El fantasma de Abbottabad
Los vecinos de la urbanización donde vivía Osama bin Laden jamás vieron al terrorista - "¿Cómo podía estar aquí, rodeado de militares?", se pregunta Shizan
Un camino de tierra conduce al recinto en el que se refugiaba Osama bin Laden, el enemigo número uno de EE UU y jefe de Al Qaeda abatido a tiros por las fuerzas estadounidenses la madrugada del lunes. La mansión se encuentra en Bilal Town, un barrio de la ciudad paquistaní de Abbottabad. Está rodeada por un muro de unos tres metros de altura y coronada por alambre de espino.
El muro y la escasa actividad en torno a la vivienda, de la que apenas salía y entraba gente, despertó desde el principio la curiosidad de los habitantes de Abbottabad, que dicen no saber quién vivía dentro de la mansión. "Sí, coincidía alguna vez con el señor de la casa en la mezquita. Tenía una barba como la de Bin Laden, pero a él no le hemos visto nunca", explica Gulalá, un afgano que vive en el barrio. El misterio que rodeaba la residencia y la curiosidad de los vecinos por sus inquilinos fueron mitigados por la explicación que les ofreció el supuesto dueño de la casa cuando se trasladó a la zona en el año 2005. El hombre dijo que tenía muchos enemigos y que, por tanto, necesitaba protegerse. Ahora los residentes del barrio temen que los secuaces de Bin Laden venguen su muerte en el pueblo.
Un hombre, al parecer el dueño de la casa, solía acudir a la mezquita local
La casa donde murió el terrorista más buscado de la historia tiene dos alturas, dos portones y una falsa puerta que da acceso a un muro interior. Todas las puertas, ubicadas en el lado oeste, fueron selladas por el Ejército paquistaní. Bin Laden "no tenía relación con nadie que no estuviera en la casa", llegó a declarar el responsable de seguridad de la Casa Blanca, John Brennan. Y los vecinos lo confirman, jamás lo vieron, solo llegaron a conocer al supuesto propietario de la vivienda, que se identificaba como Arshad Jan.
"Tenía una barba como la de Osama, pero no era Osama". Así describe el afgano Gulalá, un habitante de Abbottabad, al tal Jan. Aunque la mayoría de los entrevistados en la ciudad paquistaní dicen que sus ocupantes apenas se dejaban ver, Gulalá asegura que ese hombre, el casero de Bin Laden, acudía con regularidad a una mezquita cercana. Sea como fuere, los vecinos no salen de su asombro por que el terrorista más buscado del mundo viviera a apenas un kilómetro de la Academia Militar.
La presencia de edificios militares en Abbottabad es impresionante. Pero resulta difícil dar cifras precisas del número de militares desplegados en esta ciudad, de al menos 150.000 habitantes, situada a las puertas de una zona turística y a unos 60 kilómetros de Islamabad, la capital. El aire británico y ajardinado de las instalaciones militares contrasta con el bullicio de la zona comercial más céntrica, donde comerciantes, viandantes y motoristas compiten por los abigarrados metros cuadrados en los que se extiende el zoco.
A toro pasado, la gente del barrio de Bilal Town empieza a caer en la cuenta de que había algo raro en torno al caserón situado al final de la calle 16. "Esta casa ha sido un misterio desde el primer día", confía Zahim, un estudiante de telecomunicaciones de 22 años, que vive "a dos minutos" de allí. "Durante el día, nadie salía o entraba. Solo de vez en cuando se veía a un hombre con dos críos, una niña y un niño, de unos cuatro o cinco años". Iban a comprar el pan, recuerda el panadero.
El hombre del que habla Zahim parece ser el Arshad Jan al que se refiere Gulalá. En caso de que se llamara así. "Llegó aquí en 2005 y la gente comentó que si era del valle del Swat, que si de Waziristán... Él no nos lo aclaró", relata el afgano, que también califica la casa de misteriosa. "Para empezar por su estructura de doble cierre, porque los muros tienen tres metros de altura y 30 centímetros de grosor, y luego porque tiene una puerta que cuando los soldados la han abierto daba sobre una pared", añade.
Aunque EE UU ha valorado la finca en un millón de dólares, los desconchones en los muros exteriores y en el edificio de dos pisos no transmiten precisamente una imagen de lujo. Ni siquiera tenía línea de teléfono. Los SEALS hallaron a Bin Laden en un dormitorio del segundo piso, el único que tenía moqueta y una cama de matrimonio. Las imágenes filtradas a la televisión estadounidense ABC muestran una gran mancha de sangre en las sábanas, pertenencias revueltas, medicinas y juguetes. No se han facilitado datos sobre quiénes son los otros tres muertos en el asalto, pero una mujer y una hija adolescente del terrorista han sobrevivido.
Gulallah y otros hombres que se han acercado hasta la sombra en la que nos hemos cobijado del sol recuerdan que cuando estaba construyendo la casa le preguntaron a Arshad por qué tomaba tantas precauciones. "Nos dijo que a causa de una enemistad", coinciden. A nadie le extrañó. Con las regiones tribales víctimas de la guerra contra los talibanes, no era el único escapado. Las costumbres y tradiciones de los pastunes que habitan esas zonas explicaban todo lo demás: que sus mujeres no se relacionaran ni siquiera con las vecinas, o que las ventanas que dan a la calle tengan los cristales tintados (algo común en las familias muy conservadoras para evitar que se vea a las mujeres desde fuera).
De hecho, Zahir Ahmed, representante de una empresa farmacéutica, asegura que todas las casas alrededor del caserón están habitadas por pastunes. Ahmed no esconde su curiosidad ni su preocupación. Desde que el sonido de los helicópteros le despertó en la madrugada del lunes, él, como el resto de los vecinos, curiosea en busca de respuestas. Teme que la reacción de Al Qaeda interrumpa la tranquilidad de esta ciudad, que hasta ahora se había librado de la violencia que sacude a gran parte del país. "Dejé mi pueblo y me instalé aquí hace dos años y medio, debido precisamente a la seguridad y al buen nivel educativo de la ciudad", explica este padre de dos niñas en edad escolar. Ahmed se muestra convencido de que los secuaces de Bin Laden van a vengar su muerte en Abbotabad.
"¿Cómo podía estar aquí si toda esta zona está controlada por los militares?", pregunta por su parte Shizan en la tienda de ultramarinos. La proximidad de la Academia Militar ha suscitado sospechas de que los militares o los servicios secretos tenían que conocer la presencia del terrorista. De hecho, los medios de comunicación indios han llegado a decir que el terrorista vivía en una casa segura del ISI, el poderoso servicio de información paquistaní. Un comunicado de esta agencia reconoció ayer que sus responsables se encuentran "extremadamente avergonzados".
El propio presidente Asif Ali Zardari ha dicho que desconocía la operación de EE UU o que Bin Laden estuviera allí. Pero muchos desconfían. "Tal vez sí que lo sabían", apunta Shah, un alumno de primer curso de la Academia Militar, que recuerda que Bin Laden no es el primer terrorista al que se encuentra en una zona alejada de los combates.
"Si lo sabían y no han hecho nada, es una vergüenza, pero si se escondían delante de sus narices es aún peor, y encima nuestro presidente acepta que un Ejército extranjero viole nuestra soberanía a su antojo", se queja Mohamed Tahir, que trabaja para una empresa de transporte. Los militares paquistaníes solo llegaron al escondrijo del terrorista cuando ya había acabado la operación estadounidense, pasada la una de la madrugada.
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