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Reportaje:

Los amigos del señor Nupel

Jorge Dorribo, imputado por defraudar dinero público, entabló una estrecha relación con políticos de todo color

"Aprecio mucho a Jorge Dorribo. Es un gran trabajador, con visión y capacidad para los negocios. Pase lo que pase, yo creo que va a levantarse y a seguir adelante. Espero que así sea, porque es un hombre que ayudó mucho al deporte y a las ONG... En esta ciudad estamos muy acostumbrados a que surjan sumarios judiciales con mucho ruido, mucho alboroto. Pero luego pasan los años y no se concreta nada". En principio, Francisco Cacharro Pardo, viejo barón popular y expresidente de la Diputación de Lugo, no escurre el bulto cuando se le pregunta. El político le abrió las puertas a aquel joven emprendedor de los ochenta que se enriqueció vendiendo fármacos a países pobres.

Sin embargo, pese a reconocer su aprecio, Cacharro mantiene las distancias con el personaje ahora encarcelado en el marco de la Operación Campeón, que investiga una trama de ayudas fraudulentas repartidas recientemente por el Instituto Galego de Promoción Económica (Igape). Niega, por ejemplo, que él hubiese sido su valedor ("no le hacía falta, se valía por sí mismo"); y responde con un "hay muchas leyendas urbanas" cuando se le pregunta directamente por el despacho que supuestamente él ocupaba en la sede de la farmacéutica Nupel.

Cacharro lo metió en el patronato de Tor, un pazo de la Diputación

"Su relación era tal que usted se lo llevó al patronato del Pazo de Tor [propiedad de la institución provincial]", se insiste. "Pero él nunca llegó a tomar posesión, porque estaba muy ocupado", contesta. "También le prestó el salón noble de la Diputación para que firmase un convenio con un jeque", se le vuelve a preguntar. "Venía una representación oficial de los Emiratos y es lógico que les dejase la sala de juntas", responde en la misma línea.

No obstante, la relación entre Dorribo Gude -imputado desde hace dos semanas por fraude en subvenciones públicas, falsedad documental, alzamiento de bienes, fraude fiscal y blanqueo de capitales- y Cacharro fue estrecha. Él era un empresario con muchos planes, pero desconocido; un comerciante con instinto que intentaba desbrozar un atajo en la selva de las multinacionales farmacéuticas. No tenía grandes contactos, venía de vender una crema que había inventado su hermana para reparar el cuero, pero se arrimó al hombre que entonces monopolizaba el poder en Lugo, y de su mano llegó a la Xunta. Con la Xunta y sus conselleiros, entonces, entró en el mercado latinoamericano y sentó las bases de su negocio.

Etiquetados bajo el sello Nupel, empezó a despachar a aquellos países primero maquillajes y cosméticos, y luego medicamentos que allí tenían gran demanda, después de adquirir las patentes ya desdeñadas por la sanidad europea. Corrían los años noventa, Fraga y Fidel exploraban una hermosa amistad y el gerente de Nupel se hacía un gallego popular en La Habana. Vendía medicinas y compraba antigüedades para otro negocio que acababa de montar. Frecuentaba Cuba tanto como luego Dubai y últimamente Andorra.

Dorribo le está sinceramente agradecido a Cacharro. El 23 de diciembre de 2009, durante la cena que le ofreció a un grupo de gente vinculada al mundo del motor, le entregó una placa conmemorativa al político y no fue capaz de contener la emoción. Pero sabía que las ayudas de la Administración dependían de las veleidades del electorado, y por eso, cuando al PP se le escaparon de las manos la Xunta y el Gobierno central, se preocupó por asegurarse amigos de todos los colores. Dorribo era generoso hasta el delirio en sus relaciones sociales: cenas por todo el mundo en los restaurantes más caros; alojamientos de lujo; viajes por aire y por mar. No era preciso ser íntimo suyo para recibir invitaciones increíbles y disponer de su yate y su tripulación para uso propio cualquier fin de semana.

Dorribo fue uno de los principales organizadores de un homenaje empresarial al lucense José Blanco. Al acto también fue invitado otro ministro socialista, Francisco Caamaño. Pero la relación política de Dorribo que más ha trascendido, después de la de Cacharro, ha sido la que mantuvo con el conselleiro nacionalista, y también lucense Fernando Blanco, que inauguró en 2007 la ampliación de las instalaciones de Nupel en O Ceao.

"Algunos pretenden distorsionar la realidad", critica Blanco, "pero mi relación personal con Dorribo no afectó nunca a las subvenciones que recibió del Igape. Es falso, como se ha publicado interesadamente, que se le concediese una ayuda estando el Gobierno en funciones. La Xunta se atuvo escrupulosamente a la legalidad, está todo en el Diario Oficial de Galicia". En efecto, la subvención de millón y medio de euros a Nupel fue otorgada el 22 de octubre de 2008, y Feijóo fue elegido presidente el 1 de marzo de 2009.

Pero en cuanto se produjo el relevo en San Caetano, Dorribo contrató como gerente de sus negocios en Andorra (adonde se sospecha que iba a trasladarse definitivamente) al que había sido jefe de gabinete de Blanco, Xoán Manuel Bazarra. Bazarra, que fue candidato a la alcaldía de Muros, fue también cofundador de Carrumeiro Media, SA, que recibió importantes contratos por parte de las consellerías del Bloque. En defensa de Bazarra, Blanco recuerda que un jefe de gabinete "no es un alto cargo" y que, por tanto, "no existe ninguna incompatibilidad para que dirija una empresa". Además, "es un empleado [de Dorribo], no tiene ninguna responsabilidad y no está imputado por ahora".

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