del estadio y quemaron coches
Algunos intentaron, sin éxito, asaltar el vestuario y agredir a sus jugadores

Buena parte de Argentina se paralizó para ver el partido: los muchísimos aficionados que en Buenos Aires y el resto del país son del equipo de los millonarios y los que gozan con su sufrimiento. El River, un club que por la mala gestión de sus dirigentes se ha convertido en el más endeudado de Argentina (debe la nómina a sus jugadores) y ha hecho campañas mediocres en las últimas tres temporadas, sabía que debía vencer por dos goles de diferencia para mantener la categoría. Desde que los 11 futbolistas que dirige Juan José López, una antigua estrella del ataque franjirrojo, ingresaron al campo, sus 40.000 hinchas dejaron claro su mensaje. "¡Esta tarde, cueste lo que cueste, tenemos que ganar!", cantaban. Y no permitían ni que se escucharan las voces de los 2.500 cordobeses que habían ido al Monumental entre la ilusión y las pedradas que les arrojó la barra brava del River en el camino.

Los jugadores del River, que en conjunto cotizan a un valor 10 veces mayor que los del Belgrano, comenzaron atacando de forma desordenada, como en los últimos partidos. Pero el cordobés, que lleva cuatro años sin jugar en Primera, salió al campo para jugar de igual a igual. A los cuatro minutos, Mansanelli convirtió un gol de tiro libre, pero el colegiado, Sergio Pezzota, lo anuló. El River reaccionó rápidamente y Pavone, exdelantero del Betis, bajó el balón con el pecho fuera del área y con la derecha lo dirigió junto al poste izquierdo de Olave. El River ganaba por 1-0 y tranquilizaba su ansiedad, pero el Belgrano equilibró pronto el juego con la presión de su medio campo. El partido se fue enfriando tanto como el aire del invierno austral que azotaba Buenos Aires. Apenas calentaba el sol, pero para el Belgrano.

En el segundo tiempo, los nervios del River crecían mientras se mascaba la tragedia. López dio la orden de atacar como fuese, un planteamiento muy distinto al juego mezquino y especulativo que practicó su plantel este año. Claro que tampoco se pareció en nada al River de siempre, el que se enorgullece por clase, en contraposición con la garra de su archirrival, el Boca Juniors.

Se desnudaron entonces los errores de la defensa porteña. El medio defensivo Farré, que había destacado robando balones, alcanzó la gloria al interceptar un centro de contragolpe y empatar el encuentro a los 60 minutos. Más de un hincha millonario comenzó a llorar. El River debía entonces ganar por 3-1.

La esperanza llegó a media hora del final. Penalti a favor del River. Pero se convirtió en tragedia. Olave paró el tiro de Pavone. La estrella de este River, el medio defensivo Almeyda, que no había jugado porque estaba suspendido, miraba desconsolado. La tristeza inundaba a unos jugadores que ya se mostraban derrotados. Nunca el River, el de Di Stéfano o Francescoli, había caído tan bajo. En el minuto 44, cuando comenzaba el peor capítulo de su historia, algunos hinchas comenzaron a arrojar piedras e invadir el terreno. El partido se dio por terminado y la policía rodeó en el césped a los futbolistas, envueltos en lágrimas. Por las calles de Buenos Aires sonaban las sirenas y los agentes de seguridad se movilizaban para evitar la violencia. Los hinchas del Boca lo celebraban. Los del River lloraban una derrota monumental.

Dentro y fuera del estadio, cientos de hinchas del River destrozaron todo lo que encontraron a su alcance. Las autoridades sanitarias informaron de que 43 personas habían resultado heridas hasta el cierre de esta edición, cuando continuaban los desmanes. Por lo menos, había 15 policías agredidos, cuatro de ellos de gravedad.

Los hinchas, y no solo la barra brava Los Borrachos del Tablón, destrozaron los asientos del estadio, las puertas y los cristales de la sede social del club, quemaron coches en el parking y camiones de la televisión que estaban en las calles, rompieron escaparates de comercios de los alrededores y los saquearon y agredieron a periodistas, policías y dirigentes del. La barra brava también intentó, sin éxito, llegar al vestuario y agredir a sus jugadores.

Los futbolistas del River permanecieron encerrados, sin hablar con la prensa. Los 2.500 hinchas del Begrano no podían salir de la tribuna, entre el festejo y el miedo, mientras se alejaban los más de 49.500 simpatizantes de los millonarios.

Ya en el primer partido, en Córdoba, algunos hinchas del River habían saltado al campo para agredir a sus jugadores. Por eso el Gobierno había analizado que la revancha se jugara sin público, pero finalmente optó por lo contrario y apostó a 2.200 policías, que resultaron insuficientes para controlar la ira del día más oscuro de la historia de un gigante caído.

Pavone, tras fallar un penalti para el River Plate.
Pavone, tras fallar un penalti para el River Plate.ENRIQUE MARCARIAN (REUTERS)
Los agentes tratan de repeler con agua a los hinchas furibundos.
Los agentes tratan de repeler con agua a los hinchas furibundos.ENRIQUE MARCARIAN (REUTERS)

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