"Hace tiempo decidí trabajar solo con gente que admire"

Un plato de fabes, un cóctel sólido de manzana y un bocadillo crujiente de quesos de Asturias dibujan la metáfora en la que se ha convertido Avilés. La misma que se ve desde el restaurante que ocupa la torre de 20 metros del Centro Niemeyer. La atalaya que acerca el casco histórico de esta ciudad milenaria, con los hornos que recuerdan el pasado más industrial y las curvas sinuosas de este lugar de las culturas que hace tres años y 11 meses Natalio Grueso (Oviedo, 1970) tradujo de un garabato que Oscar Niemeyer dibujó en una servilleta.

"Hemos elevado la gastronomía al mismo nivel que cualquiera de las artes", explica Grueso. Por eso, este edificio no solo es la cocina y coctelería de Pedro y Marcos Morán, propietarios del restaurante Casa Gerardo de Prendes -con una estrella Michelin y tres soles Repsol- sino un lugar para la experimentación gastronómica en la que participarán, en los próximos dos meses, "las tres A: Ferran Adrià, Juan María Arzak y José Andrés".

Woody Allen o Kevin Spacey colaboran con el director del Centro Niemeyer

Hasta que lleguen las estrellas, Marcos, el hijo de los Morán, capea el trasiego de la cocina y pone una pausa en la conversación para que Grueso pruebe el cóctel sólido de manzana. El comensal amaga con el cuchillo y el cocinero corrige. "Se come de una vez aprovechando que está frío". De una tacada desaparece del plato y, de inmediato, es sustituido por salmón marinado y foie con queso y kikos.

Natalio Grueso llegó a este lado de la ría de Avilés desde la Fundación Príncipe de Asturias, pasando por la Comisión Europea y la ONU. Siempre en puestos ligados a la gestión cultural y las relaciones internacionales. "No soy más que un marino que navega por el mundo un poco sin rumbo". Aunque con una orientación rompedora capaz de hacer una programación cultural mileurista.

Todo comenzó con un correo electrónico al equipo del centro. Cada viernes, las tres personas encargadas de la gestión debían mandar tres ideas originales capaces de realizarse con menos de 1.000 euros. "Este centro es muy humilde, así que hemos decidido darle una oportunidad a la imaginación". Por eso, al contrario de lo que Grueso cree que sucede en otros lugares similares, dedican el 20% del presupuesto a gasto corriente y el 80% a las actividades culturales.

Una política que cautivó a los contactos que llenan su agenda. Natalio Grueso cuenta entre sus amigos con el cineasta Woody Allen -encargado de la programación de cine del Niemeyer-, el actor británico Kevin Spacey -responsable de la parte teatral-, el escritor Paulo Coelho, el actor Brad Pitt, el cantante Joan Manuel Serrat y un largo listado de celebridades a las que puede llamar sin necesidad de intermediarios. "Hace tiempo decidí que solo trabajaría con gente a la que admirase. No sé si es una cuestión de fortuna o más bien de osadía", dice Grueso. Lo que está claro tras varios intentos es que no está dispuesto a desvelar el secreto de estas amistades, ni siquiera cuando por la retaguardia asoma una espléndida olla de fabes.

"La clave de la amistad con este tipo de personas es la discreción. El respeto y el cariño se basa en no contar cómo nos conocimos", se justifica para no soltar prenda.