Fuga de cerebros musicales
Sean alumnos de escuela privada de élite o de conservatorio público, muchos de los jóvenes talentos madrileños optan por emigrar al extranjero para seguir con sus estudios
Rondan los 20 años, pero ya saben lo que es tener un auditorio rendido a sus pies. Son los jóvenes talentos salidos de las canteras musicales de Madrid. Unos optaron por la enseñanza pública en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid (RCSMM), y otros por la escuela de élite Reina Sofía. Dos modelos de enseñanza -privada y pública- para labrarse una carrera solística firme o un lugar entre los atriles de las mejores orquestas. El problema viene cuando las clases terminan. ¿Es necesario un título para arrancar una carrera profesional? ¿Están a la altura del resto de Europa las escuelas musicales españolas? ¿Hay una fuga de talentos musicales al extranjero? ¿Asfixian las instituciones a los jóvenes músicos? Seis intérpretes, tres de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, y tres del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, intentan dar respuestas a estas preguntas.
Una estudiante piensa que en los centros privados el alumno "no es tan libre"
Los seis músicos coinciden en que hay que salir a Europa al acabar los estudios en España
En la escuela estudian 104 alumnos. En el Real Conservatorio hay 800 solo en primero
Una de las cuestiones más importantes es si los centros españoles, aquellos responsables de la formación musical de los futuros integrantes de los conjuntos y las orquestas, están a la altura. Pablo Ferrández, violonchelista de la escuela Reina Sofía, piensa que su centro es "la escuela de máximo nivel que hay en España". "Es la mejor opción si un músico quiere aspirar a algo importante", explica este músico de 20 años que ha visitado en tres ocasiones el Auditorio Nacional este año.
Marta Femenía, flautista recién licenciada en el RCSMM, defiende la enseñanza pública, pero cree que los estudiantes tienen un papel fundamental en la calidad del centro. "La formación corre muy a cargo de nosotros mismos. En Atocha hay grandes paradojas, como que necesites suerte para caer con un profesor bueno. Hay algunos profesores de instrumento que quizá no tengan la experiencia como intérpretes que tienen los maestros del resto de Europa", explica Femenía. Lucas Bienzobas, violinista de 17 años de la institución privada, piensa que "se dice que la escuela está a la altura". "Hay cosas en las que está al nivel y en otras menos, pero sí que está un paso por encima de un conservatorio normal", explica Bienzobas.
Las variaciones entre los dos edificios son notables. La escuela Reina Sofía es un templo moderno y tecnológico de la música -a la entrada, un lector de huellas dactilares confirma si eres alumno-, mientras que el Real Conservatorio goza de las virtudes de un edificio histórico con grandes espacios. La diferencia del número de alumnos también es importante: la escuela privada tiene 104 alumnos, mientras que solo en el primer curso del conservatorio hay más de 800 aceptados para el año que viene.
La escuela Reina Sofía cuenta con un programa obligatorio de música de cámara y de orquesta, algo que en el conservatorio toma forma de asignaturas. Guillermo Sánchez, de 20 años, participa en un cuarteto de contrabajos y considera que la escuela le ha dado la posibilidad de salir fuera. Para él, la escuela "no funciona de una manera tan estricta en cuanto a las asignaturas" y piensa que en este centro tiene "algo más de libertad". Sin embargo, Georgina Sánchez, estudiante de Dirección de Orquesta en el RCSMM que también estuvo un año en la escuela privada, opina que las instituciones privadas "hacen una buena labor de mecenazgo, pero muchas veces no eres tan libre ni puedes hacer todas las actividades que quieras", explica esta aspirante a directora que se considera "un espíritu libre".
Otra cuestión es la comparación de los músicos españoles con los europeos. Las orquestas españolas vivieron después de la Transición una etapa en la que sus atriles se nutrían de intérpretes provenientes de Europa del Este. Georgina Sánchez cree que esta época pasó. "Entre nosotros mismos también pensamos que somos inferiores. Se ha mitificado mucho a los rusos que vinieron en los ochenta a España, pero no olvidemos que vinieron huyendo de la situación de sus países", explica. Ramón Grau, que acaba de licenciarse en Piano en el Real Conservatorio, tampoco teme la comparación. "Los españoles tenemos metido en la cabeza que somos peores, pero no es verdad. Lo que pasa en España es que no hay tanto respeto por los músicos", explica Grau.
El gran momento para cada uno de estos músicos es el día después de acabar los estudios. Es entonces cuando se preguntan dónde continuar con sus clases. La respuesta de estos seis músicos, sin embargo, es unánime: hay que emigrar a los grandes conservatorios y escuelas de Europa. Los de la escuela Reina Sofía porque, al acabar sus estudios, no tienen un título que equivalga al del conservatorio; y los del Superior, porque sienten la necesidad de trabajar con otros profesores. Ramón Grau se presenta a una audición en la academia Liszt de Budapest en julio y Marta Femenía se va en septiembre a París a hacer un posgrado con la flautista solista de la Ópera. Los de la escuela Reina Sofía, también migrarán. Lucas Bienzobas, Guillermo Sánchez y Pablo Ferrández también se irán el año que viene a Centroeuropa. "La gente está huyendo en estampida a Alemania", comenta el violonchelista.
PABLO FERRÁNDEZ - Músico por opción y por casta
Pablo Ferrández ha pisado el Auditorio Nacional con su chelo muchas veces para tener 20 años, y ha superado el reto de tocar el Concierto de Dvorak en el Liceu barcelonés. La música le viene de familia: su padre es violonchelista en la Orquesta Nacional de España y aprendió música desde la cuna gracias a un método que inventó su madre, que es profesora. Ha ganado el prestigioso premio de Mejor Intérprete de Chelo en el Festival de Verbier, y ahora que, tras siete años de estudios, abandona la Reina Sofía, pone la mirada en Alemania.
GUILLERMO SÁNCHEZ - De El Escorial a la Gustav Mahler
Guillermo Sánchez comenzó sus estudios en el conservatorio de El Escorial, un centro que piensa que es "una maravilla". Cuando terminó el Grado Medio, saltó a la escuela Reina Sofía, donde lleva tres años y participa en un cuarteto de contrabajos que dio el último concierto en el Museo Abc hace dos semanas. A sus 20 años, ha tenido la oportunidad de tocar con dos orquestas de prestigio por Europa gracias al centro: la European Union Youth Orchestra (EUYO) y la Gustav Mahler. El año que viene se irá a Alemania.
LUCAS BIENZOBAS - Un recién llegado a la escuela
Lucas Bienzobas solo tiene 17 años y acaba de terminar su primer curso en la Escuela Superior de Música Reina Sofía con la violinista italiana Ana Chumachenko. Allí llegó desde el conservatorio Federico Moreno Torroba. "Mi objetivo es mejorar lo más posible y, cuando acabe el bachiller, irme fuera", dice Bienzobas. El destino aún no lo tiene claro. Por ahora se esmera en aprovechar las clases y "disfrutar de estos años en la escuela". De 2008 a 2010 fue concertino en la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid.
RAMÓN GRAU - El gaditano que mira a Budapest
Acaba de terminar la carrera de Piano en el RCSMM, pero Ramón Grau ya está con la mente en la prueba que tiene a principios de julio en la Academia Liszt de Budapest. Tras pasar por los conservatorios de Algeciras y La Línea de la Concepción, llegó hace cuatro años a Madrid con la ilusión de estudiar con la pianista Ana Guijarro. "Yo casi he vivido en el conservatorio, porque no tengo piano en mi casa y tengo que venir aquí a estudiar", explica Grau. Defiende las bondades de la enseñanza pública y la calidad de los músicos españoles.
GEORGINA SÁNCHEZ - Una intérprete trotamundos
Ha estudiado violonchelo en su ciudad natal (Plasencia), pero también en el Musikene de San Sebastián, en París, en Suiza, en México, en Italia, en la escuela Reina Sofía y en el Superior de Madrid, donde aún cursa su segunda carrera, Dirección de Orquesta. Solo tiene 25 años, pero ya ha tocado con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León y con la de Radiotelevisión Española. "Un músico puede salir del superior con un nivel medio y otros con un nivel excelente. Eso depende de ellos", explica la intérprete.
MARTA FEMENÍA - Una vida de estudio y pasión
A sus 19 años, la flautista Marta Femenía se siente con ganas de seguir aprendiendo, a pesar de que ya ha terminado el Grado Superior en el Real Conservatorio de Madrid. Entre concierto y concierto, piensa en septiembre, cuando partirá a París para estudiar un posgrado con la flautista solista de la Ópera. Hace solo unos días que tocó con la orquesta del Conservatorio el Concierto para flauta y orquesta, de Reinecke, el que considera su mayor logro en todos estos años y uno de los momentos que recordará siempre.
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